Veraneo

Cuando uno se queda a solas con la maleta abierta y 15 d¨ªas de asueto por delante, un convulso temblor le sacude entero, de la coronilla al pulgar. ?Qu¨¦ voy a leer en esa interminable sucesi¨®n de d¨ªas vac¨ªos?

Hace un tiempo les hablaba yo de uno de los hombres m¨¢s inteligentes que hab¨ªa le¨ªdo, Simon Leys, a quien debo agradecer que me llamara idiota cuando militaba con los mao¨ªstas. Este profesor era un hombre s¨®lidamente educado en dos culturas, la europea y la china. Cuando llam¨® idiotas a los mao¨ªstas no los insultaba: estaba definiendo con precisi¨®n un tipo de individuo. Hay un grupo particular de idiotas que se siente insultado cuando oye esa palabra. Suelen exigir el despido del periodista que (seg¨²n asumen) les ha llamado idiotas. Nunca creen que sea la pura verdad.

La obra de Leys fue sobre todo la de un sin¨®logo de prestigio, pero era, adem¨¢s, un lector voraz y agudo de literatura. Muchos de sus comentarios se editaron en el New York Rewiew of Books y ahora aparecen en excelente traducci¨®n espa?ola con el acertado t¨ªtulo de Breviario de saberes in¨²tiles. Un saber in¨²til, para Leys, es, por ejemplo, la lectura que no obedece a ning¨²n deber. Eso no significa que considere la lectura placentera como algo despreciable. Todo lo contrario. ¡°Entre dos cirujanos igualmente competentes (dec¨ªa) procure que le opere el que haya le¨ªdo a Ch¨¦jov¡±.

Hay aqu¨ª textos impagables como una defensa de don Quijote contra su torturador, Cervantes, una colleja al hijo de Nabokov, un baile con Chesterton (¡°bailar¨ªn de las cien piernas¡±), una celeste imagen de Barthes lamiendo a Mao, junto con una extensa selecci¨®n de art¨ªculos sobre China, sobre el mar o sobre la universidad. As¨ª que, placer, inteligencia y variedad. Pues cierro la maleta.