Africanos y afrodescendientes, contra el racismo
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Omer Freixa (*)
Se cumplen 15 a?os de la celebraci¨®n de la III Conferencia Mundial de las Naciones Unidas contra el Racismo, la Discriminaci¨®n Racial, la Xenofobia y las Formas Conexas de Intolerancia, reunida en la ciudad sudafricana de Durban entre el 31 de agosto y el 8 de septiembre de 2001, en un pa¨ªs que mostr¨® su liderazgo ante el mundo en lo relativo a los Derechos Humanos por la forma en que desmantel¨® el oprobioso r¨¦gimen del Apartheid durante la primera mitad de la d¨¦cada de 1990.
Al t¨¦rmino de la Conferencia se lanz¨® una Declaraci¨®n que incluy¨®, entre otros numerosos aspectos para un tema tan amplio como el racismo y dem¨¢s lacras, el reconocimiento que la trata y la esclavitud, y en especial la trata trasatl¨¢ntica de esclavos, son cr¨ªmenes de lesa humanidad, y llam¨® a honrar la memoria de las v¨ªctimas de todos los atropellos a los Derechos Humanos. Tambi¨¦n el Programa de Acci¨®n, que acompa?¨® a la Declaraci¨®n, inst¨® a reparar e indemnizar a las v¨ªctimas de todas estas formas de desprecio. En el caso particular de africanos y afrodescendientes, estos ¨²ltimos identificados en el documento como una categor¨ªa espec¨ªfica y v¨ªctima, sostuvo ¡°la importancia y necesidad de asegurar su completa integraci¨®n en la vida social, econ¨®mica y pol¨ªtica¡± (Declaraci¨®n, punto 13) reconociendo que hoy d¨ªa los africanos y descendientes de ¨¦stos son v¨ªctimas de discriminaci¨®n racial y de exclusi¨®n en diversos ¨¢mbitos, como un problema global.
Lo que se conoce como la Gran Trata Atl¨¢ntica por espacio de m¨¢s de tres siglos nutri¨® Am¨¦rica de unos 10 millones de africanos esclavizados, aunque las cifras var¨ªan y las estimaciones m¨¢s altas engloben (entre llegados y fallecidos) un n¨²mero impresionante y no menor al de 50 millones de almas. Se estuvo de acuerdo en la conferencia de calificarla dicho tr¨¢fico atl¨¢ntico como un horror y sum¨® lo indicado en el p¨¢rrafo anterior. Tomando Durban como base, naciones del Caribe comenzaron a reclamar compensaciones a las antiguas metr¨®polis por el flagelo esclavista que ciment¨® las riquezas de sus imperios y que posibilit¨® a Gran Breta?a acumular lo suficiente para iniciar su Revoluci¨®n Industrial. Por ejemplo, Jamaica exigi¨® al Reino Unido el pago de 25.000 millones de d¨®lares por su participaci¨®n en tan rentable negocio del pasado, exigencia obviamente resistida.
La Conferencia prest¨® particular atenci¨®n a los afrodescendientes, un t¨¦rmino que empez¨® a pesar como modo de empoderar y tornar visible a un colectivo hist¨®ricamente marginado, as¨ª como tomar nota de un concepto que, desde una noci¨®n constructivista y una articulaci¨®n pol¨ªtica, fue cobrando importancia a partir de comienzos del presente siglo, sobre todo desde el final del evento en Durban. La palabra respondi¨® a una nueva identidad pol¨ªtica autoconstruida, incluyente de personas de descendencia africana sin importar el fenotipo y otras diferencias, y fue adoptada por diversas organizaciones en todo el mundo, como las Naciones Unidas en tanto herramienta pr¨¢ctica para construir una agenda de trabajo.
