Rendir cuentas
Un Gobierno en funciones tambi¨¦n tiene que explicar sus decisiones
La renuncia de Jos¨¦ Manuel Soria a una direcci¨®n ejecutiva del Banco Mundial no da carpetazo al esc¨¢ndalo provocado por la decisi¨®n adoptada en su d¨ªa. Hay mucho que explicar sobre la cacofon¨ªa de voces gubernamentales surgidas a partir de esa medida, cuando dec¨ªan que el Ejecutivo nada ten¨ªa que ver con la designaci¨®n, que se hab¨ªa adoptado ¡°por concurso¡± o que una comisi¨®n t¨¦cnica hab¨ªa evaluado la candidatura. No hay lugar m¨¢s id¨®neo para dar explicaciones que el Congreso de los Diputados y ser¨¢ obligado hacerlo en una sesi¨®n plenaria si un n¨²mero suficiente de grupos parlamentarios exige que as¨ª se haga. Ciudadanos tambi¨¦n lo pide, contra el criterio inicial del PP, que prefiere una explicaci¨®n m¨¢s somera.
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Todo lo sucedido en torno al caso Soria es un ejemplo palmario del deterioro producido por la prolongada provisionalidad pol¨ªtica que se vive en Espa?a. Esto se traduce en un Ejecutivo que contin¨²a adoptando medidas sin tomarse la molestia de explicarlas. No hay necesidad de perderse en tecnicismos jur¨ªdicos para acordar que rendir cuentas es indispensable en democracia. Los a?os de mayor¨ªa absoluta anestesiaron el cumplimiento de esta obligaci¨®n, pero en el Congreso actual todos los grupos son minor¨ªas, de modo que huelga que el Gobierno, por interino que sea, pretenda guerrear contra el Congreso con la esperanza de que pase el tiempo sin rendir cuentas.
Ante el Tribunal Constitucional hay planteada una batalla formal entre las dos instituciones, tras los incidentes sucedidos en la pasada legislatura, en que el Gobierno de Rajoy se neg¨® repetidamente a comparecencias solicitadas por el Congreso, alegando su interinidad y el hecho de haber sido nombrado con una composici¨®n diferente de las c¨¢maras. Sin embargo, el alto tribunal contin¨²a sin resolver si el Ejecutivo en funciones debe someterse o no al control parlamentario. Mientras tanto, el equipo de Rajoy gobierna con muy pocos controles desde hace casi un a?o.
La apoteosis del absurdo es permitir que esto ocurra, en vez de dar paso de una vez a un Ejecutivo con plenas competencias. Tenemos tan poca confianza en la capacidad del Congreso, dominado por un solo partido en las legislaturas de mayor¨ªa absoluta, que aplicamos el mismo mecanismo mental a las situaciones en que no existe esa mayor¨ªa monocolor. Un Ejecutivo instalado con arreglo a la Constituci¨®n s¨ª es controlable por un Parlamento de minor¨ªas. Es m¨¢s, ninguna ley org¨¢nica puede aprobarse solo con los votos de una de ellas.
La oposici¨®n u oposiciones tendr¨ªan m¨¢s fuerza frente a un Gobierno minoritario, pero de verdad, que desgast¨¢ndose contra un Ejecutivo en funciones habituado a navegar en las escurridizas aguas de la ambig¨¹edad legal. A la espera de que el Congreso de los Diputados cumpla la primera de sus obligaciones constitucionales, que es la de elegir a un jefe del Gobierno, el equipo de Rajoy debe aprender la lecci¨®n, manejar con prudencia las medidas importantes en tiempo de interinidad y ahorrarse decisiones unilaterales, solo explicables en situaciones pol¨ªticas que ya no existen.
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