¡°A veces es lo que se cuenta lo que nos llena de miedo¡±
La soprano, cantante de 'jazz' y activista por los derechos de los refugiados pide empatizar con ellos
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Barbara Hendricks (Arkansas, Estados Unidos, 1948) es una mujer de talla peque?a, como concentrada. Tiene aspecto afable, la sonrisa peque?a y luminosa, una cara que parece parte de un delicado camafeo, el pelo canoso y natural peinado con sencillez en un mo?o, la piel dorada como de dulce de leche. Responde a las preguntas?con amabilidad, sin alzar la voz. Pas¨® por Las Palmas de Gran Canaria para defender la causa de los refugiados, especialmente las mujeres, durante el I Encuentro de Parlamentarias Canarias-?frica organizado por el Parlamento de Canarias y la Fundaci¨®n Mujeres por ?frica, con la colaboraci¨®n de Casa ?frica.
De paso, dej¨® flotando en el aire un espiritual negro que la acompa?a como un mantra, Sometimes I feel like a motherless child. Una canci¨®n que ya cant¨® al recibir el Pr¨ªncipe de Asturias en el a?o 2000 y que, indefectiblemente, provoca l¨¢grimas emocionadas en sus oyentes. Barbara Hendricks es soprano y activista, embajadora de buena voluntad de Acnur y una persona comprometida. Dice que el haber nacido ¡°refugiada¡± en su propio pa¨ªs, sin derechos por una cuesti¨®n de piel, la ha hermanado con todos los oprimidos del planeta y la empuja a trabajar contra la injusticia.
Hendricks quiso recordar que la mayor¨ªa de los refugiados son mujeres y ni?os. ¡°Normalmente est¨¢n solas, sin esposos o padres, porque con frecuencia ellos est¨¢n luchando¡±, subray¨®. Destac¨® que hay mujeres que jam¨¢s antes viajaron sin un marido, un padre o un hermano con ellas y se ven forzadas a huir solas para salvar a sus hijos. "Eso las hace muy vulnerables a traficantes, a gente que se aprovecha de ellas¡±. En Acnur, puntualiz¨®, son especialmente conscientes de esa vulnerabilidad.
Hendricks confes¨® que se sent¨ªa feliz con la primera reacci¨®n de los ciudadanos europeos ante la crisis de los refugiados, con la generosidad y la solidaridad patentes en diferentes iniciativas y demostraciones p¨²blicas. ¡°Vivo en Suecia, en una isla, y mi marido se iba a la Estaci¨®n Central de Estocolmo por las tardes con ropa y comida para la gente que estaba en tr¨¢nsito hacia Finlandia¡±, precis¨®. Pero lamenta que m¨¢s tarde los pol¨ªticos "se asustaran". Al hablar de vallas, recuerda la operaci¨®n m¨¢s grande en los inicios de Acnur, la agencia de la ONU para los refugiados. "Tuvo lugar en 1956, tras la revoluci¨®n en Hungr¨ªa, y que ayudamos a 200.000 h¨²ngaros a salir del pa¨ªs. As¨ª que es verdaderamente perturbador ver que tienen una memoria tan corta y que son de los primeros en poner una valla y decir a la gente que se quede tras ella¡±.
Soprano y activista
Estadounidense de nacimiento, Hendricks es hoy ciudadana sueca. Y su curr¨ªculum parece interminable. Experta en ¨®peras de Mozart y m¨²sica de c¨¢mara, se gradu¨® a los 20 a?os en Matem¨¢ticas y Qu¨ªmica en Nebraska para posteriormente trasladarse a Nueva York y ponerse bajo la tutela de la mezzo Jennie Tourel. Recibi¨® clases magistrales de Maria Callas. Ha cantado en todos los grandes teatros y liceos del planeta, a las ¨®rdenes de batutas como Herbert von Karajan o Neville Marriner. Es miembro de la Legi¨®n de Honor francesa y Premio Pr¨ªncipe de Asturias de las Artes. Tambi¨¦n demuestra elegancia y una t¨¦cnica impecable en el terreno del jazz, g¨¦nero con el que mantiene un idilio desde hace m¨¢s de dos d¨¦cadas. Y tambi¨¦n ha ejercido de actriz, compartiendo escena con Juliette Binoche y Jeanne Moreau.
En el terreno humanitario, Hendricks es miembro del consejo de la Fundaci¨®n para la Educaci¨®n de los Refugiados y tiene su propia fundaci¨®n para la paz y la reconciliaci¨®n desde 1998. Entreg¨® el Nobel a Kofi Annan. Y adem¨¢s de dar lustro a los mejores teatros, ha cantado en lugares como Sarajevo o Timor Oriental. Adem¨¢s, es embajadora vitalicia de buena voluntad de Acnur.
Ahora prefiere precisamente hablar de su labor con Acnur, de la participaci¨®n pol¨ªtica de la mujer y sobre todo, de la situaci¨®n de los refugiados. En la capital grancanaria, afirm¨® que la Uni¨®n Europea no s¨®lo no est¨¢ respetando los derechos humanos al firmar un tratado con Turqu¨ªa que favorece las devoluciones en caliente: tambi¨¦n est¨¢ quebrantando todas las declaraciones legales que ha asumido en los ¨²ltimos a?os. ¡°Todos firmaron convenciones sobre refugiados, contra devolver a gente que pide asilo. Desde mi punto de vista, no est¨¢n respetando siquiera sus propias obligaciones¡±, declar¨®. ¡°Es cosa de los ciudadanos de esos pa¨ªses obligarles, presionarles. De hecho, ¨¦se es mi trabajo como embajadora de buena voluntad: dar informaci¨®n para que la opini¨®n europea se conmueva y empuje a sus pol¨ªticos a hacer su voluntad. Creo que la mayor¨ªa de los europeos quieren que la gente sea tratada de manera justa¡±.
Hendricks asegur¨® comprender que nos encontramos ante una situaci¨®n compleja, pero tambi¨¦n advirti¨® que hablamos de gente huyendo para salvar sus vidas. ¡°Son culturalmente diferentes de nosotros de muchas maneras, pero todos compartimos, b¨¢sicamente, el mismo ADN. Estamos forzados a aprender a vivir juntos y tenemos que encontrar una manera humana de hacerlo. Si no, estamos todos perdidos¡±, asegur¨®.
Adem¨¢s de criticar la pasividad y la cobard¨ªa de las autoridades europeas, ambi¨¦n lanz¨® un mensaje directo a los medios de comunicaci¨®n. ¡°No creo que sea dif¨ªcil para la gente empatizar [con los refugiados], es s¨®lo que no nos llegan sus historias. Hay que poner caras a las historias. Tenemos la tragedia instant¨¢nea, la tragedia de la semana y pasamos a otra cosa. No hacemos historias en profundidad, no hacemos historias personales sobre la gente ni damos la oportunidad de empatizar con los otros¡±, critic¨®.
Antes de presentar su ponencia, breve, clara y trufada de datos, dirigi¨® un nuevo mensaje a los periodistas que cubren el drama humanitario de los refugiados. ¡°Como ya dije, la primera reacci¨®n de la mayor¨ªa de los europeos fue salir a la calle y ayudar a los otros, as¨ª que no pierdo la esperanza. Pero pienso que a veces es la historia que se cuenta la que nos llena de miedo¡±.
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