De all¨ª en m¨¢s, muchos grupos en Am¨¦rica, descendientes de esclavizados, dejaron de referirse a s¨ª mismos como ¡°negro¡± y pasaron a autodenominarse afrodescendiente, entendiendo que en Am¨¦rica el primer t¨¦rmino refiere a la forma en que el colonizador denomin¨® en forma peyorativa y transmiti¨® un complejo de inferioridad a su mano de obra de origen africana, trauma que sobrevivi¨® al cese de la esclavitud. Esta explicaci¨®n hunde su ra¨ªz en lo que se conoce como la ¡°colonialidad del poder¡±, expresi¨®n acu?ada por el soci¨®logo peruano An¨ªbal Quijano que define un patr¨®n de poder sustentado en una din¨¢mica de dominaci¨®n y explotaci¨®n, donde la noci¨®n de raza se erigi¨® como pivote esencial de la modernidad capitalista. Entonces, si bien el colonialismo y la esclavitud desaparecieron, la ideolog¨ªa que las ciment¨® no, y la misma mantiene sometidas a minor¨ªas y grupos antiguamente colonizados y sus descendientes bajo una pretensi¨®n subyacente de inferioridad. Pero los africanos, por caso, resisten a esta ideolog¨ªa y, tomando cartas en el asunto, en 2013 un grupo en Kenya accion¨® y consigui¨® la disculpa oficial del gobierno brit¨¢nico por los excesos coloniales y ¨¦ste accedi¨® a pagar compensaciones monetarias de car¨¢cter individual. Este operar sirvi¨® de modelo e inspiraci¨®n para otros casos, como el afrocaribe?o mencionado antes.
Donde mejor impacto tuvo el concepto novedoso de afrodescendiente y resultados tangibles en la lucha contra el racismo fue en Am¨¦rica Latina y el Caribe, donde se calcula habitan 150 millones de afrodescendientes, la tercera parte de la poblaci¨®n, donde se asent¨® fuertemente la di¨¢spora africana como producto de la trata esclavista, principalmente. A prop¨®sito, la Uni¨®n Africana, que representa y en teor¨ªa une un continente compuesto por m¨¢s de 1.200 millones de habitantes, comenz¨® a considerar Am¨¦rica Latina y el Caribe como su sexta ¨¢rea, dando cuenta de los v¨ªnculos diasp¨®ricos consolidados tras los ¨²ltimos siglos. El t¨¦rmino en cuesti¨®n comporta una intencionalidad pol¨ªtica de estrechar lazos con miembros de la di¨¢spora africana en todo el mundo, como una forma de propender a la solidaridad de todos lo que poseen un origen y ancestro africano en com¨²n.
A pesar de ciertos progresos observados en la movilizaci¨®n, formaci¨®n de redes locales y transnacionales, as¨ª como en las pol¨ªticas de acci¨®n afirmativa de los Estados, y siendo los m¨¢s avanzados Brasil (la naci¨®n con m¨¢s cantidad de afrodescendientes fuera de ?frica), Colombia y Costa Rica, a¨²n hoy estas poblaciones de la regi¨®n acusan altos grados de marginalidad y pobreza, y con frecuencia los individuos son v¨ªctimas de discriminaci¨®n racial y exclusi¨®n en diversos ¨¢mbitos. Lo anterior es producto de una realidad estatal que desde los tiempos de su conformaci¨®n (a fines del siglo XIX) alent¨® la visi¨®n de una sociedad homog¨¦nea y resalt¨® el valor del elemento no europeo, excluyendo o marginando a originarios y afrodescendientes, pese a que el discurso oficial propicie la igualdad jur¨ªdica de todos los ciudadanos. Entre las numerosas medidas a favor de afrodescendientes, que extender¨ªan sobremanera el espacio de este art¨ªculo, vale se?alar que en Brasil la Ley N? 10.639 (2003) estableci¨® que las escuelas incorporen al curr¨ªculo la ense?aza de la historia y la cultura afrobrasile?a y africana.
