Renzi emprende la caza de los funcionarios pillos
Un decreto prev¨¦ la expulsi¨®n inmediata de quienes acudan al trabajo solo para fichar
En cierta ocasi¨®n, a Juan XXIII le preguntaron: ¡°Santidad, ?cu¨¢ntas personas trabajan en el Vaticano?¡±. Y el Papa Bueno, guas¨®n como era, respondi¨®: ¡°Aproximadamente¡, la mitad¡±.
En la Administraci¨®n p¨²blica italiana, si uno atiende a las noticias que aparecen de vez en cuando en los peri¨®dicos, est¨¢ a punto de suceder lo mismo, y el Gobierno de Matteo Renzi parece decidido a evitarlo. A trav¨¦s de dos frentes. El primero, que acaba de ponerse en marcha, consiste en despedir sin contemplaciones a los empleados p¨²blicos que, como constatan decenas de fotograf¨ªas y v¨ªdeos que circulan por Internet, se han aficionado a acudir al puesto de trabajo, fichar en la m¨¢quina electr¨®nica y marcharse por donde han venido. Hay casos clamorosos, como aquel polic¨ªa municipal de San Remo inmortalizado por una c¨¢mara de vigilancia mientras fichaba en calzoncillos para volver a la cama r¨¢pidamente, o uno muy reciente en el que un funcionario de N¨¢poles sellaba su tarjeta y la de algunos colegas con una caja de cart¨®n en la cabeza. El camuflaje, aunque casero, ten¨ªa su raz¨®n de ser. Acababa de entrar en vigor el decreto antifurbetti (una traducci¨®n aproximada ser¨ªa antipillos), que prev¨¦ la suspensi¨®n de empleo y sueldo en un plazo de 48 horas y la aplicaci¨®n inmediata de sanciones disciplinarias que pueden desembocar en el despido. El decreto, con vocaci¨®n ejemplarizante, incluye una querella por ¡°estafa agravada por da?os al Estado¡±. Pero no acaba ah¨ª la cosa.
El Gobierno de Renzi prepara otra serie de acciones para poner patas arriba la gigantesca burocracia italiana. El zafarrancho incluir¨¢ medidas revolucionarias para la, hasta ahora, muy garantista legislaci¨®n laboral. Ser¨¢ posible el traslado obligatorio de un funcionario si existe ¡°excedente de personal¡± o la sustituci¨®n de la retribuci¨®n por antig¨¹edad por un sistema de incentivos en virtud de los m¨¦ritos.
Renzi, como Juan XXIII, quiere saber cu¨¢ntas personas trabajan, de verdad, en Italia.
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