Los preparativos
ELANIA DECIDI? que ella encargar¨ªa las flores. De todas formas, ahora Donald estaba demasiado ocupado como para llamar a Alessandra¡¯s y pedir ¡°algo incre¨ªble¡±. Una vez, en los primeros a?os, cuando todav¨ªa no lo entend¨ªa del todo, le hab¨ªa preguntado cu¨¢les eran sus flores favoritas. ¡°Yo trabajo con los mejores floristas de la ciudad¡±, contest¨®, y ella se dio cuenta de que el gusto, para ¨¦l, era algo que determinaban otros, ¨¦l se limitaba a ostentar/
La florister¨ªa era verdaderamente buena, y sus peon¨ªas, delicadas como la seda, pero hoy decidir¨ªa ella. Era su fiesta para celebrar el aniversario de sus padres. Quiz¨¢s elegir¨ªa unas orqu¨ªdeas ex¨®ticas.
Su monitora de pilates, Janelle, llegar¨ªa en media hora. Ten¨ªa el tiempo suficiente para hacer el pedido y completar su rutina de belleza matutina. Llamar¨ªa a otra florister¨ªa, decidi¨®, una donde Donald no tuviera cuenta y pudiera pagar ella. A Donald le gustar¨ªa el gesto, siempre apreciaba los peque?os esfuerzos que ella hac¨ªa. Haz cosas peque?as, no pidas grandes cosas, ¨¦l te las dar¨¢, le hab¨ªa dicho su madre despu¨¦s de conocer a Donald.
Qu¨¦ espl¨¦ndida ma?ana. El sol estival le levantaba el ¨¢nimo. Y Tiffany se iba hoy. Se hab¨ªa quedado toda la semana y ayer la hab¨ªa invitado a comer para poder decirle a Donald que hab¨ªa invitado a Tiffany a comer.
¡°Adora a todos mis hijos, es incre¨ªble¡±, declar¨® Donald una vez a un periodista ¨Cera felizmente ciego a la extra?eza que flotaba en el aire siempre que ella estaba con su prole¨C.
Ahora sent¨ªa cari?o por Tiffany, quiz¨¢s porque se marchaba ya. Tiffany era agradable. Tiffany intentaba congraciarse con ella. Tiffany reconoc¨ªa su poder. No como Ivanka. Melania respir¨® profundo. Al pensar en Ivanka le inundaba una exquisita irritaci¨®n que tardaba en desvanecerse.
¡°Melania tiene un aspecto estupendo, pero tenemos que pensar qu¨¦ hacer para que despierte una mayor empat¨ªa con vistas a la convenci¨®n, quiz¨¢s menos contouring en el maquillaje, menos sonre¨ªr y menos entornar tanto los ojos¡±, hab¨ªa dicho Ivanka tan solo dos d¨ªas antes en una reuni¨®n con el equipo de campa?a de Donald. Melania estaba presente, pero ella habl¨® como si fuera invisible.
Recuerda, solo alabanzas para su hija cuando ¨¦l est¨¦ delante, repet¨ªa su madre siempre que Melania se quejaba.
Son¨® el tel¨¦fono. Un mensaje de Donald. ¡°Voy el primero en la ¨²ltima encuesta. ?Y es nacional! ?Bien!¡±.
Probablemente tambi¨¦n lo hab¨ªa tuiteado. Copiaba y pegaba sus tuits en los mensajes que le enviaba.
De pronto el terror se apoder¨® de ella al imaginar qu¨¦ pasar¨ªa si Donald ganase. Todo cambiar¨ªa. Su alegr¨ªa estallar¨ªa en mil pedazos. Nunca hab¨ªa cuestionado los sue?os de Donald porque no entraban en conflicto con su necesidad de paz. Se oblig¨® a dejar de contemplar un triunfo de Donald. Estaba deseando que llegara la noche, que pasar¨ªa acompa?ada de Donald, sus padres y algunos amigos, comida y flores, el impecable servicio del mayordomo y la magn¨¢nima serenidad de toda la velada.
