G¨¦nero, raza y violencia en las Olimpiadas de R¨ªo
Por, Carmen Rial y Miriam Grossi, profesoras de la Universidad Federal de Santa Catarina, Brasil
Las Olimpiadas suelen ser siempre una ocasi¨®n privilegiada para observar, analizar y debatir problem¨¢ticas sociales, culturales y pol¨ªticas de gran relevancia y actualidad. Los Juegos de R¨ªo 2016 han puesto en evidencia la complejidad de ciertos procesos de discriminaci¨®n racial y de g¨¦nero presentes no s¨®lo en la sociedad brasile?a contempor¨¢nea. S¨ªmbolos, momentos, expresiones, reacciones y acontecimientos que permiten comprender, a trav¨¦s del deporte, c¨®mo nuestras sociedades abordan algunas de sus cuestiones m¨¢s desafiadoras en t¨¦rminos democr¨¢ticos.
La historia de los Juegos Ol¨ªmpicos abunda en acontecimientos que pusieron de relevancia la existencia del racismo y sus siempre brutales formas de reproducci¨®n: el corredor negro estadounidense Jesse Owens y el equipo de f¨²tbol del Per¨², cuyas victorias en los Juegos de Berl¨ªn 1936 constituyeron una elocuente respuesta a las teor¨ªas eugen¨¦sicas nazis; el pu?o levantado en el podio de los atletas negros estadounidenses Tommie Smith y John Carlos, en los Juegos de M¨¦xico 1968, como expresi¨®n del movimiento Black Power y en solidaridad a las luchas contra el racismo en los Estados Unidos (que les cost¨® las medallas de oro y de bronce, retiradas por el Comit¨¦ Ol¨ªmpico Internacional, COI); o el simb¨®licamente poderoso gesto de Mohamed Ali de tirar su medalla de oro al R¨ªo Ohio, ganada unos meses antes en los Juegos de Roma 1960, ante la negativa, por ser negro, de ser servido en un bar de su Louisville natal. Las Olimpiadas han sido casi siempre un escenario en el que se han expresado las m¨¢s truculentas formas de racismo, as¨ª como las m¨¢s heroicas formas de resistencia y de lucha contra la discriminaci¨®n racial.
Algo semejante a lo ocurrido con la discriminaci¨®n de g¨¦nero, desde que, por la negativa del mis¨®gino Bar¨®n Pierre de Coubertin de incorporar a las mujeres en los Juegos Ol¨ªmpicos de 1924, la feminista Alice Milliat lider¨® la creaci¨®n de la Federaci¨®n Internacional Deportiva Femenina (FSFI) y organiz¨® en Par¨ªs los Juegos Ol¨ªmpicos Femeninos, con la participaci¨®n de 77 competidoras de 5 naciones (Estados Unidos, Reino Unido, Suiza, Checoslovaquia y Francia). Furioso por el uso de la palabra "Ol¨ªmpico" en los Juegos de Paris, el COI negoci¨® el cambio de nombre en los eventos posteriores de la FSFI por la inclusi¨®n de 10 modalidades femeninas en los Juegos Ol¨ªmpicos de 1928, celebrados en Holanda. El hecho provoc¨® un vehemente discurso del Bar¨®n de Coubertin en la apertura de los Juegos realizados en ?msterdam, consider¨¢ndose traicionado y anunciando su renuncia a la presidencia del COI. A pesar del lugar ganado por las mujeres, su presencia siempre ha sido minoritaria en los eventos ol¨ªmpicos.
Los Juegos de R¨ªo 2016 han registrado la mayor presencia femenina en la historia de las Olimpiadas. De los 11.437 atletas participantes, 5.180 han sido mujeres, algo m¨¢s que 45% del total, lo que representa un gran avance en la necesaria igualdad de g¨¦nero que deber¨ªa existir en el mayor evento deportivo del planeta. As¨ª mismo, la preocupaci¨®n por la diversidad ¨¦tnica y racial se expres¨® tambi¨¦n en la determinaci¨®n del gobierno brasile?o quien, en 2009, por medio de la ley que instituy¨® las providencias para la realizaci¨®n de los Olimpiadas, estableci¨® la "adopci¨®n de acciones afirmativas para asegurar la reproducci¨®n de la diversidad ¨¦tnica de Brasil en las diversas actividades relacionadas a los Juegos de R¨ªo 2016.¡±
Pero, ?qu¨¦ han tra¨ªdo de nuevo los Juegos Ol¨ªmpicos de R¨ªo con relaci¨®n a las cuestiones de g¨¦nero y a las representaciones raciales?
