Realidades posibles
Cuando era ni?o, mi ama ¨Cguipuzcoana, met¨®dica y sistem¨¢tica¨C y yo cen¨¢bamos a primera hora. En infinidad de ocasiones, mi aita?llegaba a casa cuando ya hab¨ªamos terminado y, a pesar de que mi madre se ofrec¨ªa para prepararle la cena, a ¨¦l le gustaba recrearse finalizando alg¨²n capricho?que hab¨ªa elaborado de antemano, a su gusto. Yo sol¨ªa observar en silencio a mi padre, con el delantal de peto azul anudado a la espalda, gozar como un ni?o frente a la cazuela donde se cocinaban unos callos, un rabo o unos morros de ternera, unas sopas de ajo, caracoles o patorrillo.?Le gustaba darle sus pinceladas a las recetas, buscando, intu¨ªa yo, alg¨²n sabor guardado en su memoria, alguna reminiscencia de su tierra natal. A?ad¨ªa un poco de picante, unos pimientos choriceros, tomillo o dientes de ajo, cambiando y ajustando la elaboraci¨®n hasta dar con lo que ¨¦l buscaba. Mi padre era de la Ribera de Navarra, adonde ¨ªbamos todos los veranos. El trayecto entre San Sebasti¨¢n y Fitero, de no m¨¢s de dos horas, no se determinaba tanto en kil¨®metros como en los colores del paisaje, las formas del horizonte, la intensidad de la luz, la manera de vivir de sus gentes y, sobre todo, en los olores y sabores, que cambiaban dr¨¢sticamente. Pueden pensar que esto que les acabo de explicar tiene poca relaci¨®n con lo que viene a continuaci¨®n, pero d¨¦jenme que les diga que no es as¨ª.
Espa?a y Am¨¦rica acumulan un v¨ªnculo de relaci¨®n de m¨¢s de 500 a?os, durante los que se ha dado un cruce de productos y elaboraciones que ha enriquecido el patrimonio culinario de ambas. A pesar de ello, hay ?cocinas que pudiendo bifurcarse en diferentes interpretaciones, simplemente han acomodado lo que iba llegando a lo que ya ten¨ªan. A modo de ejemplo, m¨¢s de 20 millones de americanos son de ascendencia vasca. Sin embargo, no hay una traducci¨®n gastron¨®mica de la ?cocina vasca en M¨¦xico, por ejemplo. Lo vasco en Am¨¦rica es una reproducci¨®n exigua de la cocina tradicional, sin llegar a transmutar en algo original o distinto a lo que se hace en el Pa¨ªs Vasco, a pesar de que hab¨ªa pretextos para que esto no hubiese sido as¨ª. Parad¨®jicamente, muchos de los productos y elaboraciones de referencia en Euskadi hunden sus ra¨ªces en el continente americano: desde los talos, versi¨®n de las tortillas mesoame?ricanas, a los ?tomates y ?piparras?de Ibarra, las alubias de Tolosa y Gernika o las patatas alavesas. Sin los productos americanos, ni la txistorra,?el bacalao a la vizca¨ªna, el marmitako?o la sopa de pescado ser¨ªan como los ?conocemos. Pero ?c¨®mo ser¨ªan un ?ceviche, un taco al pastor, una arepa o un patac¨®n elaborados por un vasco? En eso estamos inmersos ahora mismo, imaginando una realidad que no existe pero que podr¨ªa haberse dado, fusionando la tradici¨®n vasca con la cocina americana. El proyecto se denomina Topa, un nombre que en euskera, castellano y guaran¨ª tiene un significado similar: ¡°Hallar casualmente; encontrar lo que se andaba buscando; descubrir, toparse con lo verdadero y sorprenderse¡±. Un relato de la correspondencia entre unas culturas que llevan siglos cohabitando de una u otra forma. En el fondo, haciendo lo mismo que ?hac¨ªa mi aita?cuando, de regreso a casa despu¨¦s de las vacaciones en su pueblo, invocaba viejos recuerdos entre ensayos culinarios que fund¨ªan la tradici¨®n del lugar que le acog¨ªa con su alma ?navarra.
Guisantes en verde con sepia
Ingredientes
Para 4 personas
- 400 gramos de guisantes frescos
- 2 cebolletas
- Vino blanco
- 4 ajetes frescos
- Un manojo de perejil
- Un manojo de salvia
- Aceite de oliva virgen extra
Los dados de sepia
- Una sepia grande limpia
- 500 gramos de sal
- 500 gramos de az¨²car
- 50 gramos de pimienta negra
- Aceite de oliva
Instrucciones
1. Los guisantes
Cocinar los guisantes en agua hirviendo con sal durante un minuto y medio. Enfriarlos rápidamente en un baño de agua y hielo. Escurrir y reservar.
2. La salsa de verdes
Picar finamente las cebolletas y, en una sartén, cocinarlas con una pizca de aceite de oliva y sal. Añadir pequeños chorros de vino blanco si la cebolleta se seca en exceso. Cocinar hasta obtener un caramelizado perfecto. Picar los ajetes, incluyendo el tallo verde, en rodajas finas. Reservar.
En una batidora de sobremesa, triturar el perejil con la salvia y cuatro cucharadas de aceite de oliva virgen extra hasta obtener una pasta gruesa. Mezclar en un bol la pasta verde de hierbas con la cebolla caramelizada y los ajetes picados. Reservar.
4. Los dados de sepia
En un bol, mezclar la sal, el azúcar y la pimienta negra. Disponer una capa de la mezcla en una bandeja. Servir la sepia encima de la mezcla y cubrirla con el resto de la marinada. Dejar la sepia marinando durante una hora y media. Pasado ese tiempo, limpiar la sepia con agua y secarla bien con papel.
Hacer la sepia en una sartén bien caliente con una pizca de aceite. Debe quedar tostada por ambos lados. Cortarla en dados del mismo tamaño que los guisantes. Reservar.
6. Acabado y presentaci¨®n
En un bol, mezclar cuidadosamente los guisantes con la salsa de verdes. Seguidamente, agregar la sepia y dar unas vueltas más. Terminar con unos brotes de guisante.
Los guisantes
Calor¨ªas. Son leguminosas de bajo aporte energ¨¦tico: unas 42 calor¨ªas por 100 gramos.
Grasas. El contenido en grasa de los guisantes es muy reducido y adem¨¢s no tienen colesterol.
Macronutrientes. Aunque sus proporciones son bajas, destacan los hidratos de carbono y las prote¨ªnas.
Micronutrientes. Los m¨¢s significativos son el hierro y vitaminas como la K, B6, C, tiamina, y folatos.
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