"Recuerda, solo alabanzas para invanka cuando donald est¨¦ delante", repet¨ªa a melania su madre.
EL MAYORDOMO llam¨® a la puerta de su dormitorio. ¡°A la se?orita Tiffany le gustar¨ªa decirle adi¨®s, se?ora Trump¡±.
¨CS¨ª, gracias ¨Ccontest¨® Melania.
¨CLo siento, no quer¨ªa molestarte ¨Cdijo Tiffany.
¨CNo me molestas ¨Casegur¨® Melania¨C. Est¨¢s guapa.
¨CMuchas gracias por todo. Te veo en Cleveland la pr¨®xima semana ¨Canunci¨® Tiffany mientras le daba un abrazo.
¨CCu¨ªdate.
En la puerta, Tiffany se volvi¨® y afirm¨®: ¡°Ivanka hace donaciones a Hillary¡±.
¨C?Qu¨¦?
¨CLo vi en su port¨¢til cuando estuve en su casa anoche. Utiliza un nombre falso. El mismo que usa para hacer compras online. Pens¨¦ que deber¨ªas saberlo.
Melania sofoc¨® su sorpresa. ?Por qu¨¦ le contaba esto? Con su hermana siempre se comportaba como un cachorro inseguro. ?Ser¨ªa verdad? Tiffany la observaba, esperando una reacci¨®n. Ella estaba decidida a no decir nada, por si acaso ten¨ªa que informar a alguien de su comportamiento.
¨CDebo prepararme para pilates, Tiffany ¨Cdijo con firmeza¨C. Te veo en Cleveland.
Donald llam¨® justo despu¨¦s de que ella encargase las orqu¨ªdeas.
¨C?Has visto las encuestas, querida? ?Lo puedes creer? Su voz revelaba que estaba animado. Todav¨ªa no acababa de creerse lo que estaba sucediendo ¨Csu ventaja en los sondeos, que empezasen a tomarlo en serio¨C.
¨CRecuerda que te lo dije: ganar¨¢s ¨Crespondi¨® ella.
Siempre intentaba sonar convincente, pero su ascenso le sorprend¨ªa tanto como a ¨¦l.
Cuando le dijo por primera vez eso de ¡°ganar¨¢s¡± el a?o pasado, un d¨ªa templado en Florida mientras beb¨ªan coca-cola light en zapatillas de tenis blancas, hab¨ªa querido decir que podr¨ªa hacerse con todo aquello que ¨¦l quer¨ªa: la publicidad, el lustrado de su ego. Ayudar¨ªa a su programa de televisi¨®n e impresionar¨ªa a los socios empresariales que se sent¨ªan atra¨ªdos por la fama. Pero nunca quiso decir que fuese a ganar las primarias republicanas, ni habr¨ªa pronosticado la histeria medi¨¢tica que lo rodeaba. Los estadounidenses eran tan j¨®venes emocionalmente, estaban tan fascinados por lo que los europeos reconoc¨ªan como tediosas realidades mundanas. Les atra¨ªa la impetuosidad de Donald, sus fanfarronadas y su matonismo, sus duras palabras, hasta la facilidad amoral con la que las mentiras se escapaban de su boca. Ella lo observaba encogi¨¦ndose de hombros: era humano y ten¨ªa sus cosas buenas, ?de verdad que los estadounidenses no sab¨ªan que los seres humanos dec¨ªan mentiras? Pero lo hab¨ªan seguido desde el principio, sin respiro y puerilmente. No comprend¨ªan que lo que a Donald le resultaba insoportable era ser ignorado, y por eso ella estaba agradecida, porque estar en las noticias d¨ªa tras d¨ªa era lo m¨¢s cerca que Donald pod¨ªa estar de la alegr¨ªa.
EL MAYORDOMO llam¨® a la puerta y le trajo su agua con lim¨®n en una bandeja. ¡°Janelle est¨¢ aqu¨ª, se?ora Trump¡±.
