Los retos de una vida saludable
La prevenci¨®n y la educaci¨®n ayudar¨¢n a detener la epidemia de las enfermedades cardiovasculares
Desde peque?os hasta que nos morimos somos responsables de nuestra salud. Sin embargo, no somos conscientes de lo importante que es cuidarla hasta que empieza a fallar. La salud, nuestra salud, es para la mayor¨ªa de nosotros una desconocida. Sabemos mucho m¨¢s de la enfermedad y de sus posibles tratamientos; pero la enfermedad es, en muchas ocasiones, la consecuencia de no haber sido educados desde peque?os en el cuidado de una buena salud. Y eso es lo que hay que cambiar. Y para hacerlo, para que los dirigentes pol¨ªticos y p¨²blicos promuevan un autocuidado de la salud responsable, hace falta una base cient¨ªfica que avale con metodolog¨ªa y resultados estrategias que sirvan para aprender o reaprender a cuidarnos.
No podemos olvidar que la enfermedad cardiovascular sigue siendo la principal causa de muerte en el mundo. Y a pesar de que la mortalidad ha ido descendiendo en los ¨²ltimos 25-30 a?os, sobre todo en los pa¨ªses con m¨¢s recursos econ¨®micos, actualmente se da la paradoja de que la prevalencia de la enfermedad cardiovascular contin¨²a en aumento. Y esto es consecuencia de los grandes avances que se han producido en la tecnolog¨ªa y en los tratamientos que previenen la mortalidad, pero con un efecto secundario: una terrible carga econ¨®mica. La soluci¨®n a esta paradoja est¨¢ clara: promover la salud y prevenir la enfermedad cardiovascular.
La oportunidad econ¨®mica que supone centrarnos en la prevenci¨®n est¨¢ comenzando a evidenciarse en todos los estamentos. Por poner un ejemplo: el informe de Humana Inc que compara los costes sanitarios generados por los individuos asintom¨¢ticos de alto riesgo sin antecedentes de enfermedad cardiovascular con otros que durante el periodo de seguimiento sufrieron ataques de coraz¨®n o accidentes cerebrovasculares indica que el coste sanitario anual para los que no tuvieron eventos pas¨® de 3.500 d¨®lares a 5.000 en un periodo de tres a?os. En contraste, en los individuos que tuvieron uno de estos eventos, el coste inicial fue el mismo, pero se elev¨® hasta 20.000 d¨®lares cuando manifestaron la enfermedad. Los analistas coinciden en que en los pr¨®ximos 50 a?os ser¨¢ imposible cubrir el gasto que supone hacer frente a las patolog¨ªas cardiovasculares aplicando procedimientos de tecnolog¨ªa avanzada. Estos mismos expertos aducen que la forma de vencer esta epidemia ser¨¢ a trav¨¦s de la prevenci¨®n y la promoci¨®n de la salud.
Ajenos al riesgo. Aun as¨ª, el problema sin resolver es la gran proporci¨®n de poblaci¨®n que est¨¢ destinada a sufrir un infarto de miocardio o un accidente cerebrovascular y no es consciente de este riesgo.
Seis son los factores de riesgo de infarto: colesterol elevado y diabetes, obesidad e hipertensi¨®n arterial, y tabaco y sedentarismo
Aparte de agentes gen¨¦ticos, conviene recordar que los factores de riesgo cardiovascular fundamentales son seis: colesterol elevado y diabetes (qu¨ªmicos), obesidad e hipertensi¨®n arterial (f¨ªsicos) y tabaco y sedentarismo (comportamentales). Si hablamos de Espa?a, m¨¢s del 25% de la poblaci¨®n adulta por encima de los 55 a?os, aparte de la edad, presenta al menos dos factores de riesgo cardiovascular y, de esta cifra, aproximadamente un tercio tiene riesgo de sufrir un infarto de miocardio o un infarto cerebral en los 10 a?os siguientes, adem¨¢s de posibles problemas cognitivos por el efecto que los factores de riesgo tienen en la circulaci¨®n cerebral. Es probable que la tarea esencial de los expertos se deba centrar en detectar de la forma m¨¢s precisa posible a este 25% de la poblaci¨®n. No hay que olvidar que hace apenas un siglo se sab¨ªa muy poco de la patolog¨ªa cardiovascular. Eso significa que es una enfermedad que conlleva un serio problema conductual en un mundo de consumo y que puede combatirse, en gran medida, a trav¨¦s de la educaci¨®n o de la reeducaci¨®n de la poblaci¨®n.
