?ltimas palabras desde Jersey
EL ESCENARIO resulta bastante ins¨®lito ¨Cun antiguo b¨²nker alem¨¢n convertido en vivero de marisco, con un restaurante de batalla¨C, pero las vistas sobre el canal de la Mancha son soberbias. La isla de Jersey fue el ¨²nico territorio brit¨¢nico ocupado por los nazis durante la II Guerra Mundial y en sus costas quedan todav¨ªa unos cuantos recuerdos de aquella presencia en forma de mazacotes de hormig¨®n armado. Un cartel, situado junto a las mesas corridas de madera donde se come, desea ¡°Bouon app¨¦tit¡± a los clientes. Este extra?o franc¨¦s es el jersey¨¦s (jersiais?en ingl¨¦s y j¨¨rriais?en franc¨¦s), la lengua de Jersey, un idioma cargado de historia y literatura que se encuentra en grave peligro de desaparici¨®n pese a que, hasta el siglo XX, era hablado por la mayor¨ªa de los 100.000 habitantes de la isla.
Seg¨²n la Unesco, para que una lengua tenga garantizada su supervivencia debe contar con m¨¢s de 100.000 usuarios habituales, y para que sea considerada fuera de peligro debe tener m¨¢s de un mill¨®n. Sobreviven entre 1.000 y 2.000 personas que hablen el jersey¨¦s con fluidez, la mayor¨ªa de ellas mayores de 65 a?os, y solo tres profesores (de los que dos se van a jubilar en los pr¨®ximos meses sin que por ahora tengan suplentes). ¡°Claro que puede extinguirse¡±, explica Tony Scott Warren, uno de los tres integrantes de L¡¯Office du J¨¨rriais, la instituci¨®n dedicada a tratar de salvar esta lengua, tambi¨¦n conocida como el franc¨¦s de Jersey, uno de los tres dialectos aislados del normando (el otro se habla en la cercana isla de Guernsey, mientras que el tercero, empleado en la isla de Aurigny, se extingui¨®). El jersey¨¦s es la lengua que hablaba Guillermo el Conquistador (1028-1087), el duque de Normand¨ªa que invadi¨® Inglaterra y se convirti¨® en su primer rey de origen normando.
¡°Durante la II Guerra Mundial fue el idioma secreto ante los nazis y tenemos el sentimiento de que es la lengua que nos liber¨®¡±, prosigue Warren. Sin embargo, durante ese periodo se produjo el punto de inflexi¨®n del que no se ha recuperado: una cuarta parte de los ni?os fueron evacuados a Inglaterra y cuando regresaron ya no hablaban jersey¨¦s. Adem¨¢s, dej¨® de ense?arse en las escuelas mientras se enfrentaba a la pujanza del ingl¨¦s, que en 1912 reemplaz¨® al franc¨¦s como lengua principal de la isla. Pas¨® a convertirse en una forma de expresi¨®n familiar, identificada con las zonas rurales. Warren no quiere entrar en el debate de si es un idioma o un dialecto ¨Cse refiere a la c¨¦lebre cita de Max Weinreich: ¡°Una lengua es un dialecto con una bandera y un ej¨¦rcito¡±¨C, pero explica que su tradici¨®n literaria se remonta a la Edad Media y contin¨²a hasta ahora. El poeta normando Wace naci¨® en Jersey en el siglo XII y fue el primero que escribi¨® sobre el rey Arturo y sus Caballeros de la Mesa Redonda. El gran escritor franc¨¦s Victor Hugo, que estuvo exiliado en las islas del Canal, lo estudi¨® y manten¨ªa que era ¡°un idioma rico y complejo¡±.
Seg¨²n la unesco, para que una lengua tenga garantizada su supervivencia debe contar con m¨¢s de 100. 000 hablantes.
Situada en unos locales cedidos por la Universidad de Saint Helier, en la oficina del jersey¨¦s trabajan los dos profesores a punto de jubilarse ¨CWarren y Colin Ireson, ambos de 66 a?os¨C, as¨ª como Geraint Jennings, de 50 a?os, que adem¨¢s de ling¨¹ista es pol¨ªtico (actualmente ejerce como vicealcalde de la ciudad). Los tres aprendieron el idioma de mayores y dedican todos los esfuerzos imaginables a su supervivencia: dan clases para adultos y para ni?os en los colegios que lo solicitan, batallan para que sea lengua cooficial junto al franc¨¦s y al ingl¨¦s y aumente su presencia en los carteles, son muy activos en Internet a trav¨¦s de p¨¢ginas web como esta o Les Pages J¨¨rriais, y Jennings ha traducido Alicia en el Pa¨ªs de las Maravillas?y mantiene una secci¨®n en su idioma en el diario local, Jersey Evening Post. Pero son conscientes de que su labor tiene algo de lucha contra molinos de viento tan poderosos como la globalizaci¨®n, la competencia frente al ingl¨¦s y el franc¨¦s, la estructura econ¨®mica de la isla ¨Cbasada en los servicios financieros y el turismo, dos campos en los que triunfa el idioma de la cercana Gran Breta?a¨C y los problemas administrativos propios. No solo les han reducido el presupuesto durante la crisis, sino que se enfrentan a una dram¨¢tica carencia de profesores: no existe en toda la isla un hablante de jersey¨¦s con formaci¨®n docente y, cuando se jubilen, por lo menos durante dos a?os Geraint Jennings ser¨¢ el ¨²nico ense?ante en todo el territorio (unos 118 kil¨®metros cuadrados, un poco mayor que la isla balear de Formentera).
