Aun as¨ª
Y luego nos escandalizamos de los hooligans, esos m¨¢rtires brutales de la inteligencia emocional...
Les recuerdo una escena de Macbeth: Macduff prepara el asalto definitivo al castillo del tirano y necesita el apoyo de Malcolm, hijo del rey asesinado por Macbeth, as¨ª que le propone el trono cuando derroquen al usurpador. Malcolm quiere saber cu¨¢nto hay de noble af¨¢n o de mero oportunismo en esta propuesta: advierte a Macduff que ¨¦l est¨¢ tan lleno de defectos como Macbeth, porque es sumamente ambicioso, injusto, ¨¢vido de riquezas, violento, incapaz de contener su feroz lujuria... Macduff, al que le interesa ante todo vengar la muerte de su hijo, va minimizando los pecados que se atribuye falsamente el joven pr¨ªncipe, dispuesto a aceptarle cualquier vicio a fin de contar con ese imprescindible aliado. Una excelente muestra de la penetraci¨®n pol¨ªtica de Shakespeare. Finalmente, Malcolm descubre la supercher¨ªa y acepta acompa?ar a Macduff, pero queda la duda de que quiz¨¢ el resultado hubiera sido igual si todas sus autoacusaciones fuesen ciertas. Lo importante era la venganza y recobrar el trono.
Donald Trump ha llegado a decir que ¨¦l podr¨ªa salir a la calle, disparar contra un transe¨²nte y la gente le votar¨ªa igual. Probablemente, ay, no se equivoca. Los partidarios del Brexit han seguido a un xen¨®fobo caricaturesco como Farage, desoyendo sin inmutarse las m¨¢s solventes advertencias sobre los perjuicios que traer¨¢ el abandono de la UE. En Espa?a, candidatos que veneran los reg¨ªmenes menos recomendables mienten sin sonrojo en los debates, amparan la corrupci¨®n, desconocen la igualdad de los ciudadanos o prometen medidas tan democr¨¢ticas como ordenar a jueces y guardias civiles que detengan a sus opositores, ni aun as¨ª ven disminuir sus apoyos electorales. ?Son los nuestros, arrear¨¢n al enemigo! Y luego nos escandalizamos de los hooligans, esos m¨¢rtires brutales de la inteligencia emocional...
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