Pero que nadie se llame a enga?o. Estudios recientes confirman que el adulto cambia poco su conducta en los aspectos relacionados con la salud, o lo hace con dificultad; la esperanza radica en educar a los ni?os. Ellos deben ser nuestro principal objetivo. Hay evidencia de que la etapa de la vida en la que m¨¢s captamos y aprendemos, con un determinismo que asusta, se sit¨²a entre los tres y cinco a?os. Por ello hemos desarrollado un proyecto de educaci¨®n en salud en Colombia con m¨¢s de 1.000 ni?os en el que tratamos variables que van desde la nutrici¨®n hasta el control de las emociones, clave para trabajar la resistencia a las tentaciones, sobre todo al tabaco. Tras el seguimiento de unos a?os, su conducta con respecto a su salud, no sorprendentemente, es muy buena. Con esta misma idea trabajamos en Espa?a, sobre todo centr¨¢ndonos en el sobrepeso, ya que afecta al 20% de los j¨®venes espa?oles. Un ni?o responsable de su salud tendr¨¢ una vejez m¨¢s saludable y mejor calidad de vida.
Estudios recientes confirman que el adulto cambia poco su conducta en lo relacionado con la salud: la esperanza radica en educar a los ni?os
Frutos de las terapias. La segunda parte de este dif¨ªcil trabajo de salud global es c¨®mo enfocamos a los adultos. Partimos de la idea de que los adultos poco cambiamos y de que la mayor¨ªa de las intervenciones llevadas a cabo hasta ahora no han tenido el ¨¦xito deseado. ?Qu¨¦ hacer? Hemos aplicado el pensamiento lateral. Cuatro programas llevados a cabo en Kenia, la isla de Granada y en la villa de Cardona y otras siete localidades espa?olas han utilizado herramientas de terapia de grupo que ya han dado sus frutos en otros campos. En Espa?a, por ejemplo, hemos aplicado un sencillo programa de intervenci¨®n comunitaria de promoci¨®n de la salud integral, con grupos de 10 o 15 individuos que se re¨²nen una vez cada dos o cuatro semanas, similar a las terapias de grupo que se acometen en programas de dependencia de sustancias. Sorprendentemente se ha logrado un importante beneficio en el control de los cinco factores de riesgo cardiovascular m¨¢s relevantes (tensi¨®n arterial, ejercicio, peso, dieta y tabaco).
A partir de la promoci¨®n de conductas saludables en el ni?o y en el adulto se ha visto que la familia y la comunidad resultan esenciales para su desarrollo y mantenimiento. Por este motivo, estamos llevando a cabo un proyecto de intervenci¨®n comunitaria de promoci¨®n de la salud integral mediante una estrategia conjunta, en la que se incluyen ni?os y adultos, en Harlem, Nueva York, a trav¨¦s del programa Familia. Es un programa de intervenci¨®n basado en los proyectos en ni?os y adultos ya mencionados, en este caso con 600 familias en las que se interviene a los ni?os de 3 a 5 a?os, y a sus padres, de 25 a 35.
Todo ello confluye en el concepto de ¡°ciudad saludable¡±, que va m¨¢s lejos de los programas en adultos y ni?os ya mencionados. Una ¡°ciudad saludable¡± debe adem¨¢s contemplar otros determinantes de salud como la creaci¨®n de entornos f¨ªsicos y sociales que promuevan la salud, zonas deportivas, auditorios enfocados a la educaci¨®n de h¨¢bitos saludables, etc¨¦tera. Nuestro primer objetivo es hacer de Cardona una ¡°villa saludable¡±.
El concepto que debemos reaprender es que cualquier iniciativa que adoptemos en el cuidado de nuestra salud debe estar avalada por la metodolog¨ªa cient¨ªfica, como estamos haciendo en todos los proyectos que estamos llevando a cabo. Solo as¨ª los dirigentes pol¨ªticos y p¨²blicos sabr¨¢n que los proyectos y programas que les proponemos ser¨¢n v¨¢lidos y la poblaci¨®n creer¨¢ en ellos.
Valent¨ªn Fuster es director general del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC), director del Instituto Cardiovascular y jefe m¨¦dico del hospital Monte Sina¨ª de Nueva York. Nacido en Barcelona, en 1943, es doctor ¡®honoris causa¡¯ de numerosas universidades.
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