Obligados a tirar comida
La falta de medios o tecnolog¨ªa echa a perder millones de toneladas de alimentos
A veces se trata de algo tan simple como un pal¨¦. Uno de pl¨¢stico, no de madera, porque esta se puede da?ar al lavarla con agua y despu¨¦s estropear el contenido, adem¨¢s de contribuir a la deforestaci¨®n. Tampoco valen bolsas (mucho menos de pl¨¢stico) porque los tomates de abajo se aplastan y el vapor se condensa con el calor. Es algo tan simple como esas cajas reutilizables que usan en cualquier fruter¨ªa europea. Al conseguirlas para el transporte de alimentos, en varios proyectos en pa¨ªses de Asia y el Pac¨ªfico, como Bangladesh, han llegado a reducir un 85% el n¨²mero de tomates que pierden.
Y quien dice tomates, dice mangos. O pl¨¢tanos, jud¨ªas verdes, papayas u otros vegetales. Incluso pescado. En pa¨ªses como Espa?a, distribuidores y consumidores desperdician alimentos. Estos est¨¢n en buen estado pero no se consumen por una decisi¨®n voluntaria. La cantidad de comida desperdiciada anualmente es enorme. Con lo que los europeos tiran a la basura en un a?o, por ejemplo, podr¨ªan comer 200 millones de personas. Pero hay otro problema similar, aunque con causas muy diferentes, que es igual o mayor en cuanto a cantidades. Para distinguirlo del desperdicio, los expertos lo llaman p¨¦rdidas alimentarias o p¨¦rdidas poscosecha y con las que se dan en Am¨¦rica Latina y ?frica comer¨ªan 600 millones de personas.
Este concepto agrupa toda la comida que se echa a perder desde la producci¨®n de los alimentos hasta que estos est¨¢n listos para su venta o distribuci¨®n. Puede ser durante su cosecha, su procesamiento o durante el transporte o el almacenamiento entre estas etapas. Gran parte de las p¨¦rdidas se registran en pa¨ªses en desarrollo y las causas son cualquier cosa menos voluntarias. Principalmente, se derivan de la pobreza o de la falta de formaci¨®n, de infraestructuras?¡ªcarreteras, almacenes...¡ª y de medios ¡ªcadenas de fr¨ªo, maquinaria, transporte, lucha contra las plagas...¡ª? adecuados. De hecho, algunos de los pa¨ªses con m¨¢s hambrientos tienen tambi¨¦n altos porcentajes de p¨¦rdidas. Y no es casualidad.
Lo que pierde el planeta
Cuando carne, leche, legumbres, cereales, frutas o pescado se echan a perder antes de llegar al final de la cadena, antes de poder venderse y consumirse, no solo pierde el productor. Lo que, en el caso de peque?os productores con pocos ingresos ya es de por s¨ª un grave problema que amenaza su seguridad alimentaria. Porque hay una doble p¨¦rdida: lo que dejan de ganar, y lo que han invertido en producir.
Ese doble coste tambi¨¦n se observa desde el prisma del desarrollo sostenible. No solo hay gente que dejar¨¢ de comer o cuya nutrici¨®n, bienestar o desarrollo personal se ver¨¢n afectados. Tambi¨¦n el planeta pierde lo que se ha invertido en producir. El agua que se invirti¨® en regar los cultivos, los bancos de peces que se diezmaron, la riqueza de la tierra que se gast¨® o el terreno que no se utiliz¨® para otras actividades, la energ¨ªa que se consumi¨® y las emisiones de gases que se produjeron... Si se suman ambos conceptos, la factura anual de las p¨¦rdidas alimentarias puede dispararse.
Porque para un peque?o productor o un agricultor de subsistencia (que vive de lo que come), perder la mitad de su cosecha puede suponer no poder alimentarse ¡ªsalvo que alguien le asista¡ª durante un a?o. No solo porque ya no puede vender lo que se le estrope¨®. Sino porque adem¨¢s hab¨ªa invertido parte de sus recursos en producir eso que se ech¨® a perder, comprando abonos, herramientas, semillas... Por eso muchas veces los peque?os productores que saben que est¨¢n condenados a perder una parte de su producci¨®n optan por venderla cuanto antes, a¨²n a costa de bajar los precios. Lo que, al final, es otra forma de salir perjudicados.
Hay casi tantos ejemplos como productos. Y el problema no solo es agr¨ªcola. En el lago Tanganica, en Burundi, los pescadores locales perd¨ªan hasta 15 de cada 100 capturas por secar los peces sobre la arena, al alcance de otros animales o de la porquer¨ªa. Solo con la introducci¨®n de unos secaderos elevados con madera y alambre protegidos de la lluvia, evitaron esos problemas y redujeron el tiempo de secado de tres d¨ªas a ocho horas.
El secado al sol tambi¨¦n es la t¨¦cnica habitual de los peque?os productores para tratar el arroz y otros cereales en pa¨ªses de todo el mundo, de Malawi a Tayikist¨¢n. Esto los expone a los peque?os roedores y par¨¢sitos que pueden estropearlos. Por eso es importante contar con nuevas t¨¦cnicas y lugares de almacenamiento a salvo de estas amenazas.
Con las p¨¦rdidas que se registran en un a?o en ?frica y Am¨¦rica Latina podr¨ªan comer 600 millones de personas
En Kenia, el 64% de los mangos que se produc¨ªan no llegaban nunca al mercado. Unas 300.000 toneladas anuales. Un proyecto auspiciado por la iniciativa SaveFood y financiado por la cooperaci¨®n alemana propuso a varios productores la idea de deshidratar los mangos para conservarlos y luego poder venderlos como un producto seco con mayor duraci¨®n. Tambi¨¦n les ayud¨® a promocionarlo y colocarlo en el mercado. La cosa funcion¨® y ya hay competencia en el sector del mango seco en el pa¨ªs africano.
En ocasiones, el problema de acceso a mercados importantes, como las grandes ciudades, tiene soluciones costosas. Hacen falta camiones refrigerados, carreteras, almacenes que mantengan la cadena de fr¨ªo. Mucha inversi¨®n que pa¨ªses como Kenia, Burundi o Bangladesh no siempre se pueden permitir. Pero para vender en lo local, para que decenas de miles de agricultores y pescadores no se queden sin el fruto de su trabajo, ni el sustento para comer, basta con cosas mucho m¨¢s simples. Peque?as inversiones, cierta formaci¨®n. O un pal¨¦. Un pal¨¦ de pl¨¢stico que salve ocho de cada diez tomates. Es reutilizable, y se puede comprar por menos de dos euros.
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