El error hist¨®rico de Podemos
Podemos naci¨® de la ilusi¨®n del 15-M y la frustraci¨®n por la mayor¨ªa absoluta obtenida por el PP en 2011. Pero tras las elecciones del 20-D, el partido de Pablo Iglesias prefiri¨® desalojar al PSOE de la oposici¨®n antes que al PP del Gobierno
Tras los cinco esca?os obtenidos por Podemos en las elecciones europeas de mayo de 2014, un Pablo Iglesias euf¨®rico afirm¨® ante los simpatizantes que le aclamaban que el ¨¦xito logrado por su formaci¨®n ¡°se estudiar¨ªa en todas las facultades de Ciencia Pol¨ªtica¡±. Algo m¨¢s de dos a?os despu¨¦s, en un art¨ªculo publicado en este diario (Somos la alternativa), insist¨ªa en la relevancia hist¨®rica de lo logrado por Podemos.
Sin duda que es pronto para abrir los libros de historia, pero no para preguntarse qu¨¦ ha logrado Podemos. Porque si volvemos la vista atr¨¢s y nos situamos en la Puerta del Sol en mayo de 2011, recordaremos que el primer encuentro con las urnas del movimiento de los que se dec¨ªan no representados se sald¨® con una mayor¨ªa absoluta del Partido Popular que dej¨® a muchos en estado de shock. Si el PSOE (seg¨²n el relato establecido) hab¨ªa perdido 4,3 millones de votos por girar a la derecha y abandonar a los m¨¢s d¨¦biles, ?c¨®mo era posible que Izquierda Unida, que solo recibi¨® 700.000 m¨¢s sufragios que en 2008, qued¨¢ndose en un 6,92% del voto, no capitalizara el descontento social que el 15-M hab¨ªa proclamado urbi et orbi?
Otros art¨ªculos del autor
De esa desolaci¨®n ante la incapacidad de la izquierda tradicional para traducir la frustraci¨®n social en resultados electorales naci¨® Podemos. Y sin duda que en las primeras elecciones generales a las que concurri¨®, logr¨® un ¨¦xito espectacular, muy por encima de los mejores resultados del PCE (23 esca?os en 1979) o de Izquierda Unida (21 en 1996). Los 69 esca?os logrados el 20-D con los 5.189.333 votos recibidos (un 20,6%) fueron, pese al retroceso sufrido al confluir con Izquierda Unida el 26 de junio, asegurados, al lograr 71 esca?os y mantenerse por encima de los cinco millones de sufragios y el 20% de los votos.
Sin embargo, si el guion de la investidura a finales de este mes se desarrolla conforme a lo previsto y Mariano Rajoy acaba otra vez en La Moncloa y el Partido Popular en el Gobierno, nos encontraremos otra vez con una reedici¨®n de la frustraci¨®n del 15-M, pero esta vez aumentada porque el instrumento construido para representar aquel movimiento, aunque pasara de la calle al Parlamento, no solo se quedar¨¢ en la oposici¨®n sino, a pesar de las pretensiones de Pablo Iglesias de ser la ¨²nica, verdadera y contundente oposici¨®n, en una oposici¨®n irrelevante.
?Por qu¨¦ irrelevante? En pol¨ªtica, aunque los votos se traduzcan en esca?os, si estos no se traducen en influencia, tampoco lo hacen en pol¨ªticas y por tanto no cambian la vida de la gente. Y con la correlaci¨®n actual de fuerzas en el Parlamento, el no de Podemos a las propuestas del Partido Popular estar¨¢ siempre garantizado de antemano, as¨ª que ni el PSOE ni Ciudadanos tendr¨¢n que negociar nada con la formaci¨®n morada. Cada propuesta que el Gobierno quiera sacar adelante tendr¨¢, a priori, 137 votos favorables (los esca?os del PP) y 90 contrarios (Unidos Podemos, ERC, CDC y EH-Bildu), lo que convertir¨¢ a Ciudadanos, PSOE y PNV, que sumar¨¢n 122 esca?os, en los partidos decisivos a la hora de condicionar la agenda legislativa del Gobierno.
