Atrapar la niebla para tener agua en el desierto de Lima
La capital peruana es la mayor ciudad del mundo ubicada en un desierto tras El Cairo. Sin lluvia y apenas sol, pero s¨ª mucha niebla, recoger agua con redes es una soluci¨®n barata e innovadora
¡°Quiero comenzar un plan de agroturismo con una piscina propia¡±. Maura Vargas, con una mano manchada de tierra marr¨®n, se?ala hacia un lugar oculto por la espesa niebla. All¨ª se encuentra la fuente a la que ha estado yendo durante a?os para coger agua para sus plantas. Dos veces a la semana, ella y su marido iban all¨ª en taxi pertrechados con dos bidones. Se tardaba media hora en llegar y el transporte era demasiado caro. Sobre todo si pensamos que de las plantas tampoco se sacaba demasiado en aquellos tiempos. Porque, ?qu¨¦ se puede hacer con apenas un par de bidones de agua semanales si vives en una zona tan seca como el desierto?
Y, sin embargo, ahora est¨¢ rodeada de calabazas, patatas, campos de aloe vera y ¨¢rboles cargados de frutos tropicales. El jard¨ªn de Maura es un oasis verde en medio del seco arenal que rodea Lima. La soluci¨®n se encuentra, como una sombra silenciosa, tras ella: una red de nailon de malla fina de seis por cuatro metros, firmemente tensada entre dos postes de madera. Desde lejos parece m¨¢s bien una gigantesca red de voleibol. Cuando el viento?empuja la niebla baja a trav¨¦s de la red, peque?as gotas de agua quedan atrapadas en ella, explica Maura. Las gotitas se van juntando para formar gotas de agua m¨¢s grandes, que se deslizan gracias a la gravedad hacia su destino final: un aljibe. En d¨ªas favorables ¨Cuna humedad relativa del 98% no es una excepci¨®n en Lima¨C la red recoge 400 litros de agua. Maura no tiene m¨¢s que abrir el grifo del aljibe para poner en marcha el sistema de irrigaci¨®n que ha construido ella misma.
Situada entre el oc¨¦ano Pac¨ªfico y la cordillera de Los Andes, la capital de Per¨² es un caso especial desde el punto de vista meteorol¨®gico. La fr¨ªa corriente de Humboldt, que fluye a lo largo de costa, atempera el sol tropical a la vez que la cordillera de Los Andes mantiene alejadas las lluvias amaz¨®nicas. Lima es, despu¨¦s de El Cairo, la ciudad m¨¢s grande del mundo ubicada en un desierto, y tiene un clima mucho m¨¢s fr¨ªo de lo que se podr¨ªa suponer por su situaci¨®n geogr¨¢fica. Apenas llueve, y lo mismo se puede decir del sol: no aparece m¨¢s de dos meses al a?o. El resto del a?o, la ciudad queda sepultada bajo un blanco mar de nubes, causado por una espesa niebla marina que surge al chocar las corrientes de viento fr¨ªas con las c¨¢lidas.
Esta ciudad, donde reside la tercera parte de la poblaci¨®n peruana ¨Ccasi nueve millones de personas¨C, depende de tres r¨ªos para el suministro de agua: el R¨ªmac, el Chill¨®n y el Lur¨ªn. Sin embargo, a causa del cambio clim¨¢tico, en los ¨²ltimos a?os el agua del deshielo de la que se alimentan estos r¨ªos ha disminuido un 12%. Y, mientras el agua se hace m¨¢s escasa, la ciudad sigue creciendo sin control. A Lima llegan 15.000 nuevos habitantes al a?o por t¨¦rmino medio, que pegan literalmente sus casas a los arrabales de la ciudad. La mayor¨ªa de los habitantes de esos llamados pueblos j¨®venes tienen luz, televisi¨®n y tel¨¦fono m¨®vil, pero les falta lo m¨¢s b¨¢sico: agua.
