?Las ciudades m¨¢s ecol¨®gicas son m¨¢s desiguales?
(*) Por Isabelle Anguelovski
Mejorar la calidad medioambiental en las comunidades urbanas tradicionalmente desfavorecidas
En la d¨¦cada de 1980, cuando los activistas a favor de la justicia ambiental (EJ, por sus siglas en ingl¨¦s) de Estados Unidos y otros pa¨ªses se organizaron por primera vez de manera visible para hacer frente al impacto desigual de la contaminaci¨®n ambiental y los desechos, era evidente qui¨¦nes estaban en su punto de mira: las f¨¢bricas contaminantes, los infractores de las normativas sobre vertidos o los operadores de las incineradoras de residuos, as¨ª como sus c¨®mplices en los Gobiernos, que hab¨ªan sido incapaces de regular sus actividades o hab¨ªan hecho la vista gorda. Formaban lo que la poblaci¨®n consideraba Usos del Suelo no Deseados por las Comunidades Locales, o LULUs, por sus siglas en ingl¨¦s.
Desde que se produjeron las primeras protestas de los militantes de la justicia ambiental en Love Canal, en el estado de Nueva York, en 1978, y en el Condado de Warren, en Carolina del Norte, en 1982, pusieron de manifiesto que los residuos t¨®xicos abundaban sobre todo en las comunidades de bajos ingresos y habitadas por minor¨ªas, y auguraron una larga lucha por remediar las desigualdades y el racismo ambientales, una lucha que ha vuelto a estar de actualidad a ra¨ªz de la reciente contaminaci¨®n por plomo y el envenenamiento de m¨¢s de 6.000 ni?os, la mayor¨ªa negros, ocurridos en Flint, en el estado de Michigan.
Sin embargo, con el tiempo, el activismo a favor de la justicia ambiental en zonas urbanas ha adquirido m¨²ltiples vertientes, y engloba a grupos locales que trabajan en proyectos diversos dirigidos a mejorar activamente el medio ambiente, como granjas urbanas, huertos, corredores ecol¨®gicos, ¨¢reas de juego y parques, que se apoyan mutuamente, atienden a las necesidades en cuanto a salud f¨ªsica y mental, y dan soluci¨®n a a?os de abandono de las comunidades y trauma medioambiental. Entre los ejemplos emblem¨¢ticos de esta clase de movilizaci¨®n colectiva est¨¢n los de los barrios de Sant Pere y Santa Caterina en Barcelona, Cayo Hueso en La Habana, o Dudley en Boston.
La planificaci¨®n ecol¨®gica de las ciudades da lugar a nuevas formas de desigualdad para los habitantes pobres o pertenecientes a minor¨ªas
Sin embargo, la planificaci¨®n ecol¨®gica de las ciudades parece que se est¨¢ traduciendo cada vez m¨¢s en tendencias a la gentrificaci¨®n ambiental, es decir, a la ejecuci¨®n de proyectos de planificaci¨®n ambiental relacionados con espacios verdes p¨²blicos que desembocan en la exclusi¨®n de los grupos m¨¢s vulnerables, al tiempo que adoptan una ¨¦tica ambiental que promete beneficios para todos (Dooling, 2009, y Checker, 2011). La gentrificaci¨®n llama la atenci¨®n sobre el hecho de que los bienes ambientales nuevos o recuperados suelen venir acompa?ados por un aumento del valor de las propiedades inmobiliarias, lo cual, a su vez, atrae a grupos m¨¢s ricos, mientras que abre una brecha mayor con los barrios m¨¢s pobres. Significa, asimismo, que la gente es expulsada de sus casas, de sus redes de relaciones y de sus medios de vida.
En muchos casos, el equipamiento de los barrios con zonas verdes ?ejemplificado por los parques nuevos o recuperados, las infraestructuras y los cinturones verdes, los corredores ecol¨®gicos o las instalaciones adaptadas al cambio clim¨¢tico? est¨¢ patrocinado oficialmente por los responsables pol¨ªticos municipales y por cargos electos porque les resulta ¨²til para cumplir con su programa de sostenibilidad. Un ejemplo est¨¦ticamente v¨ªvido de gentrificaci¨®n verde es la zona ajardinada de la High Line, en Nueva York, una antigua ferrov¨ªa elevada que el Ayuntamiento restaur¨® y transform¨® en una extensa zona verde urbana que actualmente recibe cinco millones de visitantes al a?o. La transformaci¨®n ha estado acompa?ada por importantes aumentos de los precios de las propiedades en el barrio y por la exclusi¨®n de los comercios locales y los residentes de clase trabajadora debido a la subida de los alquileres. De hecho, entre 2003 y 2011, los precios de las propiedades inmobiliarias en los alrededores de la High Line aumentaron un 103%, y se multiplicaron las promociones de bloques de viviendas de lujo, entre ellos los proyectos 505 West 19 Street o 551W21. En Barcelona, un estudio preliminar llevado a cabo tambi¨¦n por m¨ª en 2015 mostr¨® ejemplos de gentrificaci¨®n medioambiental alrededor de los nuevos parques y zonas verdes creados por el Ayuntamiento en el distrito de San Mart¨ª, al que se han mudado habitantes m¨¢s ricos y con un nivel de estudios superior, mientras que los socialmente vulnerables se han marchado.
