La vivienda como eje de una Nueva Agenda Urbana
En el d¨ªa del H¨¢bitat, el autor recuerda que la expansi¨®n de viviendas adecuadas y asequibles es esencial para lograr ciudades seguras, resistentes y sostenibles
¡°Una casa significa el futuro. Cuando se tiene una casa permanente, uno puede empezar a so?ar en vez de preocuparse por donde va a vivir semana tras semana. La vivienda es la base y el comienzo de todo¡±, respondi¨® Kelly, una seguidora de H¨¢bitat para la Humanidad, cuando se le pregunt¨® qu¨¦ representa para ella el contar con una ¡°casa¡±.
¡°Tranquilidad¡±, ¡°seguridad¡±, ¡°el lugar donde se construyen recuerdos¡±, ¡°un espacio saludable y seguro¡±, ¡°un lugar de refugio donde puedes compartir tus tristezas y alegr¨ªas¡±, son algunas de las muchas expresiones que constantemente escuchamos de las miles de familias en el mundo que logran construir o mejorar sus viviendas.
Sin embargo, y lamentablemente, este sue?o de un lugar adecuado para vivir es cada vez m¨¢s distante. Se estima que una de cada cinco familias urbanas vive en asentamientos precarios en Am¨¦rica Latina y el Caribe. Esta situaci¨®n var¨ªa significativamente de pa¨ªs a pa¨ªs. Por ejemplo, Jamaica cuenta con m¨¢s del 60% de la poblaci¨®n urbana viviendo en asentamientos precarios, mientras que en Chile ese porcentaje es menor del 1%; sin embargo estas cifras tienden a subir.
Hace poco tuve la oportunidad de recorrer uno de los asentamientos precarios en Portmore, Jamaica. Lo primero que llama la atenci¨®n son los corredores o pasajes, muchos de ellos estrechos y sin luz, flanqueados por l¨¢minas de zinc oxidadas que hacen de cerco frontal para proteger a las familias de la violencia externa e inundaciones recurrentes, ya sea por las fuertes lluvias o por desbordes de canales de agua. Pero tambi¨¦n generan una serie de calles vac¨ªas, peligrosas y con olores fuertes, producto de la basura no recolectada y los canales abiertos de desag¨¹e.
una de cada cinco familias urbanas vive en asentamientos precarios en Am¨¦rica Latina y el Caribe
Adem¨¢s de tener que soportar estas condiciones infrahumanas para sobrevivir al d¨ªa a d¨ªa, estas familias viven temiendo los riesgos del desalojo forzoso, de la proliferaci¨®n de epidemias y enfermedades, la estigmatizaci¨®n social y el alto riesgo ante desastres de origen natural, dadas las condiciones de vulnerabilidad de sus precarias viviendas.
Algo com¨²n a las familias que viven en asentamientos precarios es que no tienen ninguna seguridad sobre el terreno que ocupan.
Sin embargo, a s¨®lo 100 metros de este barrio y cruzando una calle, un grupo de familias recibi¨® por parte del Gobierno jamaicano una carta que les permit¨ªa tener una seguridad sobre su terreno. La diferencia de las condiciones es abismal, pues esa seguridad ha permitido que las familias inviertan en construir una peque?a vivienda, hacer v¨ªas peatonales, montar peque?os negocios, pintar sus casas e invitar a sus amigos sin temor ni verg¨¹enza. Esto es el efecto que una tenencia segura del suelo puede generar en las familias. Ellas est¨¢n dispuestas a invertir siempre y cuando haya alguna garant¨ªa de que esta inversi¨®n no es en vano.
La tenencia segura no se refiere solamente a contar con un t¨ªtulo de propiedad, sino tambi¨¦n a mecanismos que garanticen que la familia no sea desalojada de su vivienda de forma sorpresiva. Los arrendamientos mediante un documento legal, los derechos de uso de tierras, ya sea colectivo, comunitario o familiar, son ejemplos de mecanismos que promueven una tenencia segura.