La ceremonia inaugural expres¨® la gran preocupaci¨®n de los organizadores por una presencia equilibrada de artistas mujeres y hombres y con la clara decisi¨®n de representar un pa¨ªs multirracial y multicultural. La f¨¢bula de las tres razas, la tradicional representaci¨®n del mestizaje brasile?o, fue actualizada con la valorizaci¨®n de nuevas inmigraciones como la de los japoneses (pr¨®ximo pa¨ªs sede de los Juegos Ol¨ªmpicos) y la de los sirios (pa¨ªs actualmente en guerra y que representa a los refugiados del mundo), pasando por una breve representaci¨®n de la dominaci¨®n europea en el per¨ªodo colonial, a trav¨¦s de escenas de trabajo esclavo negro, aunque sin una clara cr¨ªtica al exterminio ind¨ªgena, que persiste hasta el d¨ªa de hoy en Brasil.
La ceremonia tambi¨¦n expres¨® cierta ambig¨¹edad con relaci¨®n a las cuestiones de g¨¦nero. Por un lado, la importante y simb¨®lica presencia de cantantes negras de diferentes generaciones y estilos (desde la samba al rap). Por otro, la exposici¨®n de la forma tradicional de representaci¨®n de las mujeres brasile?as, sea a trav¨¦s de los cuerpos sensuales de las bailarinas negras de funk, sea a trav¨¦s del desfile de la modelo Gisele Bundchen al ritmo de "Garota de Ipanema". Tampoco dej¨® de ser sorprendente, la elecci¨®n de una modelo transexual para conducir la bicicleta que abr¨ªa paso a la delegaci¨®n brasile?a en la ceremonia de apertura, algo que la prensa nacional apenas destac¨®.
Si la inauguraci¨®n ya apuntaba a una fuerte participaci¨®n femenina en R¨ªo, fue durante el desarrollo de los Juegos que las cuestiones de g¨¦nero y de raza se volvieron m¨¢s presentes. Con intervenci¨®n masiva en todas las modalidades, las mujeres brasile?as se han destacado en algunos lugares tradicionalmente dominados por el deporte masculino. El ejemplo m¨¢s visible fue en el f¨²tbol, donde el equipo femenino dio una demostraci¨®n de profesionalismo y competencia, denunciando la subordinaci¨®n y la discriminaci¨®n que sufre a diario en un pa¨ªs dominado por el f¨²tbol masculino. La imagen del ni?o que tach¨® en su camiseta de la selecci¨®n nacional el nombre de Neymar Jr., escribiendo el de Marta en su lugar, representa de manera elocuente esta cr¨ªtica.
As¨ª mismo, estos fueron los Juegos Ol¨ªmpicos con el mayor n¨²mero de participantes "fuera del armario": m¨¢s de diez atletas dijeron abiertamente que eran gays o lesbianas, siendo la gran mayor¨ªa de ellas mujeres brasile?as. Incluso hubo un pedido de casamiento entre dos mujeres con un beso p¨²blico entre la jugadora de la selecci¨®n brasile?a de rugby, Izzy Cerullo, y la gerente deportiva Marjorie Enya.
La primera medalla de oro de Brasil fue conquistada en el judo por una atleta lesbiana, Rafaela Silva, que tambi¨¦n ha sido un caso ejemplar de discriminaci¨®n racial en el deporte. Al ser derrotada en los Juegos Ol¨ªmpicos de Londres, Rafa, como se la conoce, fue llamada ¡°chimpanc¨¦¡± y otros apelativos racistas, episodio que ella record¨® en su ahora festejada victoria en R¨ªo. La nadadora Joanna Maranh?o, v¨ªctima de abuso sexual en su infancia, al no ganar una medalla en estas Olimpiadas, recibi¨® amenazas e insultos en las redes sociales: ¡°mereces ser violada¡±, le escribieron en Facebook. Joanna reaccion¨®: ¡°Brasil es un pa¨ªs homof¨®bico, xen¨®fobo y racista¡±.
La intolerancia y el sexismo hacia las mujeres atletas no fue s¨®lo un atributo de los espectadores brasile?os en esta nueva edici¨®n de los Juegos Ol¨ªmpicos. Cuando la h¨²ngara Katinka Hossz¨² rompi¨® un r¨¦cord ol¨ªmpico de nataci¨®n, el narrador de la NBC (la cadena de televisi¨®n norteamericana) atribuy¨® la victoria a su marido (¡°este tipo es el responsable"), generando protestas y cr¨ªticas en las redes sociales. Del mismo modo, el peri¨®dico Chicago Tribune se vio obligado a pedir disculpas al informar la medalla de bronce en tiro de Corey Cogdell-Unrein: ¡°Wife of Bears lineman Mitch Unrein, wins bronze in Rio¡± (¡°Esposa del atacante de los Chicago Bears [equipo de f¨²tbol americano] Mitch Unriem, gana bronce en R¨ªo¡±.
