Robots, elefantes y 1.200 millones de euros
Chanel y Emporio Armani exhiben sus grandezas en una semana de la moda que enriquece las arcas de Par¨ªs
La semana de la moda de Par¨ªs que hoy termina deja tras de s¨ª alg¨²n desfile memorable ¨CHaider Ackermann-, tendencias imposibles ¨Clos bolsos jibarizados- y casi 1.200 millones de euros en beneficios para la capital francesa entre noches de hotel, desplazamientos, eventos, compras, etc. En Par¨ªs son muy conscientes del impacto que la cita tiene en su imagen y su industria tur¨ªstica, pero nunca hasta ahora hab¨ªan realizado un estudio para cuantificarlo. Este martes, la C¨¢mara Sindical de la Costura, la instituci¨®n que organiza las pasarelas francesas, present¨® un informe sobre la repercusi¨®n econ¨®mica de los 300 desfiles que se celebran cada a?o y, por primera vez desde un organismo oficial, sobre la situaci¨®n de la moda gala.
Las ventas de este sector ¨Cque representa el 1,7% del PIB franc¨¦s- alcanzan los 150.000 millones de euros; 50.000 millones m¨¢s que la industria aeron¨¢utica y 110.000 que la de la automoci¨®n. ¡°Los pol¨ªticos empiezan a hablar de la moda ahora; pero es el gran baluarte de la econom¨ªa nacional¡±, aseguraba Ralph Toledano, presidente de la C¨¢mara Sindical. ¡°Mientras las cifras de paro aumentan sin parar, nosotros no dejamos de crear empleo¡±. 580.000 puestos de trabajo directos, que se convierten en un mill¨®n al contar los indirectos, seg¨²n sus c¨¢lculos.
Y entre los motores de esta industria, que exporta casi el doble que la del autom¨®vil, est¨¢ Chanel. Hace a?os que Karl Lagerfeld demostr¨® que ser un genio de los negocios y un maestro en el arte de epatar. Temporada tras temporada ha convertido su pasarela en un bristr¨® franc¨¦s, un supermercado, un aeropuerto y, este martes, hizo desfilar a sus modelos entre enormes servidores inform¨¢ticos. La escenograf¨ªa quiz¨¢ fuese m¨¢s fr¨ªa de lo que viene siendo costumbre en Chanel y, por lo tanto, menos susceptible de saturar las redes sociales como ha sucedido en otras ocasiones. Pero del cruce entre cables e hilos surgi¨® una colecci¨®n el¨¦ctrica y que busca seducir por igual a clientas cl¨¢sicas y a una generaci¨®n de consumidores nacidos a partir de 1981: los millennials, la nueva obsesi¨®n de una industria del lujo en busca de nuevos nichos de mercado.
El desfile arranc¨® con una modelo que luc¨ªa el cl¨¢sico traje de chaqueta que Coco Chanel cre¨® a mediados del siglo pasado y un casco rob¨®tico semejante al que utilizan los miembros de Daft Punk. Las referencias al grupo franc¨¦s de m¨²sica electr¨®nica no terminaron ah¨ª: su tema I feel love son¨® durante todo el show. Tras dejar clara su inspiraci¨®n, Lagerfeld desgran¨® una propuesta en la que por primera vez en a?os apostaba por la lencer¨ªa: batas en tonos carne, suaves blusas y sensuales tops decoradas con encaje retro. No falt¨® el tweed, tejido fetiche de la maison, reinterpretado para la ocasi¨®n en lenguaje binario. Los colores propios del cableado recorr¨ªan chaquetas de hombros redondeados, minifaldas y abrigos. Todas las prendas se abrochaban con gruesas tiras que recordaban a velcros.
La parte final de la presentaci¨®n estaba compuesta por una serie de vestidos estampados con tubos fluorescentes; algunos de ellos, livianos y rematados en el bajo con piel. Tambi¨¦n hubo sedas con motivos de fuegos artificiales o fibra ¨®ptica, seg¨²n la profesi¨®n de quien los mire, y conjuntos de punto d¨²ctil. La mayor parte de las modelos llevaban viseras caladas de lado y enormes colgantes con la t¨ªpica camelia de Chanel. Desde la perspectiva de los a?os ochenta y con una visi¨®n ir¨®nica, Lagerfeld plante¨® un ej¨¦rcito de raperas-lenceras listo para extender por la Red como un virus troyano.
Giorgio Armani forma ya parte de ese 50% de marcas extranjeras que desfilan en Par¨ªs, aunque la suya fuera una participaci¨®n espor¨¢dica. El lunes, por primera vez en 35 a?os, el italiano mostr¨® en la capital francesa ¡ªcuya Semana de la Moda le deja unos beneficios de 1.200 millones de euros¡ª su trabajo para Emporio Armani, la segunda l¨ªnea que produce su compa?¨ªa textil. La excusa para cambiar Mil¨¢n por la Ciudad de la luz fue la renovaci¨®n del Armani Caf¨¦ y de la boutique que la firma posee en la calle St Germain. Para celebrar ambas reaperturas, el dise?ador orquest¨® un largo desfile con 90 propuestas. Lo normal en otras firmas es que las presentaciones tengan entre 45 y 50. Pero el italiano tiene su propio estilo de hacer las cosas, el estilo Armani. Sobre la pasarela se vieron pantalones bombachos; shorts ribeteados en lazos; tops que dejaban al descubierto el ombligo y, como complementos, mochilas de cuerda y ri?oneras. La paleta de colores iba del caqui al rojo, pasando por el azul cobalto. Como s¨ªmbolo de la colecci¨®n, un elefante, presente desde la invitaci¨®n al evento hasta las camisetas y broches.
Un asunto de Estado
Cuando en noviembre de 2015 se supo que la magnate taiwanesa Shaw-Lan Wang, propietaria de Lanvin, hab¨ªa destituido a Alber Elbaz despu¨¦s de 14 a?os como director creativo, el exministro de cultura franc¨¦s Jack Lang calific¨® la decisi¨®n de ¡°injusticia indescriptible¡±. El lunes, la actual ministra, Audrey Azoulay le condecor¨® como comandante de la Legi¨®n de Honor, uno de los mayores reconocimientos que otorga el gobierno galo y que tambi¨¦n le fue impuesto a Yves Saint Laurent. Aunque a¨²n no ha sido fichado por otra marca, Elbaz no solo sigue siendo uno de los dise?adores m¨¢s respetados sino tambi¨¦n uno de los m¨¢s queridos. Y prueba de ello es que, arrop¨¢ndole durante la ceremonia, estaban sus musas, las actrices Demi Moore y Kristin Scott Thomas; los directores de la edici¨®n estadounidense de Vogue, W, Harper¡¯s Baazar; y compa?eros de profesi¨®n como Pierpaolo Piccioli, director creativo de Gucci.
¡°Muchas historias de amor terminan en tragedia. Y esa es la historia de Lanvin¡±, dijo Azoulay durante su discurso. ¡°Francia te espera. Tiene fe en ti¡±, continu¨®.
Elbaz confes¨® que echa de menos la moda. ¡°Alg¨²n d¨ªa volveremos a estar todos juntos pero quiz¨¢ en otro lugar¡±, declar¨® a The New York Times.
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