Podemos, ya lo ha anunciado Iglesias, ser¨¢ durante la pr¨®xima legislatura el partido del no. Si no se disgrega org¨¢nica o territorialmente (algo que, observando las pugnas entre errejonistas y pablistas y entre estos y Ada Colau, Comprom¨ªs y las Mareas, ya est¨¢ ocurriendo), y si el PSOE no logra recomponerse, seguir¨¢ teniendo alguna posibilidad de superar a los socialistas como primera fuerza de la izquierda en unas pr¨®ximas elecciones generales, pero entonces sus dilemas estrat¨¦gicos seguir¨¢n siendo los mismos que los que ha tenido hasta ahora.
Entre los socialistas y la formaci¨®n morada no hubo suficiente confianza para pactar una tregua
?Qu¨¦ explica el fracaso de Podemos a la hora de lograr un cambio pol¨ªtico en este pa¨ªs, tal y como queda enunciado en la permanencia del Partido Popular en el Gobierno, incluso reforzado tras las elecciones del 26 de junio? La sociolog¨ªa de las organizaciones nos describe con bastante exactitud una patolog¨ªa como la sufrida por Podemos: ¡°La inversi¨®n de objetivos¡±. Organizaciones que nacen con un fin, pero que por el camino se desv¨ªan del objetivo primigenio. En el caso de Podemos, ese desv¨ªo se produjo en la corta y fallida legislatura posterior al 20-D, cuando sus dirigentes apostaron por un objetivo t¨¢ctico (el sorpasso al PSOE), frente a un objetivo estrat¨¦gico: contribuir a desalojar al PP del Gobierno.
Que Podemos cayera en la tentaci¨®n no solo fue producto de la debilidad humana (¡°puedo resistir todo menos la tentaci¨®n¡±, afirm¨® con agudeza Oscar Wilde) sino del c¨¢lculo: como tantas empresas que pugnan por abrirse un hueco en el mercado, Podemos cay¨® en la tentaci¨®n de eliminar a su competidor m¨¢s cercano antes que al competidor principal.
Entre Podemos y el PSOE no hubo la suficiente confianza como para poder pactar una tregua en su lucha por la hegemon¨ªa de la izquierda y anteponer el desalojo del PP del poder, para el que era necesario el acuerdo con Ciudadanos. Las cosas, sin embargo, hubieran podido ser diferentes. Como muestra lo ocurrido en muchos Ayuntamientos y comunidades aut¨®nomas tras las elecciones de mayo de 2015, las geometr¨ªas variables eran posibles si lo que se pretend¨ªa era abrir un tiempo de cambio pol¨ªtico. El caso del Ayuntamiento de Madrid es paradigm¨¢tico: el PSOE, al quedar tercero, tuvo claro que su objetivo principal era desalojar al PP del Consistorio e impedir que regresara Esperanza Aguirre, que hab¨ªa quedado primera en votos. Pero aunque esta lleg¨® a ofrecer gratis su apoyo para que gobernara el PSOE, los socialistas prefirieron dejar gobernar a Manuela Carmena.
Si Podemos se convierte en el partido del 'no', ser¨¢ irrelevante para sus votantes
Algo parecido hubiera podido ocurrir en el ¨¢mbito nacional si el 4 de marzo pasado, Podemos, en lugar de votar no a la investidura de Pedro S¨¢nchez junto con el Partido Popular, la hubiera apoyado. El contraf¨¢ctico no es tan dif¨ªcil de esbozar: Rajoy, con 63 esca?os menos que en 2011, habr¨ªa salido de La Moncloa y un PP con 123 esca?os (Joaqu¨ªn Almunia dimiti¨® con 125) estar¨ªa sumido en una crisis de liderazgo importante, adem¨¢s de un calvario judicial a costa de los casos de corrupci¨®n. Podemos, por su parte, habr¨ªa construido su imagen como partido de cambio y tendr¨ªa la llave para articularse como oposici¨®n responsable capaz de, cuando lo estimara oportuno, dejar caer al Gobierno de S¨¢nchez y forzar unas terceras elecciones si estimaba que un Gobierno de izquierdas o incluso un sorpasso era m¨¢s viable. ?Fantas¨ªas? En absoluto. Esa posibilidad, ha confesado Pablo Iglesias, se discuti¨® en el seno de Podemos, pero no prosper¨®, pues se impuso la l¨ªnea de Iglesias, que exig¨ªa algo para lo que ni el PSOE ni Podemos estaban preparados todav¨ªa: un Gobierno de coalici¨®n. El resultado es conocido. El 15-M acab¨® en una mayor¨ªa absoluta del Partido Popular; hoy el error hist¨®rico de Podemos termina en otro Gobierno del PP.
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