Se aplic¨® el corrector, el brillo de labios y el iluminador, y se mir¨® al espejo. Con Amy, su anterior profesora, no sol¨ªa llevar maquillaje, pero Janelle hac¨ªa que quisiera sentirse atractiva. Melania deseaba que no fuera tan profesional, que no se centrase exclusivamente en enderezar los pies de Melania, aplanar la tripa de Melania y nunca hiciera un comentario personal. Ol¨ªa a pomelo. Melania quer¨ªa agarrarla y saborearla: la suave piel de su brazo, sus generosos labios de color rosa amarronado. Ella atend¨ªa sus instrucciones y se preguntaba sobre su vida. ?Hab¨ªa un novio? ?Alguien, como ella, circunspecto y callado? Siempre que terminaba la sesi¨®n de pilates se planteaba proponerle a Janelle que se quedara a comer o simplemente a tomar un zumo, pero tem¨ªa que lo declinase.
SON? EL TEL?FONO. Otro mensaje de Donald.
¨CHope dice que la gente de la moda est¨¢ preguntando qu¨¦ te pondr¨¢s para la convenci¨®n. Tiene que ser un gran nombre. Un dise?ador estadounidense. ?Has decidido?
¨CTengo tres y elegir¨¦ ma?ana ¨Crespondi¨®.
A Donald nunca le hab¨ªa interesado demasiado la ropa que llevaba.
Mir¨® la hora. Donald ya habr¨ªa terminado con su almuerzo. Le llamar¨ªa para recordarle que fuera puntual.
¡°?Quieres que lleve esos diamantes del principio?¡±, le pregunt¨®, desenfadada y provocadora. Era su broma; la primera vez que hicieron el amor, ella solo hab¨ªa llevado esos pendientes. Tambi¨¦n hab¨ªa sido el primer regalo que ¨¦l le hab¨ªa hecho, en una preciosa caja negra, ¨¦l le pidi¨® que la abriera. No estaba ansioso por complacerla, se dio cuenta, ¨¦l buscaba deleitarse en su placer. As¨ª que ella sucumbi¨®, le dio las gracias, ti?endo su rostro de placer, aunque hubiera deseado que los diamantes fueran m¨¢s grandes.
¨CS¨ª, p¨®ntelos. Seguro que esas bellezas han triplicado su valor ¨Cdijo¨C. Tengo que dejarte, querida, voy a reunirme con los cinco tipos m¨¢s importantes del comit¨¦. Se mueren por hablar conmigo.
Se desvisti¨® y se examin¨® delante del espejo. Ten¨ªa un hoyuelo nuevo en su muslo. Donald le dir¨ªa algo si se daba cuenta. ¡°Tienes que ir a que te los arreglen pronto¡±, le hab¨ªa espetado unos meses atr¨¢s, palpando sus pechos. Cuando se levant¨® de la cama, ella fij¨® su mirada en su barriga p¨¢lida y fofa, y los montones de pelo hirsuto de su espalda.
EN EL BA?O, SUMERGIDA bajo una espuma fragante, Melania se puso c¨®moda para leer las ¨²ltimas noticias sobre Donald. Hab¨ªa un art¨ªculo sobre su dinero; insist¨ªan en que no ten¨ªa tanto como dec¨ªa. ?Y qu¨¦ importaba? Ten¨ªa mucho. Ech¨® un vistazo a los comentarios al final del texto y le llam¨® la atenci¨®n el nombre: ¡°Janelle¡±. Dec¨ªa: Trump necesita modernizar esos trajes que tan mal le sientan, deshacerse del bronceador anaranjado, ponerse unos dientes falsos que parezcan dientes de verdad y no resistirse m¨¢s a la calvicie que Dios tiene reservada para ¨¦l. ?Cu¨¢ntas Janelles habr¨ªa en Estados Unidos? Claro que no pod¨ªa ser su Janelle. Pero ver el nombre la excit¨®. Era injusto que la gente se burlase del pelo de Donald, pero ella no pod¨ªa evitar sonre¨ªr e imaginar a su Janelle escribi¨¦ndolo.