En los colegios dan clases fuera del horario escolar y los ni?os que se apuntan pertenecen a familias comprometidas con la diversidad ling¨¹¨ªstica. Pero la ¨²nica forma de retener su atenci¨®n es con juegos. Al final, aprenden algunos rudimentos del idioma local, pero no a hablarlo con fluidez. Tambi¨¦n organizan charlas en un pub?de Saint Helier, la capital de la isla, los mi¨¦rcoles por la tarde y los jueves por la ma?ana. Siempre que tiene tiempo, acude una mujer que, desde que se qued¨® viuda, no tiene nadie a quien dirigirse en su lengua materna. ¡°Viene por el simple placer de hablarlo¡±, asegura Winston LeBrun, de 66 a?os, que casi nunca falla a la cita en el pub?Adelphie. El jersey¨¦s era el idioma de su casa y no aprendi¨® el ingl¨¦s hasta los seis a?os. ¡°Es muy triste la forma en que est¨¢ desapareciendo, pero en cierta medida es inevitable. La generaci¨®n de mis padres no pudo estudiarlo y la que se fue durante la guerra lo olvid¨®¡±, explica LeBrun, procurador de profesi¨®n, ¡°para lo que el jersey¨¦s es muy ¨²til, porque muchos contratos est¨¢n en franc¨¦s normando¡±.
¡°durante la ii guerra mundial, el jersey¨¦s fue el idioma secreto ante los nazis. Fue la lengua que nos liber¨®¡±, se?ala el ling¨¹ista tony scott warren.
El jersey¨¦s puede servir para ilustrar tanto la historia de Europa, mezcla de pueblos y de lenguas en constante movimiento, como la suerte que pueden correr lenguas minoritarias que, pese a los esfuerzos oficiales, los j¨®venes no aprenden y poco a poco se van olvidando. El Atlas UNESCO de las lenguas del mundo en peligro, que la Organizaci¨®n de Naciones Unidas para la cultura public¨® en 1996 y actualiza desde entonces, considera que existen 225 lenguas afectadas en Europa. El franc¨¦s de Jersey entra en la categor¨ªa de ¡°seriamente amenazado¡±, el tercero de cinco estadios (el siguiente es situaci¨®n cr¨ªtica y luego extinto). ¡°Se trata de lenguas que hablan los abuelos y las generaciones m¨¢s ancianas, que pueden ser comprendidas por la generaci¨®n de los padres, pero que no la hablan ni con sus hijos ni entre ellos¡±, asegura la organizaci¨®n internacional.
Un informe del Parlamento Europeo sobre las lenguas en peligro en la Uni¨®n Europea ¨C128 en total, incluyendo el jersey¨¦s, porque Jersey es un territorio asociado a Reino Unido, aunque ahora mismo su relaci¨®n con la UE es tan incierta como la de Londres¨C tambi¨¦n pod¨ªa aplicarse al caso de la isla, ya que mantiene que una de las principales causas de desaparici¨®n ¡°es el proceso de globalizaci¨®n de los ¨²ltimos 50 a?os, que ha sido acompa?ado por un uso predominante del ingl¨¦s¡±. ¡°Las lenguas menos difundidas tienen muchos problemas para rivalizar y sobrevivir a esa evoluci¨®n¡±, agrega el documento de la euroc¨¢mara.
¡°La econom¨ªa agr¨ªcola que domin¨® la isla hasta la II Guerra Mundial fue cambiando hacia el turismo¡±, explica Geraint Jennings, quien cree que la televisi¨®n tambi¨¦n tuvo un importante papel uniformador. Cuando se pregunta a los habitantes de la isla por su idioma, se muestran orgullosos de su herencia y de la historia que encarna, pero reconocen que ni siquiera ellos lo chapurrean.
