La traves¨ªa del PSOE
El principal problema del Partido Socialista no es tanto ideol¨®gico como de conexi¨®n con sectores representativos de los valores de progreso. Entre las clases medias y medias-altas se sit¨²a ahora en tercera o cuarta posici¨®n
La calidad de cualquier democracia est¨¢ muy relacionada con la calidad de su debate p¨²blico. Ello exige que cuando se inicie una discusi¨®n, los argumentos que se pongan sobre la mesa sean rigurosos y certeros, y no un conjunto de lugares comunes, obviedades o consignas. El PSOE est¨¢ inmerso en una discusi¨®n interna que, si no acertamos a resolver, puede dejarnos un largo tiempo en la oposici¨®n. Por ello, la salida del secretario general hace a¨²n m¨¢s urgente descifrar qu¨¦ nos est¨¢ pasando.
La cuesti¨®n no es c¨®mo solventamos nuestro trilema (Gobierno del PP, Gobierno alternativo y terceras elecciones). Este escenario, como el resto de fracturas por las que estamos pasando, es consecuencia de una dificultad mayor: los socialistas estamos encadenando sucesivas derrotas electorales.
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Para muchos todo se reduce a una cuesti¨®n ideol¨®gica: ¡°No somos suficientemente de izquierdas¡±. De ah¨ª que se concentre nuestra energ¨ªa en situar a Podemos como nuestro principal adversario y en justificar unos malos resultados con mantener la segunda posici¨®n y evitar el temido sorpasso. Siguiendo este hilo argumental, desbloquear la actual situaci¨®n pol¨ªtica se podr¨ªa interpretar como una traici¨®n m¨¢s a esos principios y valores.
Aquellos que aceptan esta hip¨®tesis sit¨²an el origen de los problemas en la gesti¨®n de la crisis a partir de mayo de 2010. Pero esto es cuestionable. En primer lugar, eso significa obviar algunas realidades como que muchas de las medidas que se decidieron entonces eran el resultado de los desequilibrios que sufr¨ªa la econom¨ªa espa?ola durante la ¨²ltima d¨¦cada. De no haberse tomado, nuestro pa¨ªs estar¨ªa ahora en una situaci¨®n peor.
En segundo lugar, incluso medidas tan controvertidas como la reforma del art¨ªculo 135 de la Constituci¨®n contaban con m¨¢s apoyo popular de lo que se dice. Los datos de Metroscopia de septiembre de 2011 muestran que un 62% de los espa?oles habr¨ªa apoyado esta reforma constitucional en el caso de que se les hubiese consultado. Y si miramos por partidos, este porcentaje era del 60% para el electorado socialista. La cr¨ªtica estaba en el procedimiento: el 61% consideraba que habr¨ªa sido preferible celebrar un refer¨¦ndum y solo el 32% justific¨® la urgencia para calmar a los mercados. En tercer lugar, es dif¨ªcil que alguien que no se respeta a s¨ª mismo y a su pasado sea respetado por los dem¨¢s. En definitiva, aquellos a?os de gesti¨®n se han simplificado en exceso sin trazar un relato comprensible para el electorado de izquierdas.
El PSOE sigue sin trazar ni asumir un relato comprensible de su gesti¨®n de la crisis
Es cierto que en las grandes victorias electorales del Partido Socialista, cuando super¨® los 10 millones de votos (1982, 2004 o 2008), el 50% de la extrema izquierda y como m¨ªnimo el 70% de la izquierda apoyaba al PSOE. Estos datos est¨¢n muy alejados de las elecciones de 2015 y 2016. El 20 de diciembre, los apoyos socialistas en la extrema izquierda fueron del 18%, mientras que en la izquierda la intenci¨®n directa de voto se situ¨® por debajo del 40%. El 26 de junio, estos porcentajes fueron todav¨ªa inferiores y se situaron en el 14% y el 30% respectivamente.
