Los juegos del ¡®jeitinho¡¯
R¨ªo saldr¨¢ adelante con soluciones r¨¢pidas e imperfectas que, de alguna manera, resolver¨¢n los problemas
Centenares de periodistas han aterrizado ya en R¨ªo de Janeiro y observado con alarma c¨®mo, cuando faltan 72 horas para que se encienda el pebetero ol¨ªmpico, nada parece funcionar como es debido. ¡°Por qu¨¦ R¨ªo no est¨¢ preparada para los Juegos¡±, rezaba el martes la edici¨®n digital de nada menos que The Wall Street Journal. Es evidente que hay motivos para estar preocupados por la situaci¨®n de la capital simb¨®lica de Brasil. La inmensa mayor¨ªa de las pegas que se le pusieron a la candidatura ol¨ªmpica siguen ah¨ª, en mayor o menor medida. Nadie sabe si los proverbiales atascos de tr¨¢fico cariocas van a entorpecer el desarrollo de las pruebas. Los recientes atentados terroristas no han hecho sino redoblar las preocupaciones sobre la seguridad, ya puesta en duda por el control que el narcotr¨¢fico ejerce sobre zonas enteras de la ciudad y la fama de brutalidad de la polic¨ªa local. El virus del zika (un problema nuevo) y la contaminaci¨®n (un problema antiguo) ponen en peligro la salud de los atletas. Todo, adem¨¢s, en una situaci¨®n de bloqueo pol¨ªtico que hace improbable una respuesta r¨¢pida de las autoridades.
Pero las dudas tambi¨¦n fueron persistentes hasta la inauguraci¨®n del Mundial de f¨²tbol, hace dos a?os. Cuando el bal¨®n empez¨® a rodar, la inmensa mayor¨ªa de los millones de espectadores en las ciudades sede (entre ellas, R¨ªo) solo tuvieron que preocuparse por el juego de sus equipos en el campo.
Los que han llegado a la Villa Ol¨ªmpica se han encontrado con una ciudad cambiada, con un barrio portuario, antes dilapidado, renovado con nuevos museos y obras de arte (como el mural de la foto, inaugurado esta semana). En los pr¨®ximos d¨ªas sin duda habr¨¢ problemas. Pero en este acontecimiento, en el que, como siempre, la inmensa mayor¨ªa de los cariocas querr¨¢n mostrar al mundo la mejor de las caras de su ciudad, las dificultades se solventar¨¢n con las dos herramientas que mantienen a R¨ªo desde su fundaci¨®n, en 1565, y la convierten en la ciudad que aman millones de personas: el jeitinho (expresi¨®n que puede traducirse como ¡°acci¨®n r¨¢pida e imperfecta pero que de alguna manera resuelve el problema¡±) y un estilo de vida basado en la alegr¨ªa y en tomarse las cosas con tranquilidad. Quiz¨¢ nos convenga a todos actuar de la misma manera.
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