Asegurar el Sahel a toda costa
El apoyo de la UE se limita a un cuentagotas de ayuda al desarrollo y a medidas policiales
Sumidos en un ombliguismo suicida (Brexit como ¨²ltima muestra) e hist¨¦ricamente agobiados por crisis m¨¢s pr¨®ximas, en t¨¦rminos generales el Sahel no existe ni en la agenda medi¨¢tica ni pol¨ªtica de la Uni¨®n Europea. Y cuando asoma solo lo hace en relaci¨®n con la brutal insuficiencia alimentaria que padece, los estallidos de violencia, la debilidad y autoritarismo de los aparatos estatales, el yihadismo, los comercios il¨ªcitos o los efectos del cambio clim¨¢tico. El problema no est¨¢ tanto en ese sesgo negativo, que responde a realidades incontrovertibles, como en las respuestas que adoptan los Veintiocho. Respuestas que, por un lado, se limitan a un cuentagotas de ayuda al desarrollo a la baja que solo permite, en el mejor de los casos, paliar los efectos m¨¢s dolorosos y visibles de carencias estructurales. Y, por otro, apuestan por medidas de seguridad que se retroalimentan con un selectivo alarmismo que solo ve a esos pa¨ªses como fuentes de terrorismo yihadista y flujos migratorios sin fin.
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Frente a ese generalizado olvido y esa visi¨®n monotem¨¢tica, poco sentido tiene bascular hasta el extremo opuesto, recreando la imagen id¨ªlica de una regi¨®n que r¨ªe a pesar de sus desgracias y que tiene un gran futuro por delante. En sus m¨¢s de tres millones de kil¨®metros cuadrados, con partes de Mauritania y Senegal en un extremo y de Eritrea, Etiop¨ªa y Somalia en el opuesto, el presente es sin¨®nimo de retos y amenazas que exceden las capacidades de los Estados all¨ª ubicados. Visto as¨ª, el futuro puede no existir si no se revierten las negativas din¨¢micas actuales, resumidas en la negaci¨®n de una vida digna para la inmensa mayor¨ªa de sus habitantes.
Algunos quieren entender el socorrido mantra de ¡°soluciones africanas para problemas africanos¡± como una excusa para desentenderse de lo que all¨ª ocurre. Y otros, ante el agravamiento de la situaci¨®n, lo usan como una prueba definitiva de la incapacidad africana para controlar su destino. En ambos casos se detecta un notorio desinter¨¦s por asumir la corresponsabilidad en la creaci¨®n de este estado de cosas y una falta de voluntad pol¨ªtica para emplear nuestras ingentes capacidades para acompa?ar el proceso que les permita salir del t¨²nel. El esfuerzo principal de los Veintiocho, m¨¢s all¨¢ de las rimbombantes cumbres UE-?frica y de tantas promesas incumplidas, se centra en intervenir reactivamente cuando algo afecta a nuestros intereses vitales (como Francia en Mal¨ª, RCA y N¨ªger, por ejemplo) y en dise?ar muros de contenci¨®n que encapsulen los focos problem¨¢ticos, tanto aplicando medidas policiales con los que puedan llegar a nuestras puertas como buscando la colaboraci¨®n cremat¨ªsticamente interesada de algunos gobiernos locales (Espa?a aparec¨ªa aqu¨ª como un alumno aventajado ya antes del vergonzoso acuerdo de la Uni¨®n con Turqu¨ªa).
El esfuerzo principal de los Veintiocho se centra en intervenir reactivamente cuando algo afecta a nuestros intereses vitales
Ejemplo destacado entre los muchos que muestran la miop¨ªa de esos planteamientos y el grado de incumplimiento y dejaci¨®n de responsabilidad que aqueja a los Veintiocho (entre otros donantes) es que solo se haya cubierto el 31,1% del Plan de Respuesta Humanitaria para 2016 en Sud¨¢n del Sur, donde 4,3 millones de personas sufren una grave insuficiencia alimentaria. M¨¢s imp¨²dico a¨²n es el intento de la Comisi¨®n Europea de hacer pasar por un plan Marshall para ?frica lo que solo es el simple pago de servicios por parte de Bruselas a nueve Gobiernos africanos que se supone que estar¨¢n dispuestos a colaborar, del modo que sea preciso, en disuadir a potenciales emigrantes hacia tierras comunitarias.
Pero es que incluso en el terreno de la seguridad se percibe una creciente dejaci¨®n de funciones. ?De qu¨¦ otro modo se entiende que la Uni¨®n haya anunciado ya que recortar¨¢ en un 20% los fondos destinados a financiar la AMISOM, sabiendo que eso se traducir¨¢ en un empeoramiento de la situaci¨®n de seguridad en una Somalia que sigue siendo el ejemplo protot¨ªpico de Estado fallido?
No se descubre nada si se vuelve a insistir en la necesidad de aplicar respuestas multilaterales, multidimensionales y sostenidas en el tiempo para atajar las causas estructurales que terminan por dibujar un panorama tan preocupante en esta abandonada regi¨®n. Ni hay atajos satisfactorios ¡ªpor v¨ªa militarista y reactiva¡ª, ni cabe esperar que los problemas se disuelvan como un azucarillo. La principal responsabilidad les corresponde a las sociedades y a los Gobiernos de la zona; pero por puro ego¨ªsmo inteligente (si la responsabilidad hist¨®rica y las exigencias ¨¦ticas no cuentan) la tarea tambi¨¦n es nuestra.
Jes¨²s A. N¨²?ez Villaverde es codirector del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acci¨®n Humanitaria (IECAH). S¨ªganle en @SusoNunez.
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