Pero el principal problema del PSOE es algo m¨¢s que ideol¨®gico. Es decir, reducir todo a una cuesti¨®n de izquierda y derecha es una simplificaci¨®n excesiva de la realidad. Cuando se miran con detalle algunos datos m¨¢s, se descubre una falta de conexi¨®n con las capas m¨¢s avanzadas de la sociedad. Dicho de otra forma, la dificultad del PSOE va m¨¢s all¨¢ de que no sea percibido como un partido progresista.
Si analizamos los apoyos electorales seg¨²n el tama?o de nuestros municipios, vemos que en las ciudades de m¨¢s de 50.000 habitantes el Partido Socialista viene siendo, como mucho, la tercera fuerza pol¨ªtica en las dos ¨²ltimas elecciones generales. En urbes tan significativas como Madrid o Valencia, el PSOE se situ¨® como la tercera fuerza. Por no hablar de lugares como Barcelona o Bilbao, donde ca¨ªmos a la cuarta posici¨®n el 26-J. En las recientes elecciones vascas, en dos de las tres capitales de provincia el PSE ocup¨® la quinta posici¨®n. Las comunidades aut¨®nomas con mayor renta per c¨¢pita mostraron un cuadro parecido. En la Comunidad de Madrid, en el Pa¨ªs Vasco y en Navarra, el PSOE fue la tercera fuerza pol¨ªtica el 26-J. En Catalu?a ca¨ªmos a la cuarta posici¨®n.
Al mismo tiempo, cuando pasamos a mirar los datos de las encuestas del CIS, vemos que el Partido Socialista solo es capaz de ser una alternativa al PP entre los ciudadanos que tienen, como mucho, los primeros a?os de educaci¨®n secundaria. En cambio, entre aquellos que declaran tener estudios superiores, el PSOE cae a la cuarta posici¨®n. Si analizamos los datos de todas las elecciones, nunca el Partido Socialista hab¨ªa tenido tan pocos apoyos entre la gente con estudios universitarios. Por clases sociales, el PSOE solo obtiene un amplio apoyo entre los obreros, mientras que en las clases medias y en las clases medias-altas se sit¨²a en tercera o cuarta posici¨®n. Esto no siempre ha sido as¨ª. En los a?os ochenta y en las dos victorias electorales de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, las clases medias depositaron su confianza de forma mayoritaria en el Partido Socialista.
Lo que cambia el mundo no son los golpes de efecto o los tuits, sino las ideas
Todos estos indicadores apuntan a que el PSOE ha perdido el apoyo de los sectores m¨¢s avanzados de nuestra sociedad. Las grandes ciudades, las clases medias o las personas con estudios superiores suelen ser muy representativas de la modernidad. No es casual que Podemos haya tenido mayores niveles de confianza.
En definitiva, el principal problema del Partido Socialista no es tanto ideol¨®gico, sino de conexi¨®n con sectores de la sociedad que son muy representativos de los valores de progreso. As¨ª, el PSOE debe comenzar a pensar c¨®mo vuelve a conectar con unos grupos sociales en los que s¨ª fue un referente en el pasado. Pero para saber qu¨¦ nos est¨¢ pasando, no podemos precipitarnos. Esta reflexi¨®n, si queremos que sea certera y profunda, requiere m¨¢s tiempo que el mes que la direcci¨®n saliente defend¨ªa.
Seguramente deberemos abrirnos a nuevas ideas, ser valientes en los debates, quitarnos muchos prejuicios y ser conscientes de que los retos de la sociedad del futuro exigen medidas audaces. As¨ª, combatir la desigualdad exige modernizar nuestro Estado de bienestar, o tener una econom¨ªa m¨¢s competitiva implicar¨¢ una mayor racionalizaci¨®n de nuestro sistema productivo. Lo que cambia el mundo no son los golpes de efecto o los tuits, sino las ideas. En este aspecto, el Partido Socialista tiene una amplia tarea por delante. Solo as¨ª dejaremos de perder las elecciones ante el peor Gobierno de nuestra democracia.
Ignacio Urquizu es profesor de Sociolog¨ªa en la Universidad Complutense de Madrid (en excedencia) y diputado del PSOE en el Congreso por Teruel. Acaba de publicar La crisis de representaci¨®n en Espa?a (Catarata)
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