Los 26 enemigos de las ratas
Nadie sabe cu¨¢ntas ratas hay en Madrid. Al menos bajo tierra. No hay ning¨²n m¨¦todo cient¨ªfico para contarlas. Nueva York viv¨ªa bajo la leyenda de que hab¨ªa m¨¢s de ocho millones, una por habitante. Ahora dicen que quiz¨¢ el n¨²mero est¨¦ cerca de dos millones, pero nadie tiene ni idea.
Los controladores de plagas podr¨ªan tener alguna intuici¨®n. Pero su labor no est¨¢ en la cloaca. Entran muy raramente. "Mientras las ratas est¨¦n en las alcantarillas, est¨¢n controladas", dice Pilar Torres, que se dedica a vigilar plagas para el Ayuntamiento de Madrid. Si no se ven, no hay problema. El ¨²nico modo de medirlas son los avisos de ciudadanos que ven una rata en la calle. En Madrid hubo picos de avisos en 2011 y 2014, pero nadie del equipo de Torres ha llegado a saber por qu¨¦. "Sin duda hay cientos de miles de ratas y seguramente podr¨¢n llegar a ser millones, pero es un dato m¨¢s de marketing que ¨²til para la sociedad", dice Ibon Tamayo, autor de una tesis sobre ratas urbanas que ha colaborado con el Ayuntamiento de Madrid.
Las ratas en Madrid tienen sobre todo 26 enemigos. Son t¨¦cnicos que van con una carretilla y un gancho por la ciudad. Su trabajo anual es abrir 250.000 tapas de alcantarilla de la ciudad -algunas varias veces- y colgar cebo. Es un veneno inteligente: mata al cabo de unos d¨ªas, para que las ratas no sepan de qu¨¦ mueren y no dejen de comerlo. Es una pastilla roja, como si fuera un chicle enorme de seis o siete cent¨ªmetros. Los empleados comprueban el veneno que dejaron la ¨²ltima vez y si est¨¢ ro¨ªdo colocan m¨¢s. A veces la tapa de alcantarilla coincide con un recolector de agua en el bordillo. He mirado por el hueco y no falla. Ah¨ª estaban las enormes pastillas rojas con su cordel. La colocaci¨®n requiere maestr¨ªa: debe ser cerca del fondo para que las ratas lleguen a picotear, pero que no se moje.
Las ratas comparten su vida con la segunda plaga m¨¢s c¨¦lebre: las cucarachas. Torres llama "cucas" a las cucarachas para abreviar, pero la expresi¨®n es inevitablemente m¨¢s cari?osa. Una "cuca" -sin la che final- da menos asco. Las moscas ser¨ªan m¨¢s repugnantes si se llamaran "moscachas". El mayor espect¨¢culo animal que Torres ha visto alguna vez en una cloaca se lo han dado las cucas: una pared tapizada de cucaracha americana, esas grandes y amarillas.
Pilar Torres llama "cucas" a las cucarachas para abreviar, pero la expresi¨®n es inevitablemente m¨¢s cari?osa
En Madrid est¨¢n encantados porque han dado con un veneno mejor que el tradicional insecticida. El insecticida tradicional repel¨ªa y solo mataba a las cucas que se acercan. Pero ahora los 26 empleados enemigos de las ratas cuelgan de las cloacas tambi¨¦n veneno anticuca, que los insectos mordisquean. Tarda m¨¢s en matar, pero funciona mejor porque no saben c¨®mo ni por qu¨¦ mueren.
Las ratas y las cucas viven de la basura: "Comen lo que hay, su dieta es similar", dice Torres. En las cloacas no solo hay excrementos: "Quien tire unas jud¨ªas podridas al v¨¢ter que sepa que alimenta a ratas", a?ade Torres. Pero tambi¨¦n les gusta variar con comida humana. As¨ª que si les dan paella, no la van a despreciar. ?Qui¨¦n pone paella en la calle? Los alimentadores de gatos callejeros. A veces se ven en parques o solares platos de comida para gatos. Si los gatos no terminan todo el manjar, van las ratas o las cucas. Uno de los mayores reclamos para que las ratas salgan de la alcantarilla es ese tipo de comida.
El peor barrio para ver ratas en Madrid es la Latina, seguido de Villaverde, Tetu¨¢n, Puente de Vallecas, Moratalaz y San Blas. Pero puede haber focos en otros lugares. Seg¨²n la tesis de Tamayo, de los seis factores que hacen m¨¢s probable la aparici¨®n de ratas en una calle o edificio, tres tienen que ver con que haya comida: cercan¨ªa a un mercado, a fuentes o estanques y la alimentaci¨®n para gatos. Los otros tres tienen que ver con espacios para refugiarse: la vejez de los edificios, la cantidad de zonas verdes -donde cavan madrigueras- o la densidad humana.
En las ciudades modernas no solo hay alimentadores de gatos. Tambi¨¦n de palomas, que son directamente una posible plaga. La ordenanza municipal proh¨ªbe dar comida. Pero se hace. De esa comida comen tambi¨¦n ratas y cucarachas. El Ayuntamiento de Madrid s¨ª tiene un censo de palomas: hay 31.047 en el centro. Un t¨¦cnico mir¨® por zonas escogidas para contarlas y se hizo una estimaci¨®n global. Las palomas buscan comida y agua. Si encuentran, anidan. "Los polideportivos con piscina en verano son un buen ejemplo: hay agua y hay migas de patatas y galletas", dice Torres. La manera m¨¢s eficaz de reducir la poblaci¨®n de palomas es la captura. Les dan de comer durante d¨ªas en el mismo lugar y el ¨²ltimo tiran una red. A las palomas no las matan, "aunque la gente no nos crea", dice Torres. Van a un palomar fuera de Madrid.
En la unidad de control de plagas tienen una peque?a habitaci¨®n llena de cajas y cajones con bichos asquerosos. Todos se han encontrado en Madrid, aunque hay serpientes y ciempi¨¦s enormes que son rurales y poco dados a plagas. "Todos los animales pueden ser plagas", dice Torres, que lamenta la resistencia de chinches en edificios. Pero parece vivir satisfecha entre ratas, cucas y palomas. Se entretiene con enemigos de tantos recursos: "El trabajo es divertido, no es rutinario", concluye.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.