Otro ajuste doloroso
El compromiso de d¨¦ficit exigir¨¢ recortes racionales en el gasto y una nueva estructura fiscal
La afirmaci¨®n del ministro en funciones de Econom¨ªa, Luis de Guindos, de que el nuevo calendario de d¨¦ficit pactado con Bruselas requerir¨¢ ajustes de unos 5.000 millones en 2017 y en 2018 no deber¨ªa ser pasada por alto, aunque el ministro la haya lanzado a la opini¨®n p¨²blica como quien deja caer un asunto sin importancia. Es significativo, para empezar, que ahora sean necesarios ajustes de 5.000 millones anuales cuando desde el mismo ministerio se aseguraba que el crecimiento econ¨®mico compensar¨ªa en la pr¨¢ctica cualquier necesidad de ajuste adicional. Era evidente entonces que el ministro estaba edulcorando la realidad como es evidente ahora que los ajustes necesarios que exige Bruselas requerir¨¢n un esfuerzo mayor que el que ahora reconoce Guindos.
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Tampoco es trivial otra idea, presuntamente apadrinada por Bruselas, lanzada por el ministro en funciones: bastar¨ªa para corregir el desequilibrio con trasladar productos desde tasas bajas de IVA a otras m¨¢s altas. Aunque est¨¦ mal repetirlo, no es ¨¦ste el camino. No es recomendable, ni en t¨¦rminos pol¨ªticos ni econ¨®micos, ir con la lengua fuera poniendo parches a cada pinchazo. El problema del desequilibrio de las cuentas p¨²blicas espa?olas es estructural; procede de una estructura de ingresos erosionada activamente al menos desde 1996, profundamente desequilibrada por la acumulaci¨®n de desgravaciones y deducciones (la mayor parte de ellas inutiles para los fines propuestos) y con las alas lastradas por un volumen de fraude que equivale a unos 250.000 millones en bases imponibles ocultas.
Lo que las finanzas p¨²blicas necesitan para cumplir con el compromiso de d¨¦ficit no es hacer juegos malabares con la tributaci¨®n del IVA, sino una reforma fiscal que ampl¨ªe la recaudaci¨®n, redistribuya la carga fiscal y acaba paulatinamente con el fraude. Objetivo este ¨²ltimo que no es tan f¨¢cil como parece.
Tambi¨¦n es cuesti¨®n de racionalidad en el gasto. Hemos comprobado las consecuencias del procedimiento seguido en 2012 de dar hachazos sin sentido en los Presupuestos, sin tener en cuenta el da?o que causan en el crecimiento y en la renta de los espa?oles; hay que calcular los efectos de la austeridad partida por partida. Cosa quue no ha sabido hacer el Gobierno de Rajoy. Y consiste en promover una reforma administrativa pactada con las fuerzas pol¨ªticas. Espa?a necesita un gobierno con premura; pero no cualquier gobierno.
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