Tocados, no hundidos
El ¡®Brexit¡¯ exige liderazgo para evitar una recesi¨®n y la crisis pol¨ªtica de la UE
La decisi¨®n de los ciudadanos brit¨¢nicos de separarse de la Uni¨®n Europea entra?a efectos enormemente perjudiciales. Para todos los actores, para la pol¨ªtica y la econom¨ªa, y para la esperanza de mejorar y completar el proyecto com¨²n. Todos salen tocados, aunque en distinto grado ¡ªy a¨²n se desconoce exactamente cu¨¢nto¡ª, aunque no necesariamente hundidos, si se adoptan las actitudes y se emprenden las pol¨ªticas necesarias para convertir lo que se presenta como un desastre en una oportunidad de futuro.
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Trazar el diagn¨®stico m¨¢s riguroso del problema es requisito clave para su encauzamiento. No es una exageraci¨®n hablar de desastre, puesto que de un solo plumazo se han producido inquietantes reacciones m¨²ltiples. Han reverberado las turbulencias financieras como nunca desde la Gran Recesi¨®n, provocando el desplome de las Bolsas. Ha arreciado la depreciaci¨®n de la libra esterlina (y en menor grado, del euro) como no suced¨ªa desde la crisis especulativa de 1992, que la expuls¨® del Sistema Monetario Europeo. Y se ha regalado una victoria de gran simbolismo a todos los enemigos del proyecto europeo.
Se ha declarado una grave crisis pol¨ªtica en Reino Unido, al anunciar su dimisi¨®n (como correspond¨ªa) el primer ministro, David Cameron, principal responsable del fiasco, que defendi¨® la permanencia tras improvisar fr¨ªvolamente un refer¨¦ndum sin qu¨®rum reforzado, sin preparaci¨®n y sin alianzas. Y ahora Londres exhibe, hasta su relevo, un Gobierno interino. Algo especialmente nocivo cuando la disparidad de los votos de sus territorios desvela una profunda fractura interna.
Por su parte, la Uni¨®n ha quedado laminada al perder uno de sus principales socios, la expectativa de crecimiento ilimitado y el prestigio de haber resuelto ¡ªmejor o peor¡ª otros grandes desaf¨ªos.
Urge recuperar la confianza y reparar el da?o causado. La acertada actuaci¨®n del Banco Central Europeo y del Banco de Inglaterra inyectando liquidez y garantizando la estabilidad del sistema financiero debe continuar hasta donde y hasta cuando sea imprescindible.
Y corresponde a las instituciones comunitarias y a los Gobiernos de los 28 Estados miembros gestionar con tino la desconexi¨®n brit¨¢nica (algo nunca hecho antes) y la f¨®rmula que regir¨¢ sus relaciones con la UE en el futuro. No va a ser tarea f¨¢cil, especialmente si por medio se encadena un nuevo refer¨¦ndum en Escocia y peticiones similares en otros Estados miembros donde Gobiernos o partidos populistas quieran aprovechar la situaci¨®n para lograr concesiones injustificadas o progresar electoralmente.
Pero lo decisivo es que el europe¨ªsmo ejerza de europe¨ªsta, que plantee las tareas pendientes ¡ªahora como nunca reveladas como urgentes¡ª para hacer m¨¢s y mejor Europa. Y al mismo tiempo sin ret¨®rica, sin enso?aciones, teniendo en cuenta la realidad de una opini¨®n p¨²blica fragmentada y de una ciudadan¨ªa desorientada a la que se debe ofrecer ideas, proyectos y liderazgos claros. Si eso es as¨ª, Europa salvar¨¢ dignamente este peligroso abismo.
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