?Existe el Para¨ªso? La apat¨ªa millenial enfrentada a la realidad
De c¨®mo mi experiencia en el Para¨ªso Brugal hizo que dejara de detestar el verano. (o variaciones y combinaciones)
Lo reconozco: soy un descre¨ªdo.
Es inevitable serlo hoy en d¨ªa, aunque sea un poco. Si un truco de magia de un talent show se convierte en viral ya se encarga YouTube de revelar el truco, UnReal nos ense?a c¨®mo se generan las emociones como si fueran productos en los reality shows a los que estamos enganchados y el streaming en directo de la web durante los VMA nos permite conectarnos a la c¨¢mara que m¨¢s nos apetezca, as¨ª que nos podemos saltar la magia de la actuaci¨®n de Beyonc¨¦ para ver como Kim Kardashian actualiza su Instagram mientras Kanye West espera a salir desde el puesto del stage manager.
Todo el mundo hoy en d¨ªa sabe la verdad sobre todas las cosas, su verdad, para lo bueno y para lo malo. Hay un documental para cada teor¨ªa conspiranoica. No hay misterio ni para lo bueno ni para lo malo. Yo, como todos (supongo), me inclino a pensar que un v¨ªdeo en el que sucede algo impresionante es siempre falso, y tengo mis propias teor¨ªas al respecto. O¨ªmos playbacks, sabemos que los planos-secuencia de las pel¨ªculas son digitales y que el Photoshop ha invadido hasta los selfies frente al espejo.
Desmontar la ilusi¨®n se ha convertido en normal. Pocas cosas conservan la magia: las buenas pel¨ªculas en una sala de cine sin posibilidad de pause, pasar las navidades con gente menor de 9 a?os y tumbarse en una playa en tus vacaciones de verano hasta alcanzar ese nirvana en el que crees que ese momento va a ser eterno. Yo incluso hab¨ªa perdido la ilusi¨®n de estas tres: sobreanalizo las pel¨ªculas por culpa de haber estado dentro de ellas, no queda nadie menor de 9 a?os a m¨ª alrededor, y la playa me parec¨ªa cutre. La arena y el calor me resultaban tan molestos como a una jugadora de volley playa (sea cual sea su uniforme), los rituales playeros me parec¨ªan agotadores y estar moreno, una ordinariez. Miraba por encima de hombro la idea colectiva del verano (no me culpen, soy freelance, nunca me he ido de vacaciones con may¨²sculas).
Este verano fui invitado al Para¨ªso Brugal, una experiencia en la que la marca ha querido acercar a Andaluc¨ªa, y en especial a C¨¢diz, el esp¨ªritu de la Rep¨²blica Dominicana y de su ron, mezclando todo aquello que les identifica: sabores tropicales, cocteler¨ªa y deportes de riesgo. Un modo de escapar de lo habitual, resumido a la perfecci¨®n en su eslogan: No es normal, es Brugal. As¨ª que me dispuse a disfrutar de la experiencia sin prejuicios, como aquel que visita Par¨ªs y decide al fin que no puede irse de la ciudad sin ver la torre Eiffel por mucho que se la conozca de memoria a¨²n sin haberla tenido delante.
Y es que s¨ª, soy un descre¨ªdo. Pero lo hac¨ªa sin maldad, as¨ª que mi descreimiento dur¨® poco. Los escenarios de Tarifa nada tienen que envidiar a las estampas paradisiacas que tenemos idealizadas, desde la vegetaci¨®n y los sonidos naturales de El Cuart¨®n (la urbanizaci¨®n en la que est¨¢bamos ubicados) a las playas de Valdevaqueros y el agua del Atl¨¢ntico o la vista de T¨¢nger en la lejan¨ªa. El calor y la arena se curan con el agua y el sol. Yo siempre he huido del sol, pero tambi¨¦n es cierto que moreno se est¨¢ m¨¢s guapo, aunque solo sea por las endorfinas y la vitamina D.
La playa de Bolonia es uno de los lugares m¨¢s bonitos que he visto jam¨¢s. Quiz¨¢ suena azucarado, pero es real. Una playa con una barca roja, verde y amarilla abandonada en la arena. All¨ª vimos anochecer, cenamos en un chiringuito y recib¨ª una llamada. Me alej¨¦ de la mesa hacia la playa oscura, con el sonido de las olas y las luces de la costa africana enfrente. Y, de repente, la estrella fugaz m¨¢s grande que he visto jam¨¢s atraves¨® el cielo. Ir¨®nicamente, utilizar mi tel¨¦fono me permiti¨® verla. Dur¨® tanto que me dio tiempo a sorprenderme, procesarlo y entenderlo. Ilumin¨® el cielo de una forma brutal. Dir¨ªa que ¡°se hizo de d¨ªa¡± y probablemente no fue para tanto, pero lo pareci¨®, que al fin y al cabo es lo importante. Cuando se apag¨®, qued¨® una estela de humo en su lugar como ¨²nica prueba. Todo lo dem¨¢s segu¨ªa como si nada.
Una estrella fugaz no es m¨¢s que una piedra extraterrestre o un trozo de una estaci¨®n espacial cayendo a la tierra. Es un objeto que se incendia al entrar en nuestra atm¨®sfera, es una cosa perfectamente explicable y totalmente normal. Sin embargo, resulta dif¨ªcil verlo y pensar en eso. Quiz¨¢ un descre¨ªdo piense eso, que es algo normal. Yo, la verdad, en ese momento ped¨ª un deseo. Porque no es normal, es¡ Bueno, ya sab¨¦is.
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