Botell¨®n
En Espa?a., las leyes son como los perros, s¨®lo ladran a los pobres
Un grupo de bolivianos, la mitad de ellos en el paro desde que la construcci¨®n dej¨® de crear empleo y el resto subempleados en trabajos malpagados o espor¨¢dicos, se re¨²nen algunas tardes, como hacen muchos inmigrantes, en un parque de Madrid para jugar un partido de f¨²tbol y conversar de sus cosas. El parque es un espacio mal cuidado de un barrio obrero de la ciudad sin apenas verde por falta de riego y sin un chiringuito en el que comprar bebida, por lo que los bolivianos llevan de casa una nevera con cervezas para tomarlas al terminar el partido sentados en un banco mientras la tarde cae sobre la ciudad. Lo que no saben es que una ley prohibe consumir alcohol en la v¨ªa p¨²blica y que un parque est¨¢ incluido en esa categor¨ªa. Se lo hacen saber los dos polic¨ªas que de pronto aparecen junto a ellos pidi¨¦ndoles la documentaci¨®n y extendiendo tantas denuncias como bolivianos hay esa tarde jugando al f¨²tbol. Las multas, que les llegar¨¢n a sus domicilios respectivos por correo, les dir¨¢n el importe de la sanci¨®n: 600 euros a cada uno.
Un conocido de los bolivianos, vecino del portal en el que uno de ellos trabaja como portero, se presta a hacerles un recurso que sirva para los once, pero este no prospera. As¨ª que los bolivianos, sin confianza ni dinero para ir al contencioso, pagan religiosamente los 600 euros de la sanci¨®n, para lo que muchos de ellos tienen que pedir prestado, pues no ganan al mes esa cantidad. El miedo a ser expulsados de Espa?a si no lo hacen, esa espada de Damocles que pende sobre casi todos y que les hace andar con cuidado en materia legal, contribuye a que a ninguno de ellos se le pase por la cabeza siquiera declararse insolvente. Mejor pagar que meterte en l¨ªos piensan mientras recorren una ciudad atestada, como todas las de este pa¨ªs, de terrazas callejeras llenas de gente bebiendo alcohol (eso s¨ª, pagan impuestos) y de j¨®venes haciendo botell¨®n en cualquier lugar sin preocuparse de que les vean ni de recoger los cascos de las botellas y los papeles cuando se van. Son espa?oles y Espa?a es suya, por lo que la pueden llenar de mierda si quieren.
La an¨¦cdota de los bolivianos es menor pero ilustra el compartamiento de la polic¨ªa y la justicia espa?olas cuando se ponen estrictas, cosa que suelen hacer con los m¨¢s desfavorecidos como denunci¨® hace poco el propio presidente de los jueces espa?oles al hablar de unas leyes hechas para los robagallinas, confirmando as¨ª que sigue vigente aquella famosa frase de P¨ªo Baroja: las leyes son como los perros, s¨®lo ladran a los pobres.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.