Esperaba que Donald no viniese a su dormitorio esta noche; este era el t¨ªpico d¨ªa en que ¨¦l volver¨ªa a casa euf¨®rico y efusivo por su victoria. La ¨²ltima vez la bes¨®, ansioso y dram¨¢tico y sudoroso como sol¨ªa estar ¨C¨¦l odiaba que fuera ella la que tomara la iniciativa, ¡°las mujeres agresivas me hacen sentir que estoy con un transexual¡±, le hab¨ªa dicho a?os atr¨¢s¨C, y luego titube¨® y se movi¨® y de repente se levant¨® y dijo que ten¨ªa que hacer una llamada. No hablaron sobre el tema, pero durante varios d¨ªas se mostr¨® hosco y brusco, como si hubiera sido culpa suya.
El terror se apoder¨® de ella al imaginar a donald presidente. Su alegr¨ªa estallar¨ªa en mil pedazos.
DONALD LLEG? A CASA con la cara roja, sus labios gru?endo de rabia.
¨C?Puedes creer a estos perdedores? Est¨¢n hablando de 2020. Reince me llev¨® a un aparte despu¨¦s de la reuni¨®n. Es un gran tipo, siempre se ha portado bien conmigo. Me dijo que los cinco tipos del Comit¨¦ Nacional Republicano hab¨ªan decidido concentrarse en 2020 e invertir muy poco dinero y esfuerzo en mi campa?a. ?Como si no tuviera ninguna posibilidad!
¨CNo tiene sentido que quieran eso. Tienes muchos votos. Mira los sondeos. La gente te adora.
Sab¨ªa lo f¨¢cil que era apaciguarlo con elogios, pero apenas parec¨ªa o¨ªr lo que dec¨ªa, consumido como estaba, tecleando furiosamente mensajes en su tel¨¦fono.
Son¨® el timbre y apareci¨® Ivanka, su rostro inocente como si no cargara con un largo d¨ªa de trabajo a sus espaldas, sus labios de color carmes¨ª. Demasiado carmes¨ª; Melania prefer¨ªa los pintalabios de tonos nude.
¨CIvanka quer¨ªa venir para hablarlo ¨Cdijo Donald, levantando la vista del tel¨¦fono. Y se lo contaba ahora. ?l esperar¨ªa que Melania invitase a Ivanka a cenar y tendr¨ªa que aguantar su pulcra vocecilla.
¨CQu¨¦ flores tan bonitas ¨Cexclam¨® Ivanka¨C. ?Son de Alessandra¡¯s, pap¨¢?
¨CNo. Se lo encargu¨¦ a otros floristas ¨Ccontest¨® Melania.
La admiraci¨®n de Ivanka le complac¨ªa, pero al mismo tiempo le molestaba que ella tuviese ese poder.
¨C?Puedes creer a estos fracasados? ¨Csostuvo Donald con irritaci¨®n. La ch¨¢chara sobre las flores lo hab¨ªa impacientado¨C. ?Quieren sabotearme!
Donald admiraba en su hija cualidades que no tolerar¨ªa en su mujer. No es que a Melania le importase. Ivanka se mov¨ªa como ¨¦l. Como a ¨¦l, le gustaba alardear. Como ¨¦l, siempre estaba vendiendo algo. La diferencia radicaba en que siempre sab¨ªas qu¨¦ vend¨ªa Donald; Ivanka en cambio te dejaba con la duda.
¨CEs un sabotaje absoluto e inaceptable ¨Cafirm¨® Ivanka.
¨CTengo que devolv¨¦rsela a estos tipos.
¨CPor supuesto que tienes que hacerlo ¨Crespondi¨® ella.
