Enhorabuena, hija, por tu nota en Selectividad. Perd¨®n por tu infancia perdida
"Los horarios se han tragado a nuestros ni?os. Los ni?os han sido mini-adultos"
17 de junio de 2016
Empiezo esta carta desde los dictados del coraz¨®n. Perd¨®name hija m¨ªa, porque en un d¨ªa lleno de alegr¨ªas, yo siento en lo m¨¢s profundo de m¨ª una enorme tristeza y necesito compartir contigo estas palabras.
D¨ªa de notas hoy. D¨ªa de n¨²meros, d¨ªa de asignaturas, d¨ªa de resultados. Los tuyos hija, han sido buenos, seg¨²n refleja la pantalla del ordenador. As¨ª lo han dictaminado los calificadores de la PAU 2016. Una nota alta, m¨¢s que suficiente para entrar a cursar la carrera que tanto deseas.
?Enhorabuena, hija m¨ªa! No te felicito por la nota. Te felicito porque el resultado obtenido te llevar¨¢ a algo que consideras te har¨¢ feliz: la oportunidad de seguir trabajando, luchando y esforz¨¢ndote por aprender...
¡°Durante a?os solo le he visto la espalda, siempre estudiando¡±
Mar¨ªa Luisa Carrillo nos hizo llegar esta carta, que escribi¨® para su hija mayor, de 17 a?os, despu¨¦s de conocer su nota en la Prueba de Acceso a la Universidad. Una buena nota, pero que a ella la sumi¨® en la tristeza. "Me dio por llorar. De golpe, me vino a la cabeza que he sacrificado la infancia de mi hija", explica en conversaci¨®n telef¨®nica. "Vivimos enfrente de un parque precioso. Pues volv¨ªamos a casa todas las tardes sin pararnos porque ten¨ªamos que encerrarnos en casa a hacer deberes", recuerda.
"No han tenido tiempo suficiente para jugar, para hacer vida familiar, para ir a ver a los abuelos... Solo en verano", dice Carrillo, que tiene otra hija de 13 a?os. "Son buenas estudiantes, responsables y trabajadoras, as¨ª que nadie entiende que me queje", confiesa. Unas chicas a las que asegura que nunca ha presionado para ser competitivas, sino que ellas mismas han visto que el sistema es el que es, el de estudiar para aprobar ex¨¢menes, contenidos que a veces se olvidan a los pocos d¨ªas. "Cuando eran peque?as y me quejaba alguna vez del exceso de deberes, los profesores y los dem¨¢s padres me miraban como si fuera una extraterrestre. Pero se ha avanzado mucho en pedagog¨ªa, y se podr¨ªan hacer las cosas mejor", reclama.
"Estoy muy orgullosa de mi hija, pero me da mucha pena el esfuerzo que ha tenido que hacer. Llevamos a?os que solo le vemos la espalda, siempre encerrada estudiando".
Pero ante todo, quiero que sepas que necesito pedirte perd¨®n. Considero que has invertido tu infancia, tu adolescencia¡ tus mejores y m¨¢s tiernos a?os dirigidos y destinados a aprender. Ha sido como llenar un tarro poco a poco de conocimientos, no siempre los mejores, pero siempre los necesarios e impuestos para perseguir una maldita nota. As¨ª lo han dictado las circunstancias del espacio y tiempo en que naciste.
Siento que los adultos que te rodeamos hemos visto c¨®mo has comprometido tu vida a cambio de una cifra. Bueno, pues ya est¨¢ aqu¨ª, ya la tienes, ya la tenemos todos. T¨², quienes te hemos acompa?ado en este camino, y principalmente quienes necesitan esa cifra impresa en un papel: la Universidad.
Ah¨ª tienen la nota. Ah¨ª tienen un guarismo m¨¢s poblando el inmenso listado que llenar¨¢ los discos duros, que habitar¨¢ en un tabl¨®n, en el que quedan resumidas muchas vidas reducidas a matem¨¢ticas. Las cifras ejecutar¨¢n el orden de los nombres. Jerarqu¨ªa ordenada por la nota y que relegar¨¢ al puesto siguiente al que tenga una d¨¦cima menos. Entonces, en un lugar arriba o debajo de la lista, alcanzar¨¢s la categor¨ªa de nombre y apellidos. M¨¢s tarde, cerca del oto?o ya, a tu nombre, adem¨¢s le pondr¨¢n cara. Ya estar¨¢s f¨ªsicamente sentada en una facultad.
Maldita sociedad esta que no sabe sino correr. Que solo se mide en resultados, que no tolera el fracaso, que no acepta sino a quienes ella ha moldeado y considera merecedores de unos resultados que solo ella otorga o deniega.
Qu¨¦ pena de infancia, relegado el tiempo de los ni?os solo a la jornada escolar y a un sinf¨ªn de est¨ªmulos a trav¨¦s de extraescolares y vivencias dirigidas. Todo destinado a tener ni?os que no paren nunca. Ni?os hiperestimulados, ni?os compitiendo, ni?os en constante carrera¡ Carrera que a veces presenta m¨¢s obst¨¢culos de los que debiera, en un intento de ser competitivos y sobresalir, para asegurar unos futuros resultados y posiciones.
En el camino, han perdido un important¨ªsimo bagaje emocional. Se han privado de jugar en la calle, han perdido trabajar habilidades sociales con adultos, con otros ni?os, ir a las tiendas, interactuar, aprender a ser independientes¡ Comer un bocadillo de chorizo en la acera, hablando con los amigos. Montar en bici, tener un perro y correr con ¨¦l¡ Los horarios se han tragado a nuestros ni?os. Los ni?os han sido mini-adultos. Los juegos que han conocido han sido los del ordenador, tablet, etc. Los padres no son verdugos, son v¨ªctimas de la dif¨ªcil conciliaci¨®n¡ y esto se extiende a sus v¨¢stagos¡ o mejor dicho v¨¢stago, porque tambi¨¦n las familias las dicta la sociedad, tiempos estos en que se tiende a tener un ¨²nico hijo. Qu¨¦ pena, que adem¨¢s, se vean privados de tener hermanos.
Qu¨¦ paradoja, qu¨¦ mal me siento en un d¨ªa tan feliz. Qu¨¦ desastre. Porque mi hija ha obtenido un buen resultado, pero lo ha pagado con su esfuerzo y con su propia infancia. Esto es cruel. La vida ya no da marcha atr¨¢s. Qu¨¦ duro es esto, es la pura verdad. Perd¨®name, hija m¨ªa. Solo quise lo mejor para ti, y esta sociedad me oblig¨® a meterte en ella.
Al menos hoy, tanto esfuerzo, constancia y tes¨®n han sido reconocidos. Por quienes ponen las cifras, porque para m¨ª, siempre has sido y ser¨¢s la mejor, como cualquier hijo para sus padres.
Mar¨ªa Luisa Carrillo es ilustradora, escritora y, ante todo, madre.?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.