La edad, apariencia y su papel en la familia (esposa, madre, hija) siguen apareciendo con fuerza en las informaciones period¨ªsticas sobre las mujeres atletas. Sin embargo, a pesar de esto, podemos observar grandes avances, como la mayor presencia de las mujeres periodistas en la cobertura de R¨ªo 2016. Un especial destaque merecen algunos canales de televisi¨®n por cable brasile?os, los cuales incorporaron muchas periodistas y atletas mujeres entre sus comentaristas. Aunque las mujeres suelen ser indicadas para comentar deportes o competencias femeninas, cada vez aparecen con mayor frecuencia en la programaci¨®n deportiva e, incluso, dos periodistas mujeres conducen ¨C sin la presencia de hombres ¨C un importante programa de deportes en el canal Sport TV, algo inusual en la televisi¨®n brasile?a.
Desigualdad, violencia y seguridad
"Esto aqu¨ª es un poquito de Brasil ay, ay" cantaron con gran belleza, los bahianos Caetano Veloso y Gilberto Gil en la fiesta de apertura. Los acompa?aba, Anita, una cantante popular, considerada cursi por la ¨¦lite. La elecci¨®n de Anita por parte de sus compa?eros de escenario, ellos s¨ª reverenciados por el mundo intelectual y de gran prestigio entre las clases m¨¢s altas de la sociedad brasile?a, fue un destacado gesto en el intento por hacer que la ceremonia de inicio de las Olimpiadas retratara el Brasil real.
Sin embargo, y m¨¢s all¨¢ de esto, R¨ªo 2016 estuvo muy lejos de mostrar en sus estadios y eventos deportivos el Brasil popular, el que habita la gente com¨²n, la que todos los d¨ªas trabaja duramente, pero no tiene dinero para pagar el costo de una entrada al Maracan¨¢, entre ellos los centenares de trabajadores y trabajadoras que construyeron las obras que permitieron hacer de R¨ªo la sede estos Juegos. Trabajadores y trabajadoras pobres, como los diez que murieron en los ¡°accidentes de trabajo¡± que se produjeron mientras se constru¨ªan estadios, carreteras y puentes. El p¨²blico brasile?o de los Juegos de R¨ªo fue mayoritariamente blanco y de las clases m¨¢s acomodadas, algo que ya hab¨ªa ocurrido en el Mundial de 2014. El Brasil m¨¢s pobre, el Brasil mayoritario, tuvo que conformarse con acompa?ar las Olimpiadas por las pantallas de la televisi¨®n, enfrentado grandes dificultades para moverse en una ciudad cuyos medios de transporte y principales avenidas fueron reservados para el uso de los turistas y de los espectadores de las competencias.
El Brasil de los barrios pobres, el de las favelas y el de esas periferias cuyas estad¨ªsticas de violencia son comparables a las de un pa¨ªs en guerra, constituy¨® el intruso inc¨®modo de una fiesta a la cual no fueron invitados.
Mientras promediaban los Juegos, el soldado H¨¦lio Andrade, de la Polic¨ªa Militar de Roraima (en la regi¨®n amaz¨®nica) y que estaba de servicio en R¨ªo de Janeiro bajo el comando de la poderosa Fuerza Nacional, entr¨® junto con su patrulla ¡°por error¡± en la zona conocida como Vila de Jo?o, en la favela de Mar¨¦. El descuido le cost¨® la vida: muri¨® acribillado al interior del veh¨ªculo de la polic¨ªa en el que se movilizaba. Otros polic¨ªas resultaron heridos. Vila de Jo?o, a escasos 10 kil¨®metros del Maracan¨¢, es un territorio bajo el comando de grupos que controlan el tr¨¢fico de drogas. Cuando la polic¨ªa ingresa all¨ª, lo hace por ¡°error¡±. Una muerte que no pudo ser evitada, aunque R¨ªo 2016 es la Olimpiada con mayor gasto en seguridad, involucrando 47 mil miembros de la Fuerza Nacional, en un total de 85 mil agentes, tanto de las fuerzas p¨²blicas como de las privadas.