Panorama internacional tras Durban
La Conferencia para los Derechos Humanos fue de gran relevancia y gener¨® bastante controversia. Los Estados Unidos (seguido principalmente por Israel y Canad¨¢) abandonaron el evento por dos cuestiones que fueron aprobadas en el documento final: la declaraci¨®n del sionismo como una forma de racismo y la declaraci¨®n de la trata y la esclavitud como delitos de lesa humanidad. Al abandono se?alado sigui¨® un boicot, al que acompa?aron varios poderes occidentales, al desarrollo de la Conferencia. El ex presidente George Bush (padre) fue responsable por esta decisi¨®n, la que repetir¨ªa Barack Obama, el primer mandatario afrodescendiente de Estados Unidos, en la sede de Naciones Unidas, en Ginebra, en abril de 2009, ante la Conferencia que continu¨® la hoja de ruta de Durban, repitiendo los motivos de ocho a?os antes y boicoteando una vez m¨¢s lo que se llam¨® Durban II. De todos modos, la Declaraci¨®n y el Programa de Acci¨®n fueron ratificados en esa conferencia de revisi¨®n.
Los logros de Durban I quedaron eclipsados por la conmoci¨®n derivada de los ataques terroristas del 11 de septiembre en los Estados Unidos que retuvieron la atenci¨®n internacional por un tiempo prolongado. Sin embargo, los ecos de Durban gravitan hoy a tres lustros de su realizaci¨®n, aunque queda much¨ªsimo por hacer y los gobiernos latinoamericanos, independientemente de la ideolog¨ªa de cada uno, tienen varias cuentas pendientes hacia los afrodescendientes.
En el plano internacional, tras Durban I, y en buena medida como consecuencia de la misma, en 2011 Naciones Unidas declar¨® el A?o Internacional de los Afrodescendientes y, desde 2015 se asiste al Decenio Internacional de los Afrodescendientes (2015-2024), cuyos temas son: Reconocimiento, Justicia y Desarrollo, instancia que el documento de Durban trata. Se entiende al Decenio como un momento especial que determina un plazo para que las Naciones restauren la dignidad de las v¨ªctimas del pasado y ense?en a sus descendientes que se puede habitar un mejor presente y futuro, y asimismo reparar uno de los mayores delitos de la historia de la humanidad, la trata esclavista.
Entre otros varios objetivos del Decenio, constan la elaboraci¨®n de una enciclopedia de la afrodescendencia y su contribuci¨®n a la historia mundial y la realizaci¨®n de un seminario mundial sobre ¨¦stos y el mundo actual. En particular, la meta ser¨ªa crear un Foro Permanente en Naciones Unidas para afrodescendientes. Estrechar lazos y unir ?frica con Am¨¦rica (y otras regiones con presencia afro) es una labor inconclusa al d¨ªa de hoy, porque, si bien hasta el presente se han celebrado tres Cumbres Am¨¦rica del Sur ¨C ?frica (ASA), en 2006, 2009 y 2013, o algunos gobiernos latinoamericanos acercaron v¨ªnculos a pa¨ªses africanos (como la Venezuela de Hugo Ch¨¢vez), en Am¨¦rica en general falta trabajar sobre las ra¨ªces negras y la necesidad de difundir el conocimiento sobre la african¨ªa, la ¡°tercera ra¨ªz¡±. Como se observa, ?frica no termina en ?frica. Las ra¨ªces, el pasado en com¨²n, la conectan m¨¢s all¨¢ de sus estrictas fronteras geogr¨¢ficas debido a que, en primera instancia, si el origen de la humanidad se ubica en el continente, todos debemos considerarnos afrodescendientes.
(*) Omer Freixa: historiador africanista argentino. Investigador, docente y escritor. Profesor y licenciado en historia por la Universidad de Buenos Aires (UBA) y M¨¢ster en Diversidad Cultural con especializaci¨®n en estudios afroamericanos por la Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF).
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