C¨®mo Israel est¨¢ perdiendo a Estados Unidos
Los pol¨ªticos estadounidenses est¨¢n prestando atenci¨®n a las encuestas donde sus ciudadanos apuestan por una pol¨ªtica m¨¢s imparcial de Washington en el conflicto palestino-israel¨ª. El fen¨®meno ya ocurri¨® en Europa
El difunto diplom¨¢tico norteamericano George Ball alguna vez dijo que Israel necesitaba ser salvado de sus pol¨ªticas suicidas ¡°a pesar de s¨ª mismo¡±. En un art¨ªculo de Foreign Affairs de 1977, exigi¨® un esfuerzo imparcial por parte de Estados Unidos a favor de un acuerdo de paz ¨¢rabe-israel¨ª. Pero, si bien la postura realista de Ball sobre el conflicto palestino-israel¨ª no es inusual entre los funcionarios del Departamento de Estado, sigue siendo un tab¨² para el establishment pol¨ªtico de Estados Unidos, que desde hace mucho tiempo viene defendiendo un consenso casi sagrado sobre Israel. Hasta ahora.
Est¨¢ claro que, hasta cierto punto, la postura de Ball sigue representando un clamor en el desierto. Despu¨¦s de todo, EE?UU no ha vacilado en su compromiso de mantener la ¡°ventaja militar cualitativa¡± de Israel. De hecho, la Administraci¨®n del presidente norteamericano, Barack Obama, ha superado todos los r¨¦cords hist¨®ricos en su ayuda militar a Israel, aun si el primer ministro israel¨ª, Benjamin Netanyahu, no ha manifestado ninguna voluntad de usar esa ventaja militar financiada por los contribuyentes norteamericanos para asumir riesgos calculados por la paz. En este sentido, EE?UU al d¨ªa de hoy sigue suscribiendo las pol¨ªticas anexionistas desafiantes de Israel.
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Pero algo definitivamente cambi¨®. Las cuestiones referidas a Palestina hoy est¨¢n sumamente polarizadas en la pol¨ªtica estadounidense. Las generaciones m¨¢s j¨®venes est¨¢n mucho m¨¢s afectadas por las im¨¢genes de un Israel intolerante que tiraniza a una naci¨®n palestina privada de derechos que por el recuerdo cada vez m¨¢s d¨¦bil de la ¨¦pica sionista original. Para ellos, el conflicto palestino-israel¨ª se ha convertido en una cuesti¨®n de derechos humanos. Y de por s¨ª, muy pol¨¦mica. Los defensores de Israel enfrentan hoy un activismo pro-Palestina en los predios universitarios a un nivel nunca visto en Estados Unidos desde que los estudiantes manifestaban en protesta por la guerra de Vietnam.
Una encuesta de Gallup de 2014 revel¨® que, si bien una estrecha mayor¨ªa de los norteamericanos justificaba el ataque de Israel en Gaza en ese a?o, esta postura solo era respaldada por el 25% de la gente menor de 30 a?os, mientras que el 51% de las personas menores de 30 a?os consideraba injustificadas las acciones de Israel. Seg¨²n una encuesta de la Brookings Institution de 2014, un abrumador 84% de los dem¨®cratas y un 60% de los republicanos estaban a favor de una soluci¨®n de un solo Estado, en el cual un Gobierno democr¨¢tico ¨²nico garantiza iguales derechos para todos los ciudadanos, israel¨ªes y palestinos. Una encuesta de diciembre de 2015 de la misma organizaci¨®n indicaba que el 66% de los norteamericanos apoyaba una pol¨ªtica estadounidense m¨¢s imparcial en el conflicto palestino-israel¨ª; entre los dem¨®cratas de menos de 35 a?os, ese porcentaje ascend¨ªa al 80%.
Durante las primarias, Trump indic¨® que no respaldar¨ªa el apoyo autom¨¢tico a Israel
Los pol¨ªticos estadounidenses est¨¢n prestando atenci¨®n. En los ¨²ltimos meses, los legisladores dem¨®cratas, encabezados por el senador Patrick Leahy de Vermont, han solicitado una investigaci¨®n de las ¡°graves violaciones de los derechos humanos¡± por parte de Israel, incluida la tortura y las ejecuciones extrajudiciales, contra los palestinos. Y Dan Shapiro, embajador de EE?UU ante Israel, encendi¨® al establishment israel¨ª el pasado mes de enero cuando sugiri¨® en un discurso que Israel, esencialmente, estaba imponiendo el apartheid en Cisjordania.