En consecuencia, numerosos ejemplos ilustran que la planificaci¨®n ecol¨®gica puede ser contraproducente para los grupos que luchan por la justicia ambiental si las inversiones p¨²blicas en equipamientos verdes tales como parques, paseos, zonas de ribera, corredores ecol¨®gicos e incluso carriles para bicicletas hacen que aparezcan nuevas clases de desigualdades. Si bien a primera vista estos proyectos son beneficiosos para los habitantes que antes padec¨ªan el abandono medioambiental, en realidad, a medio plazo solo los grupos m¨¢s ricos y con un nivel educativo m¨¢s alto pueden permitirse los precios m¨¢s caros de las propiedades inmobiliarias que, al parecer, son consecuencia de los proyectos de planificaci¨®n ambiental. Por lo visto, estas iniciativas medioambientales generan oportunidades de obtener ganancias para los promotores y las agencias inmobiliarias que especulan con el "salto" de los alquileres como resultado de la presencia de vertederos o parcelas vac¨ªas reconvertidas en zonas verdes y de la construcci¨®n de nuevas viviendas de lujo para clases sociales m¨¢s privilegiadas.
Nuevas paradojas para el activismo a favor de la justicia ambiental y perspectivas de futuro
En consecuencia, las intervenciones urbanas en nombre de la mejora medioambiental o la sostenibilidad originan una nueva paradoja para los activistas defensores de un programa de justicia ambiental. Efectivamente, muchos de ellos est¨¢n empezando a considerar dichas intervenciones GREENLULUS (lo que yo llamo "usos ecol¨®gicos del suelo no deseados por las comunidades locales") debido a que excluyen a gran n¨²mero de grupos marginales de las ventajas de los equipamientos verdes nuevos o recuperados.
Para hacer frente a la gentrificaci¨®n ambiental, las organizaciones sin ¨¢nimo de lucro han empezado a conectar la meta de la justicia ambiental con otros programas. Gran parte de sus reivindicaciones giran en torno a la asequibilidad de la vivienda, el control de los alquileres, la protecci¨®n de los peque?os negocios de propiedad local y la preservaci¨®n de la identidad del sitio, incluida la antigua historia industrial. En lo que se refiere a los Ayuntamientos, adquirir nuevos compromisos con la vivienda p¨²blica o social, las estrategias de creaci¨®n de riqueza para la comunidad, las iniciativas de control del suelo p¨²blico, e incluso la reforma fiscal municipal deber¨ªan ser el centro de la planificaci¨®n ecol¨®gica de los ayuntamientos. Por ejemplo, se ha demostrado que las organizaciones locales para la gesti¨®n de los bienes de inter¨¦s colectivo, como la de la calle Dudley, en Boston, dan a la gente m¨¢s poder sobre qu¨¦ clase de desarrollo se lleva a cabo en su barrio, y le permiten controlar la especulaci¨®n inmobiliaria.
A pesar del impacto de la gentrificaci¨®n ambiental, rechazo la peligrosa postura (que algunos considerar¨ªan el siguiente paso l¨®gico) consistente en instar a la supresi¨®n o la anulaci¨®n de los equipamientos medioambientales nuevos o recuperados en los barrios pobres o en las comunidades negras. Esta clase de decisiones aumentar¨ªa su marginalidad, concentrar¨ªa las inversiones verdes o enfocadas a la sostenibilidad en los barrios m¨¢s lujosos o privilegiados, y acabar¨ªa por dar lugar a nuevos ciclos de abandono y desinversi¨®n en las comunidades urbanas desfavorecidas. Cuando empleo el t¨¦rmino GREENLULUS para referirme a los equipamientos verdes nuevos o recuperados en comunidades urbanas con escasos recursos econ¨®micos sometidas a procesos de transformaci¨®n medioambiental, mi intenci¨®n es volver a dotar de contenido pol¨ªtico a una ret¨®rica de la sostenibilidad pospol¨ªtica y llamar la atenci¨®n sobre el hecho de que los proyectos medioambientales no siempre ?ni mucho menos? tienen repercusiones beneficiosas para todos los habitantes de la ciudad.
En suma, la gentrificaci¨®n medioambiental nos obliga a preguntarnos si las ciudades verdes pueden ser justas. ?Los procesos urbanos de mejora medioambiental en realidad reproducen o exacerban las desigualdades socioespaciales en las ciudades? ?En qu¨¦ condiciones los proyectos de mejora de las condiciones medioambientales en los barrios desfavorecidos redistribuyen positivamente el acceso a los servicios ambientales? Todav¨ªa hay mucho en juego para que la puesta en pr¨¢ctica de la planificaci¨®n ambiental tenga m¨¢s poder transformador y sea m¨¢s igualitaria durante y despu¨¦s de la ejecuci¨®n de los equipamientos verdes nuevos o recuperados.
* Isabelle Anguelovski es investigadora principal del Instituto de Ciencia y Tecnolog¨ªa Ambientales (ICTA) de la Univeridad Aut¨®noma de Barcelona y del Instituto Hospital del Mar de Investigaciones M¨¦dicas.
Esta investigaci¨®n cuenta con la financiaci¨®n de la Starting Grant 678034 del Consejo Europeo de Investigaci¨®n y la beca Ram¨®n y Cajal RYC-2014-15870.
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