La mortadela
En el interior de nuestras cabezas suceden hechos portentosos.
Estaba descansando de la caminata en un banco p¨²blico, cuando vi a un se?or que sub¨ªa de la playa en ba?ador, con el torso desnudo. Llevaba debajo del brazo un jam¨®n envuelto en una tela blanca. Al acercarse, me di cuenta de que el jam¨®n era en realidad una sombrilla. La asociaci¨®n entre una cosa y otra me dej¨® at¨®nito. En el interior de nuestras cabezas suceden hechos portentosos. El sol estaba declinando, pero calentaba con fuerza. Imagin¨¦ a los miembros de una familia en la playa, sentados en sus toallas alrededor de un jam¨®n. ?Por qu¨¦ has bajado el jam¨®n?, pregunta la esposa al marido. Porque lo he confundido con la sombrilla, responde ¨¦l, trastornado por el suceso. Bueno, concluye resignada la mujer, mientras ma?ana no nos pongas unas lonchas de sombrilla para el aperitivo¡
Todo esto, como digo, ocurre dentro de mi cabeza, sin que yo ponga voluntad alguna en que ocurra. Con el transcurso de los minutos, la familia se va perfilando. Adem¨¢s del matrimonio, incluye dos hijos adolescentes, que parecen gemelos, y un beb¨¦ de meses. El beb¨¦ invita a preguntarnos si es del segundo matrimonio de uno de los dos o una sorpresa tard¨ªa. Dejo el asunto aqu¨ª, aunque m¨¢s bien es el asunto el que me deja a m¨ª, y emprendo el camino de regreso a casa. Al entrar, le digo a mi mujer que he visto subir de la playa a un se?or con un jam¨®n debajo del brazo. Ella me mira esperando una segunda parte que no le ofrezco. Entonces dice que le habr¨¢ tocado en una rifa. Le digo que no hab¨ªa o¨ªdo que en la playa se rifaran jamones. Es tendencia, a?ade ella. Apenas ceno y me acuesto pronto, con un grado inusual de desasosiego. Ya en la cama me viene a la memoria aquella afirmaci¨®n de Bu?uel seg¨²n la cual la mortadela la hac¨ªan los ciegos.
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