El ciudadanismo y el nuevo municipalismo en Espa?a
El papel protagonista que la ¨²ltima edici¨®n de Bienal de Venecia reserv¨® a Ada Colau, invit¨¢ndola a pronunciar la conferencia inaugural, advierte de c¨®mo la alcaldesa de Barcelona ha devenido emblema de una nueva forma de gobernar las ciudades, basada en una mayor preocupaci¨®n por cuestiones b¨¢sicas para el bienestar social, una mayor transparencia en las cuentas p¨²blicas y la disposici¨®n de ¨®rganos participativos que aseguren que la voz de los administrados ser¨¢ escuchada y atendida en los asuntos que les conciernen. Adem¨¢s del de Barcelona, ese nuevo municipalismo se he hecho con algunos de los ayuntamientos m¨¢s importantes de Espa?a, entre ellos el de su capital, Madrid, aunque es cierto que Ada Colau aparece como su exponente m¨¢s carism¨¢tico.
Lo que pasa es que la realidad est¨¢ demostrando que los nuevos aires en el gobierno de las ciudades se limitan a un intento por restaurar algo de lo que fue el estado del bienestar y una renovaci¨®n de orden cultural, en el sentido de relativa al estilo de hacer y de decir de los representantes pol¨ªticos, pero en absoluto una modificaci¨®n de la distribuci¨®n del poder y la riqueza de las ciudades, que contin¨²a en manos de los de siempre. Es verdad que las nuevas alcald¨ªas se han nutrido en buena medida de los antiguos nuevos movimientos sociales ¡ªentre ellos el de los indignados del 15M¡ª, pero tambi¨¦n lo es que en algunos casos han supuesto un restablecimiento m¨¢s o menos disimulado de viejos gobiernos, como en Barcelona, donde gobiernan ahora, de la mano de Ada Colau, los mismos partidos que dirigieron la ciudad entre 1977 y 2011.
Pero son los representantes del nuevo municipalismo quienes m¨¢s insisten en desmarcarse de lo que fue el proyecto transformador de la izquierda revolucionaria. De hecho, sus representantes se niegan en redondo a aparecer asociados a cualquier ideolog¨ªa radical y dan la impresi¨®n de no estar adheridos a ideolog¨ªa concreta alguna. O al menos as¨ª estaba siendo hasta que Ada Colau dio con una denominaci¨®n de origen doctrinal adecuada: ciudadanismo.
Pero, ?qu¨¦ es el ciudadanismo? Digamos que el ciudadanismo es una ideolog¨ªa en pro de la reforma moral del capitalismo y que representa una renovaci¨®n est¨¦tica de las socialdemocracias europeas y la desembocadura de los restos derrotados de lo que en alg¨²n momento fue la izquierda radical. El ciudadanismo se plantea como una especie de democraticismo radical que trabaja en la perspectiva de realizar el proyecto cultural de la modernidad en su dimensi¨®n pol¨ªtica, que entender¨ªa la democracia no como forma de gobierno, sino como modo de vida y como asociaci¨®n moral. El ciudadanismo no llama al desmantelamiento del sistema capitalista, sino m¨¢s bien a su reforma moral, reclamando una agudizaci¨®n de los valores democr¨¢ticos abstractos y un aumento en las competencias estatales que la hagan posible. Se trata entonces no tanto de impugnar el capitalismo como desorden del mundo, sino m¨¢s bien de atemperar sus ¡°excesos¡± y su carencia de escr¨²pulos, invocando la noci¨®n de ciudadan¨ªa como una especie de difusa ec¨²mene de individuos supuestamente libres, iguales en derechos y debidamente imbuidos de valores c¨ªvicos.
Interesa sobre todo como el idealismo de la ciudadan¨ªa exalta una visi¨®n casi m¨ªstica del espacio p¨²blico, imaginado a la manera de un territorio ideal de consenso y reconciliaci¨®n presidido por la figura del ciudadano, un personaje hipot¨¦tico en el que se cancelan los antagonismos y que encarna la posibilidad imposible de una tregua entre segmentos sociales con intereses incompatibles, que aceptan olvidar sus contenciosos en nombre de un ¨¢mbito de coincidencia en que las viejas clases sociales se funden en pos de metas de convivencia compartidas, todo ello en nombre de valores universales de igualdad, justicia y participaci¨®n.
Pero en la pr¨¢ctica, lo m¨¢ximo que est¨¢n consiguiendo los nuevos municipalismos en Espa?a es mejoras sociales elementales y el despliegue de nuevos discursos y nuevas escenificaciones de las correcciones pol¨ªticas de cada momento, que muestran a los gobiernos preocupados por los temas de inter¨¦s que se?alan las agendas medi¨¢ticas. A ras de suelo, lejos de las proclamaciones solidarias y las teatralizaciones de las virtudes ciudadanas, son los de siempre quienes siguiendo detentado el poder real, aquel que solo existe concibiendo las ciudades como negocio y poni¨¦ndose a su servicio.
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