En una regi¨®n altamente urbanizada como es Am¨¦rica Latina y el Caribe, donde el 82% de la poblaci¨®n viven en ciudades, la inseguridad de tenencia se reproduce y persiste por una modalidad de construcci¨®n de ciudad no redistributiva. La presi¨®n y la demanda por vivienda est¨¢n generando un d¨¦ficit enorme de la misma. Las pol¨ªticas habitacionales y los programas de regularizaci¨®n de la tenencia no han sido capaces de cubrir ese d¨¦ficit cuantitativo, sin contar los miles de viviendas que se destruyen cada a?o por el impacto de eventos naturales y que incrementan el d¨¦ficit habitacional.
Cuando las familias tienen seguridad jur¨ªdica sobre sus viviendas, todo cambia, est¨¢n dispuestas a invertir en ella
Seg¨²n la Estrategia Internacional de la Reducci¨®n de Desastres de las Naciones Unidas, las p¨¦rdidas por viviendas destruidas y da?adas, as¨ª como la cantidad de personas afectadas, est¨¢n creciendo en el tiempo y se est¨¢n expandiendo geogr¨¢ficamente tanto en la regi¨®n en general como en cada pa¨ªs de Am¨¦rica Latina y el Caribe en particular, principalmente asociadas a riesgos extensivos por eventos hidrometeorol¨®gicos y clim¨¢ticos, es decir a los riesgos que no aparecen en los noticieros porque la cantidad de p¨¦rdidas de vidas y de destrucci¨®n no son tan impactantes, pero que a la larga y al ser tan cotidianos generan una cifra aceleradamente creciente y enorme de da?os (aproximadamente 192.000 hogares afectados cada a?o).
Se se?ala que la degradaci¨®n ambiental, el uso inadecuado de zonas naturalmente inundables o sujetas a deslizamientos podr¨ªan estar incrementando estas tendencias. La responsabilidad es compartida. Por un lado necesitamos fortalecer nuevos paradigmas que busquen un mejor equilibrio entre sociedad y la naturaleza, pero a la vez entender que se requiere avanzar en un esfuerzo com¨²n entre los sectores p¨²blico, privado y de la sociedad civil, hacia una adecuada planificaci¨®n territorial, que no expulse a las personas m¨¢s vulnerables a ocupar el suelo m¨¢s pobre y en riesgo, terminando ubicados cerca a quebradas, cauces de r¨ªos y propensos al riesgo de desastres, como vemos en cada ciudad de nuestra regi¨®n.
A la luz de las discusiones sobe la Nueva Agenda Urbana, que se viene discutiendo globalmente en el marco de H¨¢bitat III, que se celebrar¨¢ este mes en Quito, se viene promoviendo que se reconozca que ¡°la expansi¨®n de viviendas adecuadas y asequibles es esencial para lograr ciudades seguras, resistentes y sostenibles¡±. La transparencia, la participaci¨®n comunitaria p¨²blica en la toma de decisiones y el priorizar los derechos de tenencia segura son parte de la ruta y tarea que debe ser claramente definida. Todos deber¨ªamos de contar con la oportunidad de tener una vivienda adecuada y poder empezar a so?ar juntos el futuro sin preocuparnos donde dormiremos la siguiente semana.
A trav¨¦s de una serie de seis columnas, las organizaciones de la sociedad civil, integrantes de la Plataforma Global por el Derecho a la Ciudad en Am¨¦rica Latina, CLACSO, Habitajes, H¨¢bitat para la Humanidad, Instituto P¨®lis, la Coalici¨®n Internacional del H¨¢bitat HIC y TECHO, buscar¨¢n responder seg¨²n sus miradas y experiencias particulares, cu¨¢les son los desaf¨ªos que enfrentan actualmente las ciudades en la recta final hacia la Tercera Conferencia sobre Vivienda y Desarrollo Urbano Sostenible de las Naciones Unidas, H¨¢bitat III. Esta serie de columnas se enmarca en la iniciativa que el conjunto de organizaciones lanz¨® en 2015: No es una ciudad si no es para todxs.
Jaime Mok es gerente de Reducci¨®n de Riesgos y Respuesta ante Desastres H¨¢bitat para la Humanidad Internacional, Am¨¦rica Latina y el Caribe.
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