Melania estaba molesta. La velada ser¨ªa un fracaso, la actitud grosera de Donald ensombrecer¨ªa la cena y probablemente se levantar¨ªa de la mesa despu¨¦s del plato principal, sin ni siquiera excusarse.
¨CLo que voy a hacer es abandonar el Partido Republicano ¨Cdijo Donald.
¨CPero necesitas al partido ¨Cintervino Melania.
¨CEsto no es Europa, querida. No sabes de qu¨¦ hablas.
No iba a permitir que su enfado se manifestase, no con Ivanka delante para presenciarlo. A veces Donald utilizaba ¡°Europa¡± para denigrarla, pero tambi¨¦n utilizaba el adjetivo ¡°europeo¡± a la manera americana, como una aspiraci¨®n. Bombones europeos. Estilo europeo.
¨CMira, querida, ?podemos celebrar esta cena en otro momento? Necesito pensar sobre el tema. Estos fracasados no me pueden hacer esto. A tus padres no les importar¨¢. Est¨¢n aqu¨ª la mayor parte del tiempo y los puedo llevar en mi jet si quieren¡
Todav¨ªa estaba hablando, pero ella ya no entend¨ªa nada. Una presi¨®n se hab¨ªa apoderado de sus sienes, las manos le temblaban. ¡°Donald, quiero esta cena¡±, dijo. ¡°Son sus 50 a?os de casados. Vienen sus amigos. Lo he planeado durante una semana. Quiero que sea hoy¡±.
¨CVale, vale ¨Ccontest¨® ¨¦l suspirando¨C. Solo dame un rato para hablar con Ivanka.
Salieron de la reuni¨®n media hora despu¨¦s, el rostro de Donald estaba relajado, Ivanka re¨ªa.
¨CQuerida, tenemos un plan. Dos d¨ªas antes de la convenci¨®n anunciar¨¦ que abandono el partido. De todas formas, a mis votantes no les importar¨¢. Ellos quieren a Trump. Si soy independiente tambi¨¦n seguir¨¢n conmigo. As¨ª la Convenci¨®n Nacional Republicana tendr¨¢ solo un d¨ªa para tratar de arreglar las cosas. Les dar¨¦ una lista de mis condiciones, tendr¨¢n que ense?arme planes y cifras para saber c¨®mo apoyar¨¢n mi campa?a o no habr¨¢ acuerdo. ?A ver qu¨¦ hacen!
Melania no daba cr¨¦dito. ?C¨®mo pod¨ªa Ivanka haber estado de acuerdo con ese plan? Solo le har¨¢ perder votos. Sus simpatizantes ya estaban con ¨¦l, pero ?y la gente que lo votar¨ªa solo porque pertenec¨ªa al Partido Republicano? ?No los espantar¨ªa?
Pero Donald estaba m¨¢s tranquilo y la velada marchar¨ªa bien y su madre estar¨ªa contenta.
Despu¨¦s de cenar, le pedir¨ªa a Donald que fuera a su dormitorio, ser¨ªa cari?osa y sutil y se perfumar¨ªa con la fragancia de jazm¨ªn que a ¨¦l le gustaba, y le contar¨ªa que Tiffany le hab¨ªa confesado esa ma?ana que hab¨ªa descubierto que Ivanka apoyaba a Hillary Clinton. Le sugerir¨ªa que no hiciera o dijera nada, con suerte ninguno de esos mentirosos medios de comunicaci¨®n se enterar¨ªa porque, de lo contrario, ser¨ªa terrible que tuviera que denunciar p¨²blicamente a su hija, y la verdad es que Ivanka era estupenda.
¨CIvanka, ?te quedas a cenar? ¨Cpregunt¨® Melania, sabiendo que ella rechazar¨ªa la invitaci¨®n.
¨CGracias, pero tengo que volver con los ni?os ¨Cdijo Ivanka.
Melania sonri¨® sagaz. ¡°Claro. Saluda a la familia¡±.
Son¨® el timbre. Los invitados ya estaban aqu¨ª.
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