La sanci¨®n a Apple
La Uni¨®n Europea da un paso de gigante en el tratamiento de la fiscalidad de grandes empresas tecnol¨®gicas
Esta semana se ha conocido la decisi¨®n de la UE de reclamar a Apple el pago de 13.000 millones de euros en impuestos no pagados a Irlanda, por considerar que el pacto fiscal que Dubl¨ªn ofreci¨® a la multinacional debe considerarse una ayuda ilegal de Estado.
La direcci¨®n de Apple y el propio Gobierno irland¨¦s (cada vez m¨¢s dividido) han dicho que recurrir¨¢n la decisi¨®n, as¨ª que falta tiempo para conocer el desenlace de este duelo de titanes. Es sin embargo urgente (en realidad hace mucho que lo es) plantear ciertas reflexiones sobre esta interesant¨ªsima cuesti¨®n.
La voz de la sociedad civil es cada vez m¨¢s firme al reclamar que las grandes multinacionales contribuyan de un modo justo a sostener los pa¨ªses en que obtienen sus beneficios. Europa es fant¨¢stica para vender productos de consumo, claro. La seguridad, su red de transporte e infraestructuras, su estabilidad, sus derechos sociales¡, de todo ello se beneficia Apple al vender sus m¨®viles. Pero atenci¨®n, todo esto cuesta dinero. Mucho y cada vez m¨¢s.
Aumentar (otra vez) los impuestos al consumo (luz, cultura, servicios¡) o a los que pagan trabajadores y aut¨®nomos es una soluci¨®n; pero mucho m¨¢s lacerante que detener las insolidarias rebajas fiscales que algunos Gobiernos llevan a?os ofreciendo secretamente a centenares de multinacionales. Luxemburgo, B¨¦lgica, Irlanda¡ son l¨ªderes en una carrera hacia el precipicio por atraer inversiones cuyo resultado final es que todos los pa¨ªses recaudamos menos. En este ¨²ltimo caso, el beneficio por las ventas de Apple en toda Europa ha quedado pr¨¢cticamente sin tributar, ah¨ª es nada.
La sociedad civil es cada vez m¨¢s firme al reclamar que las grandes multinacionales contribuyan de un modo justo a sostener los pa¨ªses en que obtienen sus beneficios
Irlanda puede leg¨ªtimamente atraer a grandes empresas con fiscalidad ventajosa y flexibilidad laboral; ya lo ha hecho con Google, Facebook o Apple creando un sector tecnol¨®gico sin parang¨®n en Europa. Pero el rugido del tigre celta no debe ser a costa de sus socios comunitarios. Rescatada y con el impuesto empresarial m¨¢s bajo de la UE (un 12,5% frente a una media del 25% en la UE), Irlanda no puede pretender adem¨¢s dejar sin tributar los beneficios de estas empresas obtenidos en toda la Uni¨®n Europea, m¨¢xime en una deseada uni¨®n fiscal. Por otro lado, las reglas del juego empresarial deben ser transparentes e iguales para todos, o por lo menos no m¨¢s f¨¢ciles para los m¨¢s fuertes.
Apple se defiende diciendo que crea 5.000 empleos en Irlanda, dato que causa una buena primera impresi¨®n. Pero estar¨ªa bien conocer la respuesta de los otros empresarios de Irlanda, de los propietarios de los famosos pubs irlandeses, de los arquitectos, abogados, tenderos, ganaderos irlandeses¡ Todos estos peque?os y medianos empresarios crean el grueso de los millones de puestos de trabajo de Irlanda. La pregunta brota a presi¨®n: ?por qu¨¦ ellos deben pagar mil veces m¨¢s impuestos que Apple?
Se habla tambi¨¦n de la inversi¨®n en su sede y en I+D. Hay otras v¨ªas para premiar la inversi¨®n en nuevos productos: con un l¨ªmite porcentual en la cuota y para todas las empresas. Y ya que hablamos de inversi¨®n, pensemos en qu¨¦ nos gustar¨ªa ver invertido ese dinero: ?cu¨¢ntos proyectos de mejora de nuestro precario medio ambiente, cu¨¢ntos proyectos de investigaci¨®n de enfermedades, cu¨¢ntas becas podr¨ªan otorgarse con los 70.000 millones de euros en los que se estima ¡ªanualmente, atenci¨®n¡ª los impuestos no pagados por la planificaci¨®n fiscal agresiva de las multinacionales en Europa? Es imaginarlo e indignarse. Yo no lo cambiar¨ªa por un m¨®vil que funciona bajo el agua. ?Y usted?
Irlanda puede leg¨ªtimamente atraer a grandes empresas con fiscalidad ventajosa y flexibilidad laboral; pero no debe ser a costa de sus socios comunitarios
Estas empresas afirman cumplir las leyes fiscales (incluyendo generosamente en esta categor¨ªa ciertos tax rulings que pecan de secretismo y son una ofensa a la libre competencia), pero no ser¨ªa la primera vez que una ley injusta (aqu¨ª por insolidaria y hecha a medida) choca con principios jur¨ªdicos de mayor jerarqu¨ªa. El progreso jur¨ªdico requiere a veces cambiar leyes injustas. Se dice que el punto ciego de una generaci¨®n es una situaci¨®n percibida como injusta pero que a¨²n as¨ª se soporta durante a?os¡.hasta que la generaci¨®n siguiente logra cambiarla. Ya ocurri¨® con el sufragio femenino hace 100 a?os, o con los derechos civiles negados legalmente a muchas minor¨ªas hasta hace solo 50 a?os. Ahora ambas cosas nos resultar¨ªan inaceptables. Hoy en d¨ªa Google, Facebook, Starbucks, ¡ las empresas m¨¢s poderosas del planeta pagan menos impuestos por sus beneficios que cualquier jubilado medio por su menguante pensi¨®n. ?Lo aceptar¨¢n nuestros nietos? ?Estamos frente al punto ciego de nuestra generaci¨®n?
Los grandes pa¨ªses han avanzado mucho en crear una nueva fiscalidad justa y adaptada a la globalizaci¨®n. El proyecto BEPSA (Plan de Acci¨®n contra la Erosi¨®n de Bases Imponibles y Deslocalizaci¨®n de Beneficios (BEPSA, por sus siglas en ingl¨¦s), es un plan con 15 acciones concretas que pretende acabar con el divorcio geogr¨¢fico entre la actividad real y la (no) tributaci¨®n del beneficio, pero su implementaci¨®n es exasperantemente lenta, y mientras tanto la recaudaci¨®n perdida cada a?o es una cifra descomunal y una bofetada al contribuyente medio.
La decisi¨®n de la UE sobre Apple se antoja un verdadero punto de inflexi¨®n en este tema. La reacci¨®n de los otros Gobiernos de la UE, a los que el informe ha puesto en bandeja iniciar acciones de reclamaci¨®n por los beneficios obtenidos en su territorio, ser¨¢ tambi¨¦n un factor clave. A nadie le gusta ir en solitario a ponerle el cascabel al gato. Por eso es necesaria la uni¨®n de los grandes pa¨ªses (a cuyos consumidores las multinacionales ni quieren ni pueden renunciar), la altura de miras de sus estadistas en esta cuesti¨®n que nos afecta a todos.
El tema se presenta apasionante.
Daniel Vaccaro es fiscalista y profesor de EAE Business School.
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