La elegancia eterna de Louise Dahl-Wolfe
Una exposici¨®n muestra, por primera vez fuera de EE UU, la obra de la mujer que revolucion¨® la fotograf¨ªa de moda
Si hubiese que a?adir una acepci¨®n a la palabra ¡°elegancia¡± en el diccionario, ser¨ªa acertado se?alar que esa cualidad est¨¢ en las im¨¢genes que compuso la estadounidense Louise Dahl-Wolfe (San Francisco, 1895- Nueva Jersey, 1989), la mujer que ¡°revolucion¨® la fotograf¨ªa de moda con su trabajo en Harper¡¯s Bazaar entre 1936 y 1958¡±, destaca Mar¨ªa Garc¨ªa Yelo, la directora de PHotoEspa?a. El festival de la imagen acoge, en el C¨ªrculo de Bellas Artes, de Madrid, hasta el 28 de agosto, la primera exposici¨®n de Dahl-Wolfe fuera de Estados Unidos.
Al contemplar los retratos que Dahl-Wolfe captur¨®, entre otros, de Orson Welles, Bor¨ªs Karloff, Andr¨¦ Malraux, Edward Hopper y Jean Cocteau, que posan c¨®modos, con naturalidad, hay que preguntarse por qu¨¦ esta mujer es tan desconocida a este lado del Atl¨¢ntico. La joven Dahl-Wolfe quiso ser artista, pero al ver que no entusiasmaba a sus profesores de Artes Pl¨¢sticas, se orient¨® al dise?o y, m¨¢s adelante, a la fotograf¨ªa. Sin embargo, "en la forma de componer sus im¨¢genes y en el uso de la luz y el color hab¨ªa m¨¢s de pintora que de fot¨®grafa", a?ade Garc¨ªa Yelo.
Las primeras fotos de Dahl-Wolfe no ten¨ªan nada de glamur, eran las de los empobrecidos granjeros de la Gran Depresi¨®n que describi¨® John Steinbeck en Las uvas de la ira. Luego trabaj¨® como fot¨®grafa comercial en unos grandes almacenes, hasta que los responsables de Harper¡¯s Bazaar se fijaron en ella y la contrataron. A¨²n tuvo que esperar un tiempo para retratar a las modelos y a las estrellas de Hollywood, porque empez¨® con los accesorios: "?Fotografi¨¦ zapatos hasta que me salieron por las orejas!", dijo.
Durante sus 20 a?os en la gran revista, con 86 fotos de portada, 3.000 im¨¢genes en blanco y negro y 600 en color ¡ªutiliz¨® la pel¨ªcula de color en 1937, dos a?os despu¨¦s de que la inventara Kodak¡ª forj¨® la imagen de la nueva mujer: distinguida, elegante, seductora, viajera, curiosa¡ en traje de ba?o, con trajes de Balenciaga y vestidos de fiesta de Dior; y le dio m¨¢s valor al entorno de cada foto al localizar sus im¨¢genes en Miami, Par¨ªs, El Cairo o C¨¢diz¡ "Es el canon de la elegancia contempor¨¢nea, la que se gest¨® en los cuarenta y cincuenta".
Lauren Bacall
Entre esas modelos a las que ordenaba, con dureza, "?mantente ah¨ª!" mientras las retrataba, hubo una adolescente llamada Betty Bacall. Dos fotos de ella en Florida con solo 17 a?os pueden verse en la exposici¨®n Con estilo propio, Louise Dahl-Wolfe, y en el cat¨¢logo sobresale la portada para Harper¡¯s de Bacall en la que se ve a la joven, pensativa, con un abrigo de cuello alto, delante de la puerta de una consulta de hospital en la que se pide donar sangre. EE UU estaba en la II Guerra Mundial. No sabemos si los labios rojos y la mirada felina de Bacall dispararon las donaciones de sangre, pero esa foto sirvi¨® para que Howard Hawks le hiciera un contrato y le cambiara el nombre de pila, por Lauren, para su salto al cine en Tener o no tener (1944), con Humphrey Bogart.
Otras estrellas del cine como Dolores del R¨ªo, Vivian Leigh, Bette Davis, Veronica Lake, Ives Montand y James Cagney posaron para Dahl-Wolfe como no se hab¨ªa visto antes: al aire libre, con luz natural, lejos de los relamidos retratos de estudio, saturados de focos y retoques. Los organizadores de la exposici¨®n sostienen que, con su Rolleiflex, Dahl-Wolfe convirti¨® a dioses inalcanzables para el p¨²blico en personas famosas.
Esta exposici¨®n, toda en blanco y negro, dedica uno de sus apartados a los desnudos. Mujeres de espaldas o de lado que muestran sus bellos cuerpos, siempre con gestos y poses delicados. ?Se publicaban fotos de mujeres desnudas en los a?os cuarenta? "Desde los alegres a?os veinte, hasta la II Guerra Mundial, hubo mucho liberalismo en la est¨¦tica. A veces juzgamos err¨®neamente tiempos pasados, pero la mojigater¨ªa vino despu¨¦s, en los cincuenta", apunta Garc¨ªa Yelo.
Precisamente, al final de esa d¨¦cada lleg¨® el ocaso voluntario de esta extraordinaria fot¨®grafa. Los tiempos y gustos hab¨ªan cambiado, incluidos los de Harper¡¯s Bazaar, y ella decidi¨® que ese ya no era su mundo. "Se desencant¨®, no se reconoc¨ªa en el nuevo tipo de publicaciones, cre¨ªa que se hab¨ªa perdido la esencia de la elegancia". Dahl-Wolfe se march¨® al campo con su esposo, un escultor que le hab¨ªa ayudado a componer las historias que contaba en sus fotograf¨ªas, y se retir¨®. Qued¨® en el olvido hasta mediados de los ochenta, cuando public¨® sus memorias y, por fin, llegaron los reconocimientos y exposiciones en su pa¨ªs. Lo que s¨ª hab¨ªa permanecido era su maestr¨ªa para los fot¨®grafos de moda que la siguieron, como Richard Avedon. ?l, que fue su ayudante, dijo de esta mujer valiente y con car¨¢cter: "Fue la vara de medir de todos nosotros".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.