Entre la pena y la nada
Algunos pol¨ªticos llegan a parecer sus propias caricaturas y no personas de carne y hueso
En el proceso de pensar o escribir sobre uno mismo uno se convierte en otro. La frase es de Paul Auster (Experimentos con la verdad) y se refiere a los escritores, pero vale tambi¨¦n para los pol¨ªticos, cuya dedicaci¨®n incluye tambi¨¦n pensarse, o por lo menos as¨ª deber¨ªa ser.
La frase de Paul Auster revolotea en m¨ª desde hace ya meses viendo a los candidatos a presidir el Gobierno de Espa?a desfilar por los medios de comunicaci¨®n cont¨¢ndose y recont¨¢ndose continuamente, intentando dar una imagen atractiva (y lo contrario de sus adversarios) a fin de convencer a los electores de que har¨¢n bien en votarles a ellos. Uno por uno todos destacan por su artificiosidad hasta el punto de que algunos llegan a parecer sus propias caricaturas y no personas de carne y hueso. Si alg¨²n d¨ªa les hicieran sus estatuas costar¨ªa distinguir entre unos y otras. Y es que, a fuerza de aparecer en los medios de comunicaci¨®n a todas las horas y de repetir sus discursos y sus mensajes pol¨ªticos como cotorras, su imagen se ha ido difuminando como le suced¨ªa a aquel personaje de un cuento de Juan Mars¨¦ (un escritor exitoso que continuamente estaba en los escenarios y en los plat¨®s de las televisiones, tanta era su necesidad del p¨²blico) que perd¨ªa corporeidad poco a poco hasta terminar por resultar invisible.
Menos mal que las elecciones se celebran ya ma?ana, pues, de seguir as¨ª una semana m¨¢s, los candidatos a presidir el Gobierno no solo se difuminar¨ªan del todo sino que sus mensajes se evaporar¨ªan tambi¨¦n. Hoy, de hecho, que es la jornada de reflexi¨®n, la segunda en medio a?o y la cuarta o la quinta de la legislatura si contamos las elecciones auton¨®micas, municipales y europeas, pocos electores se acordar¨¢n ya de ellos, ni de sus protagonistas, si se me apura. As¨ª que lo que les queda es imaginar, evocar c¨®mo eran los candidatos cuando empezaron a recorrer las televisiones y las ciudades del pa¨ªs vendiendo imagen e ideolog¨ªa, cu¨¢les eran sus discursos al principio y c¨®mo fueron evolucionando a medida que sus due?os perd¨ªan corporeidad. C¨®mo eran y qu¨¦ dec¨ªan hace unos meses y qu¨¦ dicen ahora, en suma.
Entre la pena y la nada me quedo con la pena, dec¨ªa un personaje de Las palmeras salvajes, de William Faulkner, una frase que se me repite hoy, como la de Paul Auster desde hace ya meses, a la vista de las opciones que se nos ofrecen para decidir y de la posibilidad de que tampoco esta vez sea la definitiva y haya que votar de nuevo. Es lo que seguramente muchos espa?oles se est¨¢n repitiendo tambi¨¦n ahora.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.