Los viejos padrinos no se jubilan
UNA VEZ pincharon el tel¨¦fono a uno de la ¡®Ndrangheta y pasaron siete meses sin que saliera ni entrara una sola llamada. Hasta que un d¨ªa son¨®, pero el sospechoso no dijo ni d¨ªgame, ni hola, ni nada, solo descolg¨® y escuch¨®. Fue el otro el que farfull¨® cuatro cosas sin mucho sentido que para el mafioso deb¨ªan de tener alg¨²n significado. Los polic¨ªas pensaron que pinchar ese tel¨¦fono era perder el tiempo. Los viejos mafiosos, y tambi¨¦n los j¨®venes m¨¢s listos, siguen usando los antiguos sistemas, que les han funcionado toda la vida. Es decir, no son tontos ni anacr¨®nicos, tienen empresas en el extranjero, navegan por Internet y hacen complejas transferencias de dinero opaco, pero no descuidan detalles de astucia heredada. Ni tampoco los anacronismos
La comunicaci¨®n por pizzini,?papelitos doblados que pasan de mano en mano, fue el sistema habitual del gran capo Bernardo Provenzano para impartir ¨®rdenes en Cosa Nostra hasta su arresto en 2006. Sigue siendo el de Matteo Messina Denaro, su sucesor, buscado desde hace 23 a?os, casi la mitad de su vida, porque tiene 54. Se sospecha que tambi¨¦n manda mensajes a trav¨¦s de Facebook, y la compa?¨ªa ha dado permiso este a?o a los investigadores italianos para introducirse en la red social a ver si le encuentran. Messina Denaro, capo de Trapani, lleva a?os a punto de ser cazado. Pero arrestan a sus colaboradores, a sus familiares, a su hermana, y ¨¦l siempre escapa. El verano pasado cay¨® la red de postini, carteros, que le mov¨ªa los papelitos. Once personas. Hab¨ªa que ver qu¨¦ m¨¦todos y qu¨¦ personajes. El individuo clave era un tal Vito Gondola, el t¨ªo Vito, Zu Vitu,?77 a?os, un pastor que se levantaba a las cuatro de la madrugada para cuidar las ovejas. A veces llamaba por tel¨¦fono a alguien con quien hablaba de ganado, de ricotta o de si llov¨ªa. Los agentes escucharon tres a?os estas aburridas conversaciones, pero era un c¨®digo para avisar de cu¨¢ndo hab¨ªa correo del jefe. Los carabinieri?grabaron una cita en pleno campo y se le ve colocar los papelitos debajo de una piedra, hasta que llega otro viejo capo a buscarlos en un Fiat Panda destartalado. Qu¨¦ Internet ni qu¨¦ leches.
No es raro ver personas de avanzada edad en las redadas de la Mafia. Es un oficio donde no parece haber jubilaci¨®n, y les guardan el puesto con las excedencias, mientras est¨¢n en la c¨¢rcel. Seg¨²n las reglas, el capo lo sigue siendo desde prisi¨®n, aunque en este caso transmitir ¨®rdenes sea m¨¢s dif¨ªcil, o casi imposible, con el sever¨ªsimo r¨¦gimen de aislamiento italiano, el llamado art¨ªculo 41 bis de la ley penitenciaria. Pero tambi¨¦n ah¨ª usan c¨®digos en los encuentros con la familia, o le echan imaginaci¨®n. El fiscal antimafia Pierluigi Vigna cont¨® una vez que a un capo recluido en aislamiento le permitieron ver a su nieto. Les pareci¨® excesivo negarse. Pero al salir, por si acaso, registraron al beb¨¦: hab¨ªa metido algunos papelitos en los pa?ales.
Los jefes de la mafia recurren a las artima?anas m¨¢s arcaicas para dar ¨®rdenes, como el uso de papelitos que guardan hasta en pa?ales.
El pasado mes de marzo fueron arrestados en Palermo dos viejos capos, antiguos aliados de Tot¨° Riina, predecesor de Provenzano en la guerra al Estado italiano de los noventa. Mario Marchese, Zu Mariano, de 77 a?os, y Gregorio Agrigento, Zu Gregorio, de 81, hab¨ªan pasado a?os en prisi¨®n y hac¨ªan vida de pensionistas. Pero en realidad segu¨ªan ejerciendo de jefes de sus zonas, Villagrazia y San Cipirello: resolv¨ªan litigios, ordenaban extorsiones o favores, empresarios y comerciantes hac¨ªan fila para presentarles sus respetos. Como siempre. A Marchese se le arrodillaban para implorarle su intercesi¨®n en negocios.
Resulta asombroso c¨®mo estos capos se aferran a sus rituales, aunque se acerquen a la caricatura o a las escenas de pel¨ªcula, como una forma de perpetuar la tradici¨®n, y por tanto su poder. El cine y ellos se retro?alimentan. Otro mafioso de peso de Palermo, Girolamo Biondino, 65 a?os, arrestado en 2014, tambi¨¦n pareci¨® dedicarse a la vida jubileta tras la c¨¢rcel. No ten¨ªa m¨®vil e iba en autob¨²s. Pero hab¨ªa recuperado las riendas de su mandamento, San Lorenzo. Cuando sus hombres quer¨ªan consultarle, le mandaban una bandeja de cannoli y entonces sab¨ªa que deb¨ªa acudir a un lugar convenido.
El caso de Salvatore Profeta, excarcelado en 2011 despu¨¦s de 18 a?os y detenido de nuevo en 2015, es abrumador. ¡°Era igual que Vito Corleone en El Padrino?cuando la gente le rodeaba para pedirle favores. Pese a todos los discursos que hacemos sobre la evoluci¨®n de la Mafia, en algunas zonas a¨²n persiste la m¨¢s tradicional¡±, explic¨® sinceramente pasmado el fiscal Leonardo Agueci. Profeta, de 66 a?os, fue recibido en el barrio con una fiesta, daba audiencia en la plaza Guadagna, centro de su territorio, y desde all¨ª dirig¨ªa sus manejos ilegales. Los otros capos le besaban en la frente. La procesi¨®n de la Madonna Dormiente se desvi¨® para hacer una inclinaci¨®n de respeto bajo su balc¨®n. La noche de su arresto la gente sali¨® a la calle a defenderlo.
Lo cierto es que en los ¨²ltimos a?os han ido quedando en libertad numerosos viejos capos que ya han cumplido condena. Son un factor imprevisible. Sobre todo porque el mapa del poder en Cosa Nostra es impreciso desde la ca¨ªda del clan hegem¨®nico de los Corleoneses, tras la captura de Riina en 1993 y de Provenzano en 2006. ¡°Si no mueren estos dos, aqu¨ª nadie ve la luz¡±, se oy¨® decir en una reciente escucha a dos mafiosos, que esperan su momento pero a¨²n los temen. Provenzano muri¨® en julio entre rejas. Riina, en prisi¨®n, tiene 85 a?os. Messina Denaro no es de Palermo, y sin el control de la capital siciliana no puede aspirar a ser el gran capo. Es un debate recurrente si se reconstruye la c¨²pula mafiosa que gobernaba Sicilia, si hay luchas internas. Las tres d¨¦cadas de dictadura brutal de los Corleoneses parecen un par¨¦ntesis an¨®malo en la historia de la Mafia. No se sabe lo que viene ahora, pero seguro que algunas cosas ser¨¢n como siempre.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.