Para lelos
En verdad el acuerdo es un mal menor, pero ¨¦so no lo convierte en un bien
Sin duda el acuerdo de Colombia trae importantes beneficios a la econom¨ªa del pa¨ªs, a su desarrollo social y a la seguridad de muchas personas que han vivido, trabajado y viajado por su tierra con los sobresaltos de quien habita la peor jungla... durante m¨¢s de medio siglo. Pero tambi¨¦n comporta maleficios indudables, como la equiparaci¨®n entre una democracia (con defectos, como EE?UU, Suecia o Espa?a) y una banda de narcoterroristas secuestradores, la pr¨¢ctica impunidad de los criminales, el regalo de puestos en el Parlamento a pistoleros y otras concesiones de no poco calado, cuyos detalles conocemos mal en Espa?a. Por ejemplo, ?qu¨¦ pensar de tribunales establecidos para juzgar tanto a autoridades como a terroristas, la mitad de cuyos miembros los nombra el Gobierno y la otra las FARC?
En verdad el acuerdo es un mal menor, pero ¨¦so no lo convierte en un bien. Lo triste es que las fuerzas democr¨¢ticas no han logrado derrotar a los terroristas, a pesar de lo mucho que logr¨® debilitarles el denostado presidente Uribe (eficazmente ayudado por su ministro Santos). Y ¨¦so es lo que invalida cualquier paralelismo sectario con el caso de ETA, porque aqu¨ª afortunadamente el terrorismo s¨ª ha sido vencido policial y jur¨ªdicamente, pese al ¡°empate infinito¡± pronosticado por algunos. Y lejos de haberse aprovechado tal victoria para imponer inflexibles condiciones draconianas, los pol¨ªticos proetarras ocupan su espacio parlamentario, no sin malestar razonable de bastantes y sin haber condenado nunca expl¨ªcitamente la lucha armada. La candidatura de Otegi no la ha impugnado Rajoy ni el sentido com¨²n, sino los jueces que aplican leyes. Y dicho sea de paso, sin que Euskadi haya ardido por ello m¨¢s que de costumbre. A ver si el ejemplo sirve de gu¨ªa a la hora de aplicar la legalidad en Catalu?a...
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