Marikana: Un lugar parecido al fin del mundo
Cuatro a?os despu¨¦s de que 34 mineros fueran abatidos por la polic¨ªa, las condiciones de vida de los trabajadores de estos yacimientos de platino de Sud¨¢frica no han mejorado
En este lugar, mientras avanzamos y retrocedemos con inseguridad, sorteando baches y multitudes, se intuye lo que podr¨ªa ser el instante despu¨¦s del fin de mundo: ni rastro de verde, filas de hombres cansados y rendidos, y polvo de platino incrust¨¢ndose sobre personas y objetos hasta hacer que toda la vida sea de color gris.
Aqu¨ª, en esta mina situada en el municipio de Rosenburg, a 120 kil¨®metros de Johanesburgo, en Sud¨¢frica, trabajan hoy casi 20.000 personas. El 40% son trabajadores inmigrantes. Extraen platino de la tierra bajo la responsabilidad de Lonmin, una empresa constituida en el Reino Unido en 1909 y con licencia para trabajar en Sud¨¢frica hasta el a?o 2037. Aunque sea dif¨ªcil de creer, dicen que antes del platino esta tierra era rica en agricultura. Hoy es una tierra degradada, con el agua y el aire contaminados.
Marikana es un sitio especialmente triste, y no solo por el color plomo y la degradaci¨®n ambiental. El 16 de agosto del a?o 2012 la polic¨ªa negra de Sud¨¢frica mat¨® a tiros a 34 mineros negros e hiri¨® a 70 m¨¢s que protestaban por sus malas condiciones de vida y sus magros sueldos. Yo he estado en el lugar de la matanza. Los mineros, en su mayor¨ªa desarmados, bajaban de un cerro rid¨ªculamente alto y fueron recibidos a tiros por la polic¨ªa. Muchos heridos fueron rematados en el suelo. A 500 metros de este lugar se encontraron 295 casquillos de bala y los cuerpos de 17 mineros abatidos. Sobre el cerro solo dos cruces blancas recuerdan la matanza. Nadie, hasta ahora, ha rendido cuentas por estos hechos a pesar de que el informe independiente del juez Farlam dice que ¡°la polic¨ªa llev¨® a cabo all¨ª una operaci¨®n paramilitar con el fin de aniquilar a aquellos que consideraban sus enemigos¡±.
¡°100 personas compartimos un ba?o que huele como los demonios porque siempre est¨¢ lleno de mierda¡±
?Ha cambiado la mina desde la matanza? ?Han mejorado las insufribles condiciones de vida de los mineros cuya protesta desencaden¨® la represi¨®n hace cuatro a?os? No. Los lugares d¨®nde me reun¨ª con familiares y v¨ªctimas de la matanza parecen instalados hoy en la misma miseria que entonces.
Amnist¨ªa Internacional acaba de publicar una investigaci¨®n que demuestra que las atroces condiciones de alojamiento de hace cuatro a?os se siguen padeciendo hoy. La mayor¨ªa de los 20.000 trabajadores viven de aluvi¨®n a pesar de las promesas de la empresa y la supuesta vigilancia por parte Gobierno de Sud¨¢frica sobre los compromisos empresariales con los trabajadores. Lonmin solo ha edificado tres casas piloto en Marikana desde el a?o 2006, a pesar de haberse comprometido a construir 5.500 viviendas en un documento legalmente vinculante.
La historia de PL (se usan iniciales para proteger su identidad) es un ejemplo de estas promesas incumplidas. Vive en el asentamiento informal de Nkangeng junto a m¨¢s de 15.000 personas, la mayor¨ªa mineros de Marikana. PL permiti¨® a Amnist¨ªa Internacional fotografiar su casa pero prefiri¨® no ser identificada. Su compa?ero trabaja en la mina desde el a?o 1985. Su casa es de lat¨®n y tiene una sola habitaci¨®n que comparte con su compa?ero y sus tres hijos.
TM trabajaba hasta hace poco en una tienda, ahora est¨¢ desempleada y le dijo a Amnist¨ªa Internacional: ¡°Puedes ver que vivimos en barracones sin ba?o, sin electricidad y sin agua. Si tengo luz es porque me conecto ilegalmente con la ayuda de mis vecinos. Si llueve mi barrac¨®n se llena de agua. Y 100 personas compartimos un ba?o que huele como los demonios porque siempre est¨¢ lleno de mierda¡±.
Marikana recuerda a los paisajes desolados de la pel¨ªcula Blade Runner o a las descripciones apocal¨ªpticas del d¨ªa despu¨¦s del fin del mundo, pero es un lugar real, habitado por miles de personas en condiciones repugnantes. Y lo peor es que este fin del mundo no ocurre en un solo d¨ªa sino que se prolonga ya muchos a?os.
La buena noticia es que la mejor¨ªa en las condiciones de vida de estos mineros no depende de Dios sino del Gobierno de Sud¨¢frica y de la empresa Lonmin. Es muy sencillo. Solo tienen que construir lugares dignos d¨®nde puedan vivir los mineros. El derecho al acceso a una vivienda adecuada es un derecho humano desde el a?o 1948 y Lonmin tiene tierra disponible para empezar a construir 2.000 casas ya mismo.
Esteban Beltr¨¢n es director Amnist¨ªa Internacional Espa?a.
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