Los Castro son de L¨¢ncara
El pueblo de Lugo del que parti¨® el padre de Fidel a Cuba convierte tambi¨¦n a Ra¨²l en Hijo Adoptivo
Hace ocho veranos, de viaje por Galicia con mi amiga Machusa y con un par de libros de Cunqueiro, recuerdo que nos propusimos visitar la estatua reci¨¦n levantada de Ernesto Che Guevara en Oleiros y una fuente dedicada en Caldas de Reis a Francisco Franco. Al final nos lo impidieron recodos m¨¢s interesantes, la nula simpat¨ªa por una y otra figura, y la comprobaci¨®n, una rotonda tras otra, del horror escult¨®rico disperso por aquellas tierras. (Para este ¨²ltimo punto cabe la disculpa de que vivimos malos tiempos para lo aleg¨®rico).
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El homenaje de Oleiros al guerrillero argentino iba en serio, sigue all¨ª y creo haber le¨ªdo que alguna vez fue vandalizado. Lo de Franco, en cambio, era una instalaci¨®n temporal de artista, dur¨® lo que unas jornadas culturales, y resultaba demasiado ir¨®nico como para considerarlo un homenaje: la cabeza de bronce del dictador echaba por la boca un chorro de agua y pod¨ªa beberse de ella. El autor de la pieza, Fernando S¨¢nchez Castillo, exhibi¨® ese mismo a?o un grupo escult¨®rico donde Mussolini, Stalin y Luis XIV se sumaban al dictador espa?ol, y entre todos se escup¨ªan agua.
Este verano las autoridades de la localidad de L¨¢ncara, en Lugo, se han puesto a tomar agua de los labios del dictador cubano Ra¨²l Castro. Acaban de declararlo hijo adoptivo de L¨¢ncara igual que hicieran hace a?os con su hermano mayor, bajo la excusa inapelable de que el padre de ambos dictadores parti¨® de aquel rinc¨®n camino a Cuba.
Hubo en L¨¢ncara una sed un¨¢nime por esa agua: el alcalde socialista y sus ediles, as¨ª como los ediles del PP (previa consulta a N¨²?ez Feijo¨®), BNG y Compromiso por Galicia, todos bebieron gustosos de los labios, todav¨ªa no en bronce, de Ra¨²l Castro. Y el agua les ha sabido tan a gloria que ahora planean comprar el solar paterno de los Castro y abrir all¨ª ¡°un peque?o museo de homenaje a la familia¡±.
El alcalde Dar¨ªo Pi?eiro habl¨® de la posible repercusi¨®n tur¨ªstica, debi¨® sopesar la afluencia de viajeros. Y es que desde el restablecimiento de relaciones con Estados Unidos la dictadura caribe?a resulta cada vez m¨¢s medi¨¢tica. Ra¨²l Castro representar¨ªa, por carambola, la llegada a L¨¢ncara de Mr. Marshall. Un museo-casa de la familia Castro animar¨ªa a gente como Karl Lagerfeld a desembarcar all¨ª con todo el glamour de Chanel. Los Rolling Stones podr¨ªan incluir el pueblo en su agenda de conciertos, y no faltar¨ªan a ese destino tur¨ªstico las Paris Hilton, Rihanna, Beyonc¨¦ y tantas otras que han ido a La Habana. ¡°El apellido Castro no es un apellido a nivel L¨¢ncara, es a nivel mundial¡±, ha dicho el alcalde Pi?eiro.
Tambi¨¦n podr¨ªa darse el caso de que, adopciones y homenajes mediante, la familia Castro decidiera plantar sus reales en el solar paterno, lo que para L¨¢ncara constituir¨ªa el regreso de sus m¨¢s ricos indianos. Otra ser¨ªa entonces la pel¨ªcula, no Bienvenido Mr. Marshall sino El padrino, y no en su segunda parte, aquella del dictador Batista y los hoteles de La Habana, sino la primera, la que muestra los lazos de la famiglia Corleone con su terru?o original, en Sicilia.
Los pol¨ªticos gallegos homenajean a una dictadura de la cual no tienen ni siquiera que soportar las incomodidades de quienes hacen turismo en Cuba
Personalmente, no encuentro reprobable la idea de ese museo. Una ojeada a cualquier librer¨ªa permite calibrar cu¨¢n extendida es la curiosidad por los dictadores, sean del signo pol¨ªtico que sean. Hitler, Stalin, Franco y dem¨¢s cabezas echaguas aparecen biografiados incansablemente, sin que ello signifique glorificaci¨®n en ning¨²n caso.
Podr¨ªa aceptarse entonces que la alcald¨ªa de L¨¢ncara no ha hecho m¨¢s que sumarse a un inter¨¦s tan generalizado, y habr¨ªa que a?adir la importancia de lo local en el asunto. Sin embargo, a diferencia de las muchas obras sobre dictadores que se encuentran hoy en librer¨ªas, lo que se intenta en L¨¢ncara es una biograf¨ªa oficial y autorizada de los Castro, hecha para la complacencia y gloria de ese par de dictadores y de toda su familia.
No vale nada que el l¨ªder local del PP, Santiago Cubillas, coloque sus ¨²nicos escr¨²pulos en que no se haga ¡°exaltaci¨®n del r¨¦gimen¡±. Con la adopci¨®n, primero de un dictador, luego de otro, y con los planes para un museo que homenajee a la familia de ambos, L¨¢ncara sostiene desde hace ya alg¨²n tiempo la exaltaci¨®n del r¨¦gimen castrista.
Resultan conocidos los casos de turistas que luego de unas vacaciones cubanas irradian simpat¨ªa por aquel r¨¦gimen. Mientras que sean otros (siempre cubanos) los sometidos a la dictadura, ellos pueden permitirse admirarla. Pues bien, el alcalde socialista y los representantes en L¨¢ncara del PP, BNG y Compromiso por Galicia han ido m¨¢s lejos en su cinismo que esos turistas del castrismo: homenajean a una dictadura de la cual no tienen ni siquiera que soportar las incomodidades, por leves que sean, de quienes hacen turismo en Cuba.
Este agosto, como cada a?o, volver¨¦ a recorrer con Machusa las carreteras y caminos gallegos. Supongo que no visitaremos L¨¢ncara, todav¨ªa sin museo. Y volver¨¦ a leer alg¨²n libro de ?lvaro Cunqueiro, puede que su Tertulia de boticas prodigiosas y escuelas de curanderos, donde aparece la historia de Cervi?o de Moldes, quien prestaba su dentadura postiza fabricada en Cuba para curar el dolor de muelas de los paisanos. Cunqueiro cuenta que el remedio funcion¨® hasta que ocurri¨® la muerte de Cervi?o. Despu¨¦s, aquella dentadura hecha en La Habana ya no tuvo magia.
Antonio Jos¨¦ Ponte es escritor y vicedirector de Diario de Cuba (www.diariodecuba.com).
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