La conversaci¨®n que necesitamos
Un nuevo tono de debate debe sortear la polarizaci¨®n para abordar el futuro
Nuestro pa¨ªs se encuentra en una coyuntura cr¨ªtica, un momento de importancia singular en nuestra historia democr¨¢tica reciente. De c¨®mo afrontemos esta coyuntura depender¨¢ c¨®mo salimos de ella: m¨¢s fuertes, unidos y preparados para encarar un futuro esperanzador, o divididos y debilitados y sin un proyecto com¨²n. Superar con ¨¦xito el bache que atraviesa nuestro pa¨ªs requiere no s¨®lo la capacidad pol¨ªtica de tomar las decisiones correctas, sino el car¨¢cter y esp¨ªritu adecuados. Frente a la tentaci¨®n del des¨¢nimo ante la complejidad de los problemas que nos atenazan en todos los ¨®rdenes de la vida pol¨ªtica, econ¨®mica y social, debemos rearmarnos de voluntad, determinaci¨®n y confianza en nosotros mismos.
Los problemas que tenemos no son excepcionales, sino propios de aquello que somos y que con mucho esfuerzo hemos logrado ser: una democracia avanzada inserta en el coraz¨®n de Europa, el continente m¨¢s pr¨®spero, libre y privilegiado del planeta y, a la vez, abierta al mundo. Desde la corrupci¨®n hasta el envejecimiento pasando por la desigualdad; desde los desaf¨ªos de sostener el Estado de bienestar en una econom¨ªa global hasta los problemas de articulaci¨®n territorial; desde la fractura generacional hasta la precariedad en el empleo, todos esos problemas son padecidos tambi¨¦n por nuestros socios y vecinos.
Editoriales anteriores
Cierto que algunos de estos problemas pueden parecer especialmente graves, pero Espa?a tambi¨¦n disfruta de activos de los que otros carecen y hasta envidian: una sociedad cohesionada en torno a los valores democr¨¢ticos donde no se asoman movimientos xen¨®fobos de extrema derecha; una ciudadan¨ªa que puede enorgullecerse respecto a los avances logrados en materia de derechos individuales y libertades personales; una cultura, lengua y forma de vida abierta que atrae a millones de personas y nos proyecta globalmente; y un ampl¨ªsimo consenso ante la necesidad de contar con un Estado que redistribuya riqueza y oportunidades y garantice la universalidad de los sistemas sanitarios, educativos y de pensiones. No es poco: al contrario, es una base excelente desde la que trabajar.
Para poder ganar el futuro, tenemos antes que ganar el presente, un presente marcado por el hito de llevar 300 d¨ªas sin Gobierno, lo que supone el aplazamiento, y agravamiento, de todos los problemas que debemos resolver y cuyas soluciones no pueden esperar m¨¢s. Pero en lugar de hablar de los problemas y buscar entre todos las soluciones, hemos acabado enredados en una conversaci¨®n altamente emocional y, en demasiadas ocasiones, violenta, que impide cualquier tipo de discusi¨®n racional. Somos los primeros en defender el derecho a criticar, pero conviene tener presente que la polarizaci¨®n que sufrimos no es tanto una consecuencia inocente del desbordamiento de las pasiones en el calor del debate, algo en lo que nosotros mismos hemos podido incurrir en alguna ocasi¨®n, sino de una estrategia deliberada que pretende impedir que tengamos la conversaci¨®n que necesitamos y, peor a¨²n, intimidar y atemorizar a los que opinan de forma distinta. La burda divisi¨®n entre los de arriba y los de abajo, los patriotas y los traidores, la exageraci¨®n paranoica de la maldad del contrario, la obstinaci¨®n disfrazada de principios o la simplificaci¨®n de las opciones pol¨ªticas hasta el extremo rid¨ªculo de los buenos y los malos son el mejor camino para privar a los ciudadanos del debate que precisan.
Frente al dibujo grueso, deslegitimador del proyecto colectivo que arranc¨® con la Constituci¨®n de 1978, sin duda el mejor de nuestra historia, hay que recordar que Espa?a no es un r¨¦gimen sostenido por los pocos en detrimento de los muchos cuya ca¨ªda hay que buscar, sino una democracia representativa dotada de un Estado social y de derecho y de un marco de derechos y libertades tan amplio como homologado con los m¨¢s avanzados pa¨ªses del mundo en el que ni hay ciudadanos de segunda categor¨ªa ni privaci¨®n de derechos a ninguna minor¨ªa ni identidad. Dibujar una naci¨®n en decadencia que tiene que ser rescatada por alg¨²n salvador es la estrategia t¨ªpica del populismo, de derechas o de izquierdas, y que siempre acaba desencadenando el nacionalismo chovinista, el cierre a la influencia exterior y la excitaci¨®n de las diferencias identitarias o de clase.
Frente a la polarizaci¨®n y los odios cruzados, queremos reivindicar la reconstrucci¨®n de un espacio com¨²n para el pragmatismo y las reformas, un lugar donde se intercambien y negocien razones, ideas y soluciones que nos ayuden a encontrar la salida de esta crisis. Las soluciones a los problemas a los que nos enfrentamos son complejas, requerir¨¢n ensayos y errores, y no ser¨¢n nunca satisfactorias al cien por cien. Pero existen. Solo necesitamos aplicarnos a su b¨²squeda. Y para ello necesitamos cambiar la conversaci¨®n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.