?Por qu¨¦ lloran los ni?os en el pediatra?
En mi caso, me presento como un amigo y no llevo bata. Y a¨²n as¨ª, no me he levantado de la silla y ya empieza el llanto. ?Soy solo yo?
?Por qu¨¦ lloran los ni?os cuando van al pediatra o al dentista o, incluso, en la peluquer¨ªa? Bueno, lo del dentista lo entiendo porque yo tambi¨¦n lloro. Miedo, miedo al posible dolor, miedo a lo desconocido, miedo a lo experimentado previamente. Me vienen a la cabeza mis recuerdos de adolescencia cuando me sentaba en el div¨¢n, no para eso de ¡°cu¨¦nteme como se siente¡±, sino para lo otro. Recuerdo la voz imperativa que dec¨ªa ¡°abre la boca, bonito¡± y ya sab¨ªas lo que ven¨ªa despu¨¦s, el llanto y el crujir de dientes, nunca mejor dicho. Yo tengo un trauma con esto, fijo, con aquel dentista al que me llevaban mis padres de peque?o. Eran otros tiempos, y aunque ya no eran barberos, el negocio no deb¨ªa dar para mucho y aquel hombre tosco ahorraba en anestesia para poder ofrecer unos precios ajustados en un barrio obrero.
Hoy, mis amigas Teresa y Daniela, y los otros odontopediatras que conozco, desarrollan unas habilidades impresionantes para conseguir la colaboraci¨®n del peque en una situaci¨®n no agradable, pero necesaria. Abren la boca solos sin exig¨ªrselos ni obligarlos.
Dec¨ªa al principio que en la peluquer¨ªa tambi¨¦n lloran, esto es m¨¢s l¨®gico ya que no tiene por qu¨¦ coincidir su gusto estil¨ªstico con el de la madre y es previsible que se resistan a ser humillados con ese peinado tan demod¨¦.
Pero ?por qu¨¦ los ni?os lloran en el pediatra?
En mi caso, me presento como un amigo, les saludo de forma amigable, adem¨¢s, no llevo bata, que muchas madres lo dicen como si tal artilugio fuera el disfraz de Scream o del m¨¦dico de la peste veneciano, no me gusta llevarla aunque arriesgue vomitonas y pises que esquivo con gran habilidad desarrollada en muchos a?os de profesi¨®n. No pincho a los ni?os y no les meto el palote de madera hasta la epiglotis, porque, como ya dije antes, los peques saben abrir la boca ellos solos, tan solo hay que ped¨ªrselo por favor. No pincho a los ni?os ni receto inyectables desde hace 20 a?os, hay alternativas en atenci¨®n primaria, tan solo las vacunas que ponen las enfermeras y jam¨¢s estoy presente en ese acto para que no se me relacione (cobard¨ªa pura).
Adem¨¢s, s¨¦ que tengo que acercarme con respeto, pedirles permiso y explicarles qu¨¦ les voy a hacer. Les hablo pausado y bajito, tengan la edad que tengan, y a veces parece tonto explicarle a un beb¨¦ de seis meses lo que estoy haciendo: "voy a escuchar tu coraz¨®n, tocar¨¦ tu tripita, etc.¡" El tono de voz es muy importante.
Pero, a¨²n as¨ª, todav¨ªa no me he levantado de la silla y el ni?o ya llora. Algunos al entrar por la puerta ya lo hacen berreando como locos. Debe haber otra cosa que interfiere, no debo ser yo solo, ni siquiera la fama adquirida desde lustros por mis insignes predecesores, ni siquiera lo que el hermano mayor les haya podido prevenir, algo m¨¢s debe haber.
?Los padres?
Ya es sabido que muchos usan frases como ¡°p¨®rtate bien o te pinchar¨¢¡± o ¡°no, si es para mam¨¢, no te preocupes¡± o, al rev¨¦s, llevan a los cr¨ªos a traici¨®n sin contarles lo que va a pasar y luego zasca, ¡°rejonazo en todo lo alto¡±. Frases detestables y amenazantes, enga?os generadores de miedos y desconfianzas, pero igualmente hay gestos, lo que hoy d¨ªa se llama el lenguaje corporal, que generan tambi¨¦n inseguridad en el beb¨¦ o no tan beb¨¦.
- Impedir el llanto a toda costa.
- Taponarle la boca con el chupete.
- Cantarle para sobrepasar el nivel sonoro del llanto.
- ?Ponerles Pepa Pig en el m¨®vil para hipnotizarle, supongo, menos mal que ya no se llevan los insufribles Teletubies.
- Hacer las cl¨¢sicas palmitas o los cinco lobitos ya en desuso en esta era tecnol¨®gica.
- Y por supuesto, el cl¨¢sico, abrazarle casi hasta ahogarle para que no se separe ni un mil¨ªmetro no sea que el entorno pueda herirle.
Todo esto denota inseguridad, le estamos transmitiendo nuestro miedo y nuestra desconfianza, le estamos diciendo pap¨¢ o mam¨¢ te protege de este tipo, este se?or es malo, aguanta lo que puedas que pap¨¢ est¨¢ aqu¨ª ¡°s¨¦ fuerte Luis¡± y si algo se tuerce te rescatar¨¦.
Muchas veces tienes tambi¨¦n que pedir permiso para poder acceder a la camilla donde han depositado con gran cuidado al beb¨¦ o siguen abrazando al infante, donde llevan diez minutos para quitarle la chaquetita, que luego con el bodi y el pa?al ser¨¢ otra lucha que requerir¨¢ m¨¢s de tu escaso tiempo. Explorarlo se convierte en un problema no de t¨¦cnica o de sabidur¨ªa, sino de espacio para poder maniobrar con un m¨ªnimo de holgura sin rozarte con los progenitores, que no pasar¨ªa nada, pero no est¨¢ bien visto hoy en d¨ªa y menos sin confianza y en un ¨¢mbito estrictamente profesional y sin gin-tonics de por medio.
Yo les hago la siguiente pregunta que supongo descoloca:
- ?Os fiais de m¨ª? No profesionalmente que si hab¨¦is venido se supone que s¨ª, ?pens¨¢is que le voy a dejar caer, que le voy a hacer da?o?
S¨ª, s¨ª nos fiamos, claro
Entonces porque no me lo dej¨¢is. ?Ser¨ªais capaces de sentaros en las sillas al otro lado del despacho y dejar que le explore yo solo? ?Ser¨ªas capaz de hacerlo? Pi¨¦nsalo en la pr¨®xima visita al pediatra con tu hijo o tu beb¨¦. En ese momento, acu¨¦rdate de m¨ª.
Jes¨²s Mart¨ªnez es pediatra, autor del libro y del blog El m¨¦dico de mi hij@ y director m¨¦dico de Mamicenter.
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