El senador Bernie Sanders, en su campa?a en las primarias presidenciales estadounidenses, rompi¨® el molde cuando exigi¨® revisar la postura del Partido Dem¨®crata sobre el conflicto palestino-israel¨ª. Al resaltar la dif¨ªcil situaci¨®n de los palestinos, Sanders puso de relieve no solo su visi¨®n del mundo centrada en la moralidad ¡ªque, sin duda, puede rayar en el idealismo¡ª, sino tambi¨¦n que entiende el humor de un electorado importante.
El Partido Republicano tambi¨¦n est¨¢ amenazando con volverse en contra de Israel, pero de una manera mucho m¨¢s da?ina. Donald Trump, el candidato del partido para la elecci¨®n presidencial, ha indicado en la precampa?a que no respaldar¨ªa el apoyo autom¨¢tico a Israel por parte de Estados Unidos, sugiriendo que piensa que Israel tiene m¨¢s responsabilidad en el fracaso de la soluci¨®n de dos Estados. Por el contrario, dice, ser¨ªa ¡°una suerte de tipo neutral¡± en el conflicto palestino-israel¨ª.
Al ignorar la protesta de la opini¨®n p¨²blica, Israel ha perdido definitivamente el respaldo de Europa
Esto parece caerle bien a sus seguidores, muchos de los cuales simpatizan con Trump por su postura antiestablishment. Si los pol¨ªticos del establishment que ellos desprecian apoyan a Israel, dice la l¨®gica, debe de haber algo que est¨¢ mal con esa pol¨ªtica.
El peligro reside en el hecho de que Trump ha apelado a un elemento abiertamente xen¨®fobo de la base electoral conservadora. Por cierto, ha recibido el apoyo de los supremacistas blancos, entre ellos David Duke, exl¨ªder del Ku Klux Klan. En vistas de esto, el ascenso de Trump es una muy mala noticia para los jud¨ªos norteamericanos y, de hecho, para todos los grupos minoritarios de Estados Unidos. Para peor, el impacto de Trump puede extenderse m¨¢s all¨¢ de EE?UU, con l¨ªderes de extrema derecha en otras partes, como Norbert Hofer de Austria, que emulan sus t¨¢cticas para atizar y capitalizar el nativismo at¨¢vico.
Para Israel, una presidencia de Trump claramente ser¨ªa una p¨¦rdida importante, no solo porque Israel ha contado desde hace mucho tiempo con los legisladores republicanos para impulsar su agenda. En 2011, por ejemplo, los republicanos llegaron a organizar, sin informar a la Casa Blanca, una presentaci¨®n de Netanyahu ante el Congreso, en un esfuerzo por bloquear el acuerdo nuclear que Obama hab¨ªa venido negociando desde hac¨ªa mucho tiempo con Ir¨¢n.
El problema va mucho m¨¢s all¨¢. Una cosa es un aliado menos servicial en la Casa Blanca; otra muy distinta es tener all¨ª a Trump poniendo en pr¨¢ctica su filosof¨ªa de ¡°EE?UU primero¡± en el terreno de la pol¨ªtica exterior. Si bien la idea de asignarle la mayor prioridad a los intereses del propio pa¨ªs no es descabellada en s¨ª misma, el discurso particular de Trump recuerda los reclamos pronunciados por grupos aislacionistas y antisemitas antes de la Segunda Guerra Mundial para que EE?UU apaciguara a Hitler. Para Trump y millones de sus seguidores, ¡°Estados Unidos primero¡± significa el fin de la misi¨®n global iluminada de Estados Unidos. Los poderes extranjeros, sean quienes fueren, deber¨ªan pagar por los servicios de EE?UU.
Al ignorar la protesta de la opini¨®n p¨²blica europea en contra de su pol¨ªtica palestina, el Gobierno de Israel ha perdido definitivamente el respaldo de Europa. Ahora, su ciudadela alguna vez invulnerable en Estados Unidos est¨¢ bajo amenaza. Con certeza debe darse cuenta de que ignorar este desaf¨ªo equivaldr¨ªa a saltar al vac¨ªo.
Shlomo Ben-Ami, exministro de Relaciones Exteriores de Israel, es vicepresidente del Toledo International Center for Peace. Es el autor de Scars of War, Wounds of Peace: The Israeli-Arab Tragedy.
? Project Syndicate, 2016.
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