Dos millones de lime?os carecen de acceso a agua corriente, asevera Abel Cruz, de la fundaci¨®n Peruanos sin Agua. En Villa Mar¨ªa del Triunfo, el suburbio donde vive Maura, viven 335.000 personas. Se trata en su mayor¨ªa de inmigrantes que han acudido a la capital desde la zona amaz¨®nica y de Los Andes para probar suerte. Por las embarradas calles sube un cami¨®n cisterna tocando ruidosamente el claxon. Una mujer con un beb¨¦ en brazos sale corriendo a la calle. Apenas ha tenido tiempo de quitar el sucio pl¨¢stico del aljibe cuando ya se precipita a borbotones dentro de ¨¦l el agua proveniente del cami¨®n. La mujer explica que pasa dos veces a la semana y que ella usa el agua para todo: lavar, fregar el suelo y cocinar. En invierno, la cantidad de agua que le toca le llega "justito", pero en verano, cuando todo el mundo quiere darse un ba?o, surgen las estrecheces. ¡°Entonces nos metemos toda la familia en una tina¡±, cuenta ri¨¦ndose. Cruz le pregunta cu¨¢nto le cuesta. ¡°Veinte soles por metro c¨²bico¡±, responde en tono de protesta, ¡°?10 veces m¨¢s caro que en el centro de la ciudad!¡±. All¨ª no tienes m¨¢s que abrir el grifo y, encima, la gente es rica, a?ade con indignaci¨®n. ¡°Los que menos tenemos somos los que m¨¢s pagamos¡±.
En d¨ªas favorables, una red 'atrapanieblas' recoge hasta 400 litros de agua
Junto con los habitantes de algunos suburbios, Cruz intenta sacar el m¨¢ximo provecho a las especiales condiciones clim¨¢ticas de su ciudad. As¨ª, con la ayuda de USAID y de la fundaci¨®n holandesa Nederlandse Creating Water Foundation ha instalado 160 redes atrapanieblas en siete distritos diferentes. Aunque, en su opini¨®n, tampoco se puede decir que esas redes sean precisamente un ingenio t¨¦cnico. ¡°La naturaleza lleva haci¨¦ndolo millones de a?os¡±. Pero saber que se puede disponer de agua asequible de forma estable ha cambiado la vida de numerosas familias. Gracias a la red atrapanieblas Maura pudo comenzar el cultivo de aloe vera en su jard¨ªn. Tiene m¨¢s de una hect¨¢rea de terreno y el producto lo vende, por turnos con sus vecinos, a fabricantes de productos naturales, que lo utilizan para la elaboraci¨®n de pastillas para la garganta, suplementos alimenticios y productos de cosm¨¦tica. Su aspiraci¨®n es lograr el sello de cultivo biol¨®gico, con lo que podr¨¢ doblar el precio al que vende sus plantas.
Naturalmente, las redes funcionan solamente cuando hay niebla, es decir, unos nueve meses al a?o. ¡°Durante ese tiempo el agua nos sale pr¨¢cticamente gratis, con lo que el coste de la vida se ha reducido un 50%¡±, detalla Maura. En verano compra agua de los camiones cisterna, gasto para el que ha podido ir ahorrando durante todo el invierno. Su familia y ella suelen comer en el jard¨ªn, donde, adem¨¢s de aloe vera, tambi¨¦n crecen calabazas, patatas, remolachas, alubias, lechugas y r¨¢banos entre los cactus, el ¨²nico recuerdo de que aqu¨ª hubo un desierto una vez. Cada vez m¨¢s a menudo, dispone de suficientes ingredientes para cocinar para sus clientes. Sus vecinos hace tiempo que acud¨ªan a su restaurante al aire libre para degustar sus recetas de pato, arroz o cobaya asada, pero hace poco se han apuntado tambi¨¦n un cliente franc¨¦s y uno estadounidense. Lima es cada vez m¨¢s popular como destino culinario y Maura quiere aprovechar la ocasi¨®n. Mientras recolecta verduras, con uno de sus nietos colgado de sus piernas y el otro a la espalda, expone su sue?o. Quiere convertir su peque?a cocina al aire libre en un restaurante rural serio. Con un jard¨ªn infantil, un par de sencillas habitaciones para hu¨¦spedes y una piscina propia. Pero, ?cu¨¢ntas redes atrapanieblas necesitar¨ªa para llenar su piscina? Le entra la risa con la pregunta, mientras calcula a la velocidad del rayo que deber¨ªa ser suficiente con otras dos redes.
