Nomencl¨¢tor
En cuesti¨®n de nombres, el que est¨¦ libre de culpa tire la primera piedra
Un Papa se puede llamar Le¨®n (XI, XII, lo que sea) pero a un ni?o de Fuenlabrada no le pueden poner Lobo. Lo ha decidido un juez esgrimiendo precisamente su defensa al considerar que Lobo pod¨ªa ser un nombre ofensivo.
Como originario de una provincia en la que durante muchos a?os los curas pon¨ªan los nombres a las personas y lo hac¨ªan santoral en mano y como nieto, por mor de tal circunstancia, de una Evilasia y un Celestino, sobrino de un Orencio, un Elpidio y un Lucinio (lo de mi t¨ªa Solange lo atribuyo m¨¢s a un afrancesamiento moment¨¢neo de mi abuela, influida por una radionovela de sus a?os j¨®venes) e hijo de un Enemesio, con e (menos mal que en el juzgado le quitaron la vocal), no me puedo escandalizar de que a un ni?o sus padres le quieran llamar Lobo, salvo que a¨²llen. Que por las noticias que leo no lo parece, salvo de frustraci¨®n por la decisi¨®n del juez.
A lo largo de mi vida y aparte de en mi provincia natal, donde, como ya digo, las esquelas est¨¢n llenas de Efigenios, Segismundos, Conegundas, Bonifacios, Eduvigis y otros nombres sacados del historial de santos y m¨¢rtires de la cristiandad, he conocido nombres de todo tipo, unos m¨¢s cl¨¢sicos y otros m¨¢s atrevidos, y ninguno lo he considerado ofensivo para la persona que respond¨ªa a ¨¦l, y mira que algunos se las traen. De la ¨¦poca hippy recuerdo Estrellas, Lunas, Yerbas y hasta Mar¨ªas (con aspiraci¨®n) y de la de la invasi¨®n moderna Jonathanes, Kevines, Carolines, Bryans y otros nombres sacados de las telenovelas. Incluso indirectamente soy responsable de que en Espa?a vivan ahora varias Ainielles, bautizadas as¨ª por sus padres en homenaje al pueblo, que existe, de mi novela La lluvia amarilla. ?Menos mal que no me dio por situarla en Barbenuta, que est¨¢ cerca y tambi¨¦n me habr¨ªa servido como escenario! En fin, que en cuesti¨®n de nombres el que est¨¦ libre de culpa tire la primera piedra.
?De d¨®nde viene, pues, la aversi¨®n del juez al nombre de un animal, el lobo, que en cuesti¨®n de fiereza no supera al le¨®n, y este ha llegado a Papa, y en familiaridad est¨¢ por encima de Jonathan o Kevin; y no digamos ya de esos nombres vascos que en un tiempo se pusieron tambi¨¦n de moda en todo el pa¨ªs y que en su traducci¨®n vienen a significar cosas tan elementales como pastor, roble, nieve o caser¨ªo? Uno sospecha que de la maldici¨®n at¨¢vica que acompa?a al pobre depredador, siempre tan perseguido en nuestro pa¨ªs, como le sucede al toro. Por cierto, otro hermoso nombre. A ver si alguien se lo pone.
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