Los guardianes del whisky de Tennessee
JESUS is coming back soon, sooner than you think¡±?(Jes¨²s va a volver pronto, m¨¢s pronto de lo que crees) reza un cartel de carretera en la ruta 231. Esta no ha pasado al imaginario colectivo como s¨ª la hist¨®rica 66, aunque ambas cosan las costuras de Estados Unidos desde un origen pr¨¢cticamente id¨¦ntico en el norte del pa¨ªs. La afamada 66 va hacia el este, de Chicago (Illinois) a Los ?ngeles (California). Y la 231 parte de Saint John (Indiana) y tambi¨¦n penetra en el sur americano hasta llegar a Florida. En su tramo por Tennessee, desde la ventanilla del coche se divisan lugares donde se suceden una, dos, tres, cuatro¡, ?cinco!, ?seis! iglesias consecutivas. El camino lleva hasta el condado de Moore, donde tomamos el desv¨ªo hacia la 82 en direcci¨®n a Lynchburg, hogar de la marca que m¨¢s whisky vende en el mundo: Jack Daniel¡¯s.
Dicen las estad¨ªsticas que Lynchburg tiene 6.313 habitantes. Cuesta creer que haya tantos en una silenciosa ma?ana de un martes cualquiera. Algo m¨¢s animado est¨¢ Miss Mary Bobo¡¯s, una boarding house?o casa familiar abierta desde 1908 donde tradicionalmente se acog¨ªan hu¨¦spedes y se les daba de comer, y que hoy sirve como un eslab¨®n m¨¢s del marketing?tur¨ªstico que rodea a la localidad y a Jack Daniel¡¯s. Con media docena de estancias privadas, sentados para el almuerzo en una de ellas a media ma?ana, compartimos mesa con dos familias que han venido desde Nashville. Celebran el futuro matrimonio de sus hijos: chica rubia y chico rubio, dientes alineados y blanqueados, buenas maneras, timidez y pocas palabras, justo lo contrario que el padre de uno de ellos, que acapara entre plato y plato la conversaci¨®n.
pulsa en la fotoSeis amigas posan en Miss Mary Bobo¡¯s, una boarding house de Jack Daniel¡¯s donde se sirven comidas.Ana Nance
Catorce estudiantes trabajan en Miss Mary Bobo¡¯s a cambio de las propinas de los clientes, advierte la anfitriona con retint¨ªn, que tambi¨¦n recuerda c¨®mo ¡°el viejo Jack¡± se dejaba caer por la casa. Una adolescente sirve la comida. Son las once de la ma?ana y en la mesa hay pollo y ocra fritos, coleslaw?(ensalada de col y zanahoria), pan de ma¨ªz, patatas asadas, jud¨ªas verdes¡ y t¨¦ dulce con hielo. La comida sure?a est¨¢ muy rica, aunque a esas horas se haga cuesta arriba comerla. Como la charla es definitivamente aburrida, aprovechamos, antes de emprender la visita tur¨ªstica por la destiler¨ªa organizada por la marca de whisky, para pasear por el pueblo y cruzar, dos calles m¨¢s all¨¢, hacia el cementerio.
All¨ª est¨¢ enterrado su m¨¢s ilustre ciudadano: ¡°Jack Daniel (1850-1911)¡± dice su l¨¢pida, a mitad de esculpir, dicen que como s¨ªmbolo de una muerte prematura. Y est¨²pida, aseguran los gu¨ªas como un mantra para arrancar un suspiro de asombro a los visitantes. La historia oficial dice que Jack Daniel, que en realidad se llamaba Jasper Newton Daniel, ten¨ªa una memoria horrible y habitualmente olvidaba la combinaci¨®n de su caja fuerte. Un d¨ªa, desesperado por no poder abrirla, le peg¨® una patada. Se hizo tanto da?o que uno de los dedos del pie se acab¨® infectando y muri¨® por sepsis.
La otra gran curiosidad del lugar, y esta dice mucho de la historia, no solo de Jack Daniel¡¯s sino tambi¨¦n de Lynchburg, es que este se asienta en un condado, el de Moore, donde a¨²n rige la ley seca. Perdura as¨ª el esp¨ªritu de los a?os veinte y treinta, cuando en Estados Unidos se prohibi¨® la venta de alcohol. Pero tras levantarse el veto en el ¨¢mbito nacional en 1933, diversos Estados y condados dictaron sus propias normas, que llegan hasta nuestros d¨ªas. Son lugares como Lynch?burg, enmarcados mayoritariamente en el sur del pa¨ªs, sitios que tambi¨¦n coinciden geogr¨¢ficamente con el conocido como Bible Belt?o cintur¨®n de la Biblia, es decir, las zonas m¨¢s conservadoras de Norteam¨¦rica, que mantienen con orgullo sus herencias y donde la bandera confederada a¨²n ondea en algunos m¨¢stiles.
Aunque el consumo de alcohol no est¨¢ prohibido, la venta s¨ª lo est¨¢, por lo que en ning¨²n pub?de Lynchburg se puede disfrutar de un vaso de whisky Jack Daniel¡¯s. De hecho, solo en la destiler¨ªa se puede comprar una botella: all¨ª se hace una peque?a excepci¨®n a la norma. Es por tanto un privilegio echar un trago y compartir mesa con Jeff Arnett, el s¨¦ptimo master distiller de la marca. El primero fue el viejo Jack, que fund¨® la marca de whisky que lleva su nombre en 1866, ahora hace 150 a?os, despu¨¦s de aprender el oficio gracias a un ministro luterano que le acogi¨® al quedarse hu¨¦rfano siendo un ni?o. Hoy la marca es la que m¨¢s whisky vende a escala global, imbatible en Estados Unidos y en el mundo, con 12 millones de botellas al a?o en el mercado. ¡°Hemos crecido much¨ªsimo. En los 15 a?os que llevo aqu¨ª, hemos doblado las ventas¡±, asegura Arnett.
Es por ello que Lynchburg necesita unas reservas muy abundantes de whisky. Sus almacenes contienen 2,3 millones de barriles (¡°hemos aprendido que si tenemos un stock?muy elevado podemos mantener los procesos naturales, sin acelerar la maduraci¨®n del whisky¡±, dice Arnett). Estos se fabrican en sus propias toneler¨ªas en Kentucky y Alabama, con madera de roble americano procedente de los Apalaches. Y aunque el interior de estos recipientes est¨¢ tostado para dar un car¨¢cter especial al espirituoso, en realidad el verdadero secreto de Jack Daniel¡¯s est¨¢ en el filtrado del whisky a trav¨¦s de carb¨®n vegetal obtenido tras la quema de madera de arce. Este paso es el que concede el toque especial a la bebida y el que, seg¨²n la ley, hace que a este bourbon?americano se le llame ¡°whisky de Tennessee¡±. ¡°Cuando bebes nuestro whisky, no bebes un l¨ªquido, bebes la historia que est¨¢ detr¨¢s¡±, recuerdan con toda solemnidad.
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