Matar a las enfermedades no transmisibles
Dolencias como la diabetes o el c¨¢ncer causan m¨¢s muertes que las infecciosas
En los ¨²ltimos 25 a?os, gracias en parte a un esfuerzo global coordinado para combatir las enfermedades infecciosas, incluidos la malaria, la tuberculosis, el VIH/sida y la polio, las tasas de mortalidad infantil se han reducido en un 50%, y la expectativa de vida promedio se ha incrementado en m¨¢s de seis a?os. Es m¨¢s, el porcentaje de la poblaci¨®n mundial que vive en la extrema pobreza se ha reducido a la mitad. Estos son logros importantes, pero trajeron consigo un nuevo conjunto de desaf¨ªos que se deben abordar con urgencia.
A medida que las vidas se han ido prolongado y los estilos de vida han cambiado, las enfermedades no transmisibles (ENT) como la diabetes, las enfermedades cardiovasculares, el c¨¢ncer y los trastornos respiratorios han prosperado, convirti¨¦ndose de lejos en las principales causas de muerte del mundo. Mientras que unos 3,2 millones de personas murieron como consecuencia de la malaria, la tuberculosis o el sida en 2014, m¨¢s de 38 millones murieron por ENT. Y la cantidad de muertes sigue creciendo.
Tomemos el caso de la diabetes, una de las ENT de m¨¢s r¨¢pido crecimiento. Seg¨²n un informe reciente de la Organizaci¨®n Mundial de la Salud, la diabetes se cobr¨® 1,5 millones de vidas en 2012, aproximadamente la misma cantidad que la tuberculosis. Pero mientras que las muertes por tuberculosis han declinado a la mitad desde 1990, el impacto de la diabetes est¨¢ creciendo r¨¢pidamente. En 1980, 108 millones de personas viv¨ªan con diabetes, una tasa de aproximadamente una persona de cada 20; hoy, m¨¢s de 400 millones, o una persona de cada 12, padece la enfermedad.
Contrariamente a la percepci¨®n popular de las enfermedades no transmisibles como dolencias de los ricos, afectan de manera desproporcionada a los pobres en pa¨ªses de todo nivel de desarrollo econ¨®mico
Contrariamente a la percepci¨®n popular de las ENT como enfermedades de los ricos, ¨¦stas afectan de manera desproporcionada a los pobres en pa¨ªses de todo nivel de desarrollo econ¨®mico, pero especialmente los pa¨ªses de ingresos bajos y medios. Por cierto, seg¨²n el informe de la OMS, m¨¢s del 80% de las muertes relacionadas con la diabetes ocurren fueran de los pa¨ªses de ingresos altos. Una raz¨®n que explica esto es que la tipo 2, la variante m¨¢s com¨²n, est¨¢ asociada con factores vinculados al estilo de vida, como la inactividad, la obesidad, una dieta deficiente y el tabaco, que suelen ser m¨¢s comunes entre las personas de menos recursos.
Para colmo de males, en las comunidades m¨¢s pobres, las herramientas y medicinas para diagnosticar y tratar la diabetes son escasas y suelen estar fuera de los recursos de la gente. Un estudio reciente realizado por PATH, con respaldo de Novo Nordisk, demostr¨® que, en algunos casos, apenas una tercera parte de las instalaciones de salud p¨²blica ten¨ªan insulina en stock, y s¨®lo una de cada cuatro contaba con tiras reactivas para monitorear la diabetes. En Ghana, hace falta el salario de 15 d¨ªas para poder pagar una dosis de 30 d¨ªas de apenas dos de las drogas que se necesitan para evitar complicaciones.
Estas deficiencias implican que casi la mitad de los casos de diabetes fuera de los pa¨ªses ricos no se diagnostican o se manejan de manera inadecuada. Esto tiene consecuencias humanas y econ¨®micas importantes. La diabetes requiere un tratamiento de por vida, y cuanto antes se la detecta y antes comienza, mejor es el resultado. La diabetes, cuando no se la trata, causa condiciones que hacen imposible trabajar y suelen provocar una muerte temprana.
?Qu¨¦ har¨¢ falta para asegurar que la gente tenga las herramientas y medicamentos para diagnosticar, tratar y monitorear la diabetes?
Para empezar, los responsables de las pol¨ªticas y los donantes deben reconocer el impacto desproporcionado de la diabetes en las comunidades pobres y dedicar una mayor atenci¨®n y? financiamiento a la prevenci¨®n y al tratamiento. Los programas de prevenci¨®n que promueven dietas m¨¢s saludables y ejercicio pueden reducir la prevalencia de la diabetes tipo 2 y minimizar las complicaciones para quienes ya padecen la enfermedad. Y la inversi¨®n en sistemas de atenci¨®n m¨¦dica en pa¨ªses de ingresos bajos y medios puede ayudarlos a adaptarse a la creciente carga de enfermedades de por vida.
La cuesti¨®n del costo tambi¨¦n debe abordarse con urgencia. Debemos enfrentar las deficiencias en los sistemas de distribuci¨®n que limitan el acceso a medicamentos y diagn¨®stico, elevando los costos. Esto exigir¨¢ una mejor previsi¨®n, planificaci¨®n y distribuci¨®n; una negociaci¨®n m¨¢s efectiva de los precios y l¨ªmites a los sobreprecios.
El 80% de las muertes relacionadas con la diabetes ocurren fueran de los pa¨ªses de ingresos altos
Es m¨¢s, debemos invertir en investigaci¨®n y desarrollo de tratamientos y herramientas de diagn¨®stico de bajo costo para la diabetes que sean apropiados para contextos de bajos recursos. Se necesitan desesperadamente proyectos inteligentes de colaboraci¨®n que re¨²nan a pensadores innovadores de organizaciones sin ¨¢nimo de lucro, de la academia y del sector privado para crear soluciones efectivas, costeables y apropiadas.
La diabetes no es la ¨²nica entre las ENT. Tambi¨¦n existe una menor disponibilidad de medicinas y tecnolog¨ªas esenciales para diagnosticar y tratar las enfermedades card¨ªacas, el c¨¢ncer y los trastornos respiratorios. Asimismo, son proporcionalmente m¨¢s caras para la gente en pa¨ªses con ingresos bajos y medios que para la personas en el mundo rico. Esta disparidad llev¨® a la publicaci¨®n m¨¦dica The Lancet a definir la crisis de las ENT como "la cuesti¨®n de justicia social de nuestro tiempo".
A menos que tomemos medidas, la crisis no har¨¢ m¨¢s que agravarse. La OMS espera que, entre 2010 y 2020, las muertes causadas por ENT aumenten un 15% y la mayor¨ªa tendr¨¢ lugar en pa¨ªses de ingresos bajos y medios.
Hoy, s¨®lo el 1% del financiamiento de salud global est¨¢ destinado a los programas relacionados con las ENT. Esto debe cambiar, y r¨¢pido. De lo contrario, los progresos remarcables que se hicieron a la hora de mejorar la salud global en los ¨²ltimos 25 a?os se ver¨¢n superados por una creciente ola de gente que sufre y muere de enfermedades cr¨®nicas que sabemos c¨®mo prevenir y tratar.
Steve Davis es presidente y CEO de la organizaci¨®n internacional sin fines de lucro PATH, con sede en Seattle.
Copyright: Project Syndicate, 2016. www.project-syndicate.org
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