Dos millones de lime?os carecen de acceso a agua corriente, seg¨²n la fundaci¨®n Peruanos sin Agua
Abel Cruz asegura que las redes atrapanieblas instaladas en Villa Mar¨ªa del Triunfo han creado un total de 74 hect¨¢reas de zonas verdes en Lima. ¡°Esos son los pulmones verdes que necesita una megaciudad como esta¡±. Se encuentra en el punto m¨¢s alto del barrio, donde un sistema de ocho redes va llenando una gran cisterna. En total, en el proyecto participan 120 familias, y quien no tiene red en su jard¨ªn, viene aqu¨ª a por agua. Antes, estas familias viv¨ªan sumidas en la m¨¢s absoluta pobreza; ahora la mayor¨ªa son autosuficientes, dice Cruz. El paso siguiente es que creen su propia empresa y que logren unos ingresos dignos de la clase media. La llegada del agua a los barrios abre un gran abanico de posibilidades. Cruz ve c¨®mo personas como Maura sue?an con una empresa de agroturismo con piscina, mientras otros ponen en marcha una granja de pollos, una piscifactor¨ªa o un criadero de cobayas, que tanto gustan en Per¨² a la barbacoa.
No hace falta mirar demasiado alrededor para darse cuenta de que el oasis verde de Maura y de sus vecinos es una rareza. Desde este enclave no se ve otra cosa que las monta?as que rodean la ciudad totalmente edificadas; casas apiladas como piezas de Lego cubriendo las laderas. Per¨² es una de las econom¨ªas que m¨¢s crece de Latinoam¨¦rica, y el crecimiento se concentra en la capital. Todos los d¨ªas llegan a la ciudad cientos de personas en busca de oportunidades. A falta de planes urban¨ªsticos sociales, los inmigrantes y los tratantes de tierras ocupan parcelas que consideran tierra de nadie y construyen sus propias casas y se dotan de infraestructuras (insuficientes e inadecuadas) confiando en que, si esperan lo suficiente ¡ªnormalmente hasta las siguientes elecciones¡ª, el pol¨ªtico de turno reconozca sus barrios a cambio de votos.
La zona monta?esa de Villa Mar¨ªa del Triunfo, donde vive Maura, est¨¢ escasamente urbanizada, por lo que es alta la probabilidad de que la ocupen los tratantes o los emigrantes, explica Abel Cruz. El hecho de que haya posibilidades de obtener buenos ingresos en la zona la hace todav¨ªa m¨¢s atractiva. A la entrada del barrio, los vecinos han colocado una puerta que vigilan por turnos las 24 horas del d¨ªa, para protegerse contra los invasores. Y as¨ª, ahora el oasis se ha convertido en una comunidad cerrada. Un fen¨®meno harto conocido en todo el mundo, con el que un determinado grupo de personas quiere proteger lo que tienen de otros que carecen de ello. Normalmente, se trata de dinero. En Lima es el agua.
Este reportaje forma parte del proyecto period¨ªstico Future Cities, apoyado por el Programa de Becas Innovaci¨®n para el Desarrollo del Centro Europeo de Periodismo (EJC, por sus siglas en ingl¨¦s) que est¨¢ financiado por la Fundaci¨®n Bill y Melinda Gates.
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