Vacunado el perro, se acab¨® la rabia
En el d¨ªa mundial de la dolencia, los expertos insisten en que solo hace falta voluntad para erradicarla
¡°Cre¨ªa que mi hija solo ten¨ªa una fiebre normal. Me hab¨ªa olvidado de que la mordi¨® un perro¡±. El testimonio de Letty Banas, una mujer de la provincia de Camarines Sur (Filipinas) no es algo extra?o en su pa¨ªs. Cuando ella y su marido llevaron a la ni?a de cinco a?os al hospital, los m¨¦dicos buscaron signos de rabia y quisieron dejarla 24 horas en observaci¨®n. ¡°Pero ella no lleg¨® a las 24 horas. Muri¨®¡±, recuerda Banas en un proyecto de la OIE (Organizaci¨®n Mundial de Sanidad Animal).
Las ¨²ltimas estimaciones dicen que en 2015 murieron por rabia unas 59.000 personas. Si hacemos un c¨¢lculo r¨¢pido, significa un fallecimiento cada nueve minutos. "Y la cantidad de casos est¨¢ muy infravalorada", insiste Gregorio Torres, veterinario t¨¦cnico de la OIE. Esta zoonosis (enfermedad transmitida de otros animales a humanos) afecta sobre todo a regiones pobres y vulnerables de ?frica y Asia, donde se produce el 95% de las muertes. "En los lugares m¨¢s afectados no suele haber sistemas sanitarios suficientemente fuertes y no todas las muertes por rabia se registran como tales", explica Torres.
Aunque hay zonas ¡ªsobre todo en Am¨¦rica Latina¡ª en las que los murci¨¦lagos y otros animales son los transmisores de esta enfermedad v¨ªrica, en m¨¢s del 95% de los casos son perros los que contagian a los seres humanos a trav¨¦s de su saliva, seg¨²n la misma organizaci¨®n. Tras una mordedura (o, inusualmente, un ara?azo) por un perro infectado, una persona puede desarrollar s¨ªntomas como fiebre o dolor de cabeza que se pueden confundir con otras dolencias menos graves, como fue el caso de Letty Banas y su hija. Pero a medida que progresa la enfermedad, pueden presentarse otros s¨ªntomas como confusi¨®n, depresi¨®n, agitaci¨®n o par¨¢lisis de la cara, la garganta y el cuello. Esa par¨¢lisis progresiva conduce inevitablemente a la muerte.
Cuesta vidas, y medios de vida
Adem¨¢s de las casi 60.000 personas (seg¨²n los datos disponibles) que pierden la vida cada a?o, la rabia genera muchos m¨¢s perjuicios en algunas de las zonas m¨¢s vulnerables del planeta.
La enfermedad no solo se transmite a humanos, sino a otros animales, como vacas, ovejas o cabras. Y la p¨¦rdida del ganado supone un duro golpe para la econom¨ªa de muchas familias de los pa¨ªses de ?frica y Asia donde la rabia tiene mayor incidencia.
"Es dif¨ªcil obtener buenos datos sobre el n¨²mero de casos en animales.", lamenta?Katinka DeBalogh, experta de la FAO. "Pocas veces se llevan muestras al laboratorio para confirmar si el ganado ha muerto por rabia". Y esto hace que haya pocos casos confirmados, y por tanto se preste menos atenci¨®n a la enfermedad.
Cuando los animales de producci¨®n se ven afectados, agricultores y ganaderos (sobre todo, los que viven de lo que producen) no mueren directamente por rabia, pero esta les arrebata sus medios de vida.
Salvo, claro est¨¢, que se trate a tiempo. Porque existe un tratamiento eficaz, conocido como PEP (profilaxis postexposici¨®n, por sus siglas en ingl¨¦s), para evitar la muerte de una persona infectada. Pero en las zonas rurales que m¨¢s lo sufren, no suele haber acceso a este remedio, ni siquiera informaci¨®n sobre la enfermedad, como se?ala Katinka DeBalogh, experta en esta dolencia de la Organizaci¨®n de las Naciones Unidas para la Alimentaci¨®n y la Agricultura (FAO). Otro problema a?adido es el coste. "Es un tratamiento tremendamente caro", apunta Torres. "Para algunas de las poblaciones m¨¢s afectadas el tratamiento completo puede suponer entre tres y cuatro meses de salario: unos 50 o 60 euros por persona", ilustra. Y eso, contando con que haya disponibilidad, se pueda obtener a tiempo y despu¨¦s acudir al centro de salud otras tres o cuatro veces para recibir todas las dosis necesarias.
