Ra¨ªces
La violencia ha sido derrotada, felizmente, pero la p¨®cima de la que naci¨® sigue burbujeando en el caldero
Sabemos que lo de ¡°memoria hist¨®rica¡± encierra un ox¨ªmoron: la memoria es personal e intrasferible, la historia es un estudio con pretensiones objetivas, basada en documentos. La historia se discute como cualquier ciencia, la memoria repele objeciones e intromisiones. A medio camino est¨¢n las ficciones que reconstruyen ¨¦pocas pasadas. Aqu¨ª todo depende del acierto del narrador: las fallidas son arbitrarias como la memoria pero ¨¢ridas como los estereotipos historicistas, mientras que las buenas tienen las ventajas de ambos g¨¦neros: palpitan y convencen. A estas ¨²ltimas pertenece sin duda Patria,la gran novela de Fernando Aramburu. Una cr¨®nica fiel y ficticia del caldero de brujas que ha sido el Pa¨ªs Vasco desde hace d¨¦cadas. No s¨®lo de las pompas f¨²nebres del terrorismo, cuidado, porque los desmanes de los patriotas asesinos han nacido de una p¨®cima infame en la que se mezclan la superstici¨®n ¨¦tnica, la historia patibularia, los ego¨ªsmos aldeanos, los infundios de la clericanalla y tantas cosas m¨¢s. La violencia ha sido derrotada, felizmente, pero la p¨®cima de la que naci¨® sigue burbujeando en el caldero. Lo prueban reiterados homenajes a los asesinos, como el reciente aquelarre de Lekeitio, la imposibilidad de los conmilitones para condenar no la violencia sino a ETA y sobre todo la evidencia feroz de que los grupos pol¨ªticos que m¨¢s han padecido el terrorismo son los perjudicados electoralmente por su cese, mientras que quienes recogieron sus nueces o colaboraron con ¨¦l son premiados en las urnas. ?En qu¨¦ l¨®gica cabe semejante desprop¨®sito democr¨¢tico de este pueblo que se pasa la vida exigiendo m¨¢s democracia?
En Patria, un personaje se pregunta por la l¨®gica de los etarras y otro responde: ¡°No hay l¨®gica, s¨®lo delirio y probablemente negocio¡±. Ah¨ª est¨¢, delirio y negocio, lo que ahora llaman derecho a decidir.
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