Madrid supera la maldici¨®n de los agostos yermos
Al Foster, el legendario bater¨ªa que toc¨® con Miles Davis, comparte su sabidur¨ªa con m¨²sicos espa?oles
El mundo ya no es el que era. Hace unos a?os Madrid, como otras muchas ciudades, se convert¨ªa en verano en un p¨¢ramo inh¨®spito. El sol ca¨ªa con una inclemencia tal que la mayor parte de sus habitantes desaparec¨ªan de inmediato, y las calles vac¨ªas y la falta de tr¨¢fico y el zumbido del calor la terminaban por convertir en una suerte de oficina gris donde paraban solo cuatro gatos, que inspiraba profunda tristeza y por la que solo se pod¨ªa sentir clemencia. Hab¨ªa, eso s¨ª, dos o tres despistados que se hab¨ªan equivocado de prospecto tur¨ªstico y que se dispon¨ªan a recorrer la capital de Espa?a sin saber que la visitaban en su peor momento. Pero eran eso, dos o tres, cinco a lo sumo, y seguro que les costaba encontrar un restaurante abierto.
Ya no pasa. En este mundo de hoy, en el que las cosas fluyen y est¨¢n interconectadas, hay gente para todo y en Madrid pueden encontrarse ¡ªincluso en el agosto m¨¢s profundo¡ª espec¨ªmenes del m¨¢s variado pelaje. Son los que un reportaje de este diario llamaba hace unos d¨ªas turistas de asfalto: suelen tener entre 25 y 44 a?os y sus ingresos son medios o medios altos. Buscan otras cosas, se salen del carril. El secreto del turismo de calidad pasa por la diversificaci¨®n de la oferta, por proponer algo excepcional, por cuidar los espacios exclusivos que son la marca de una ciudad. El Prado, sin ir m¨¢s lejos y por se?alar un ¨²nico ejemplo.
Hay tambi¨¦n sorpresas. Durante toda la semana pasada estuvo en el Caf¨¦ Central, uno de esos locales que siguen programando jazz, un caballero de m¨¢s de 70 a?os que toca la bater¨ªa; lleva una chaqueta de cuero negro y se llama Al Foster. Form¨® parte de la banda de Miles Davis en los a?os setenta y fue de los contados m¨²sicos que mantuvo contacto con ¨¦l durante ese largo periodo de retiro, entre 1975 y 1981, al que se asoma Don Cheadle en Miles Ahead, la pel¨ªcula que se ha estrenado hace un par de semanas. Fue el ¨²nico de los que hab¨ªan estado antes de su crisis que lo acompa?¨® en su regreso.
En Madrid mantuvo intacta su sonrisa y dio una soberbia lecci¨®n de delicadeza. Sus manos pueden ir a velocidad de v¨¦rtigo, pero jam¨¢s pierde una elegancia contenida y llena de pasi¨®n. El viejo maestro, que ha dado lecciones de jazz al lado de monstruos como Herbie Hancock, Sonny Rollins o Joe Henderson, se puso en Madrid al servicio de un joven pianista valenciano, Albert Sanz, y lo acompa?¨® durante los primeros d¨ªas junto al contrabajista Jay Dee Foster, que nada tiene que ver familiarmente con ¨¦l, y despu¨¦s al lado de Javier Colina. El repertorio: sobre todo temas de los brasile?os Ivan Lins y Chico Buarque.
S¨ª, Madrid anda cambiando. Y en agosto la ciudad lo mismo sirve de tel¨®n de fondo a esa legi¨®n de cazadores que andan persiguiendo diminutas criaturas de origen japon¨¦s o permite que unos cuantos afortunados puedan asaltar el cielo de la mano de Al Foster, uno de los contados grandes del jazz que sigue en activo. Y todos tan contentos, los primeros y los segundos.
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