El anterior director general del organismo internacional que vela por la salud animal, Bernard Vallat, dec¨ªa que con el 10% de lo que se gasta en proteger a las personas que han sido mordidas se podr¨ªa vacunar a suficientes perros como para acabar con la rabia entre estos animales, y as¨ª erradicarla en personas. Un estudio realizado en colaboraci¨®n con la alianza tripartita que OIE, FAO y la Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS) formaron para acabar con esta enfermedad menciona un gasto de 1.700 millones de d¨®lares al a?o en tratamientos PEP en todo el mundo. Adem¨¢s de costar indirectamente otros 1.400 millones m¨¢s a los pacientes afectados por los gastos de transporte.
Otra opci¨®n es vacunar a las personas, pero la dificultad de conseguir las dosis tambi¨¦n es mayor. Como ejemplo, Torres menciona un proyecto en Namibia, en el que se encontraron y enviaron a aquel pa¨ªs 50.000 dosis de la inmunizaci¨®n para los c¨¢nidos "sin problemas", y sin embargo los expertos se las vieron y se las desearon para obtener 60 vacunas para el personal que iba a participar en el programa.
La tercera v¨ªa (descartando la afortunadamente cada vez menos extendida eliminaci¨®n de los canes) y seg¨²n los expertos, la m¨¢s eficaz, es precisamente inmunizar a los perros. Vacunar a uno "viene a costar entre 1,5 y cuatro d¨®lares, en funci¨®n de la regi¨®n", indica Torres. Eso incluye la propia vacuna, el transporte, la formaci¨®n de las comunidades... "Contamos con una vacuna muy eficaz y conocemos relativamente el virus y sus mecanismos de transmisi¨®n: el problema realmente es de gesti¨®n de las campa?as de vacunaci¨®n", opina el veterinario.
La OMS, en colaboraci¨®n con la fundaci¨®n Bill&Melinda Gates, ha lanzado varios proyectos piloto para demostrar que la vacunaci¨®n masiva de canes es la v¨ªa m¨¢s efectiva y barata para acabar con la dolencia. Experiencias en Sud¨¢frica, Tanzania o la propia Filipinas demuestran la eficiencia de esta aproximaci¨®n. En la regi¨®n sudafricana de KwaZulu-Natal acabaron con la rabia: no se registr¨® ning¨²n caso en 24 meses. En el proyecto de las filipinas islas Visayas, de 2008 a 2013 se redujo el n¨²mero de casos de rabia en humanos en la regi¨®n del proyecto de 51 a 4.
Aunque en muchas regiones vacunar (a perros o a humanos) supone un gran reto por la falta de infraestructuras como carreteras o cadenas de fr¨ªo, el experto de la OIE insiste en que es posible. Sobre todo, implicando a las comunidades y form¨¢ndolas en c¨®mo hay que inmunizar a los animales. "Con unos d¨ªas de formaci¨®n, en el proyecto de Namibia siete equipos locales vacunaron a 27.000 perros en un mes, cuando antes solo se vacunaba a 10.000 en todo el a?o".
El caso filipino alcanz¨® todav¨ªa m¨¢s ¨¦xito cuando el propio Gobierno decidi¨® asumirlo como propio y extenderlo a escala nacional, coordinando a los distintos departamentos y ministerios (Salud, Agricultura...) en la lucha contra la enfermedad. "Yendo al foco, vacunando a los perros, protegemos a toda la poblaci¨®n de forma equitativa", insiste Torres.
"Muchas veces faltan la voluntad pol¨ªtica y los recursos, porque tenemos todas las herramientas y conocimientos", reflexiona DeBalogh. La rabia, comenta, es una enfermedad desatendida que afecta a poblaciones vulnerables o marginalizadas y que tiene que competir con otras "que igual no tienen un efecto sobre la salud p¨²blica pero s¨ª un impacto econ¨®mico directo". Y sentencia: "es incre¨ªble que hoy d¨ªa muera gente ¡ªy con una muerte horrible¡ª de esta enfermedad, cuando tenemos todos los medios para prevenirla".
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