La madre de Lochte

Al final, se li¨® parda. Y eso que no quisimos levantar la liebre, porque somos buenos chicos. De pantalones chinos y camisa abotonada hasta el cuello, el uniforme del perfecto estudiante: el que se bebe hasta el agua de los floreros, pero que cuando hace falta entrena hasta caer reventado. Somos deportistas ol¨ªmpicos, tiarrones de esos que se zampan una cacerola de pasta y dos pollos: el orgullo de cualquier madre. En un pa¨ªs en el que te rajan para quitarte unas zapatillas. Si all¨ª eso es de lo m¨¢s normal.

Hablando de madres. ?Por qu¨¦ demonios tuvo que estropearlo todo la madre de Lochte? Contar a los cuatro vientos que a su ni?o le hab¨ªan puesto una pistola en la cabeza. ?No le basta con verle en los peri¨®dicos? No se?or, ella ten¨ªa que montar el pollo. A ver ahora c¨®mo salimos de esta, habr¨¢ hasta que pedir perd¨®n. A los gasolineros, al COI, al pueblo brasile?o y su pajolera madre montando en bicicleta. Hasta a Caetano Veloso, al Cristo de Corcovado, y al pu?etero Pedro ?lvares Cabral. Se?or, por un espejo ro?oso y 30 pavos.

?Que se nos fue un poco la olla? Joder, qu¨¦ menos que un poco de desparrame despu¨¦s de ganar un oro en unos Juegos. Que son cada cuatro a?os. Unos cristales rotos y un par de puertas, que por cierto, estaban hechas una pena. Nada que no pase en una noche con copas. ?O es que nadie ha visto Supersalidos? ?O Resac¨®n? Aqu¨ª nadie tiene ni puta idea de cine ni de fiesta y, encima, la culpa de todo la tiene de la madre de Lochte.