Una pareja de jubilados que empujan su barca en una playa del norte representa un ejemplo paradigm¨¢tico de este paulatino olvido. Ella, que se acaba de retirar despu¨¦s de una vida dedicada a las finanzas, nunca lo ha hablado; ¨¦l lo hac¨ªa de peque?o en su familia ¨C campesinos de Saint Ouen, una de las ocho parroquias con m¨¢s hablantes que conforman la isla¨C, pero lo olvid¨® seg¨²n fue creciendo. ¡°En la escuela quer¨ªan que habl¨¢semos ingl¨¦s. Dej¨¦ de utilizarlo muy pronto¡±, explica John Luce, de 61 a?os.
Tanto en los carteles de las calles como en la se?alizaci¨®n hay que buscar con lupa el jersey¨¦s: la carretera que recorre el inmenso arenal que domina el oeste de la isla se llama Grand Route des Mielles, que significa duna en el idioma local, y en un parque de Saint Helier puede leerse en un monumento a la reina Victoria: ¡°A la gouaithe de Dieu¡± (¡°A la gloria de Dios¡±). Tambi¨¦n en los carteles de bienvenida en el aeropuerto o el puerto, pero no forma parte de la vida cotidiana. ¡°La generaci¨®n que se fue durante la II Guerra Mundial puede entenderlo, pero se cre¨® una brecha profunda porque no aprendieron a leerlo ni a escribirlo¡±, afirma Winston LeBrun. ¡°No digo que las autoridades no hagan todo lo posible, pero no entienden lo que representar¨ªa perder un idioma¡±. Con el jersey¨¦s desaparecer¨ªa una forma de comunicaci¨®n que los habitantes de la isla han utilizado durante cientos de a?os, un contacto entre el pasado y el presente, un recuerdo de la ¨¦poca en que ese territorio del canal de la Mancha no era un lugar dedicado a los servicios financieros, sino una tierra agr¨ªcola. Como escribi¨® el ling¨¹ista australiano Nicholas Evans en Dying Words: Endangered Languages and What They Have to Tell Us?(palabras que mueren: idiomas en peligro y lo que tienen que decirnos), ¡°cada lengua tiene una historia diferente que contarnos¡± porque ¡°ofrece una gama espec¨ªfica de respuestas a enigmas de la existencia humana¡±.
The Discovery of France, del brit¨¢nico Graham Robb, es un apasionante relato de la historia de Francia. En ¨¦l se refiere a los esfuerzos realizados tras la Revoluci¨®n para acabar con los patois, las lenguas regionales (entre ellas estaba el normando). No lograron liquidar la diversidad ling¨¹¨ªstica, pero los patois?sobreviven a duras penas, sepultados bajo el franc¨¦s. Robb describe las lenguas perdidas de Francia, como el judeoprovenzal, el idioma de los hebreos en el enclave papal de Vaucluse, o el judeofranc¨¦s de Moselle y la zona del Rin, cuyos ¨²ltimos hablantes fueron asesinados en los campos de exterminio nazis. Pero tambi¨¦n est¨¢n las lenguas que se perdieron sin que los investigadores tuviesen tiempo de estudiarlas, por ejemplo la del pueblo pirenaico de Aas. Los pastores desarrollaron este lenguaje de silbidos que pod¨ªa escucharse hasta a tres kil¨®metros de distancia. Fue utilizado durante la II Guerra Mundial para ayudar a huir a jud¨ªos y aviadores aliados. ¡°Ahora algunos habitantes de Aas recuerdan que exist¨ªa, pero son incapaces de reproducir los sonidos, que nunca fueron grabados¡±, escribe.
Es imposible que el jersey¨¦s sufra un destino similar, porque quedan much¨ªsimos testimonios escritos y orales, pero su supervivencia como lengua viva, m¨¢s all¨¢ de las universidades y los eruditos, no est¨¢ ni de lejos garantizada. Este idioma encarna toda la historia de Europa, el lat¨ªn que se mezcl¨® con el normando que trajeron los vikingos que atacaron los reinos francos en la Edad Media, la propia formaci¨®n del ingl¨¦s y del franc¨¦s, la conquista de Inglaterra relatada en el Tapiz de Bayeux ¨Cconsiderado el primer c¨®mic de la historia, una joya del arte medieval del siglo XIII¨C, el extra?o estatuto pol¨ªtico que han tenido las islas del Canal durante casi toda su historia ¨Cson un pa¨ªs independiente, con su propio Gobierno e instituciones, pero no acaban de serlo porque su defensa y su moneda dependen de Reino Unido¨C. Sin embargo, la viuda que no encuentra con qui¨¦n hablar el jersey¨¦s puede terminar simbolizando el destino de una lengua.
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