De hecho, si en R¨ªo se hubieran distribuido podios y medallas a los pa¨ªses l¨ªderes en homicidios, Brasil estar¨ªa entre los candidatos favoritos. En el pa¨ªs de las Olimpiadas se comenten 275 veces m¨¢s homicidios que en el Reino Unido, en B¨¦lgica y en Austria. La regi¨®n del Nordeste, m¨¢s pobre y desigual, tiene la tasa de asesinatos m¨¢s alta, aunque la violencia tambi¨¦n est¨¢ presente en el Sur y en el Sudeste, las regiones m¨¢s ricas del pa¨ªs. En la ¨²ltima d¨¦cada, 8 mil personas fueron asesinadas por la polic¨ªa en la ciudad de R¨ªo de Janeiro; 645 s¨®lo en 2015. Muchas de las ejecuciones han sido filmadas con tel¨¦fonos m¨®viles, pero todav¨ªa son poco frecuentes las condenas de los agentes de polic¨ªa involucrados. De hecho, los n¨²meros de este Brasil violento constituyen un tr¨¢gico record: 10 adolescentes mueren diariamente en el pa¨ªs, lo que coloca a Brasil en el podio de los homicidios juveniles, ocupando el tercer lugar entre 85 pa¨ªses (s¨®lo por detr¨¢s de M¨¦xico y El Salvador).
As¨ª mismo, Brasil est¨¢ entre los pa¨ªses con las m¨¢s altas tasas de violencia de g¨¦nero: 4,8 homicidios por cada 100 mil mujeres, no garantiza el podio, pero coloca a Brasil en el 5? lugar en el ranking de 83 pa¨ªses con datos homog¨¦neos proporcionados por la Organizaci¨®n Mundial de la Salud. El pa¨ªs tiene 48 veces m¨¢s feminicidios que el Reino Unido, 24 veces m¨¢s que Dinamarca y 16 veces m¨¢s que Jap¨®n.
La raza y el g¨¦nero son indicadores que pesan en esta violencia. Como ha demostrado Julio Waiselfisz en las diversas ediciones del Mapa de la Violencia, el homicidio juvenil se concentra entre los negros, y no ha parado de crecer: en 2003, la victimizaci¨®n de los j¨®venes negros fue de 71,8% y, en 2013, hab¨ªa aumentado a 173%.
Tambi¨¦n la homofobia mata. Brasil ganar¨ªa la medalla de oro en asesinatos de travestis y transexuales, con cerca de 500 muertes entre enero de 2008 y abril de 2013, muy por delante de M¨¦xico, que tuvo 4 veces menos asesinatos homof¨®bicos. Los casos de violencia son cotidianos, y c¨®mo los de las mujeres y ni?os, muchos son invisibles simplemente porque no son reportados. La declaraci¨®n de Caio Bomfim, atleta brasile?o cuarto colocado en marcha ol¨ªmpica, muestra la cultura homof¨®bica que est¨¢ detr¨¢s de estos n¨²meros: a cada entrenamiento, todos los d¨ªas en los ¨²ltimos nueve a?os, Caio ten¨ªa que escuchar insultos como, "dejar de menear", ¡°convi¨¦rtete en hombre¡±, "marica", "vete a casa a trabajar, vago." Insultos que son tambi¨¦n comunes en los estadios. Quienes vieron el partido de f¨²tbol masculino entre Brasil y Colombia en el f¨²tbol, habr¨¢n escuchado a los hinchas brasile?os saludando al arquero colombiano con un "ohhhhhh, putooo", cada vez que realizaba un saque de meta.
Entre el Brasil que ha mostrado las Olimpiadas y el Brasil del d¨ªa a d¨ªa, todav¨ªa hay una gran brecha a ser superada. Han terminado los Juegos de R¨ªo 2016. Ahora queda el pa¨ªs real.
Carmen Rial es profesora en el Departamento de Antropolog¨ªa de la Universidad Federal de Santa Catarina, Brasil. Ha escrito sobre el f¨²tbol y la migraci¨®n y recientemente ha editado el libro Migration of Rich Immigrants: gender, ethnicity and class (Nueva York, Palgrave Ed).
Miriam Grossi es profesora en el Departamento de Antropolog¨ªa de la Universidad Federal de Santa Catarina, Brasil. Ha escrito y dirigido trabajos sobre g¨¦nero y sexualidad, teor¨ªas queer y feministas, violencia contra las mujeres y lesbo-trans-homofobia, la parentalidad y conjugalidad LGBTT.
(Este texto forma parte de los Cuadernos de las Olimpiadas, aporte del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, CLACSO, a la comprensi¨®n sociol¨®gica, pol¨ªtica y cultural de R¨ªo 2016: http://www.clacso.org.ar/cuadernosdelasolimpiadas/)
Traducci¨®n: Gilvan Reis / CLACSO.
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