El PSOE y su desgarro
Si el Partido Socialista ha entrado en crisis es por su porfiada negativa a permitir un Gobierno de centroderecha en minor¨ªa, al que f¨¢cilmente, mediante la negociaci¨®n, hubiera podido endosar parte sustancial del propio programa
?La crisis del PSOE se suele enmarcar en la crisis general de la socialdemocracia europea. Su versi¨®n simplificada dice: el socialismo era el partido de un movimiento, el obrero; desaparecido este, la clase trabajadora se descompone en un haz de colectivos con intereses no siempre conciliables, haciendo dif¨ªcil armar las amplias coaliciones de votantes que aupaban a la socialdemocracia al poder. Es una hip¨®tesis que retener. Lo que se echa de menos, en cambio, es la capacidad de incardinar esa tesitura en el contexto hist¨®rico espec¨ªficamente espa?ol: c¨®mo la dificultad para navegar en un mar electoral fragmentado se combina con la muy concreta derrota ¡ªen t¨¦rminos marineros¡ª que ha conducido al PSOE a su estado de postraci¨®n y divisi¨®n. Por mi parte, opino que no se entiende la coyuntura del Partido Socialista sin apuntar a la crisis de la naci¨®n constitucional espa?ola y al trato continuado de la izquierda espa?ola con los nacionalismos perif¨¦ricos.
Antes de explicar por qu¨¦ creo que esto es as¨ª, aclaremos algo. Si el PSOE se ha desgarrado es por su porfiada negativa a permitir un Gobierno de centroderecha en minor¨ªa, al que f¨¢cilmente, mediante la negociaci¨®n, se hubiera podido endosar parte sustancial del propio programa (como el estudio de la reforma constitucional, salvaguardas sociales reforzadas o la derogaci¨®n parcial de algunas leyes). Que esta salida honrosa se haya vivido como un tr¨¢gico dilema se intenta explicar en t¨¦rminos de incentivos racionales. Dadas las preferencias de sus votantes, que rechazan un pacto con el PP, y la existencia de un competidor por la izquierda, ser¨ªa un suicido electoral facilitar un Gobierno de la derecha.
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Encuentro este an¨¢lisis insatisfactorio por al menos tres razones. En primer lugar, porque supone un votante de centroizquierda cerril. No uno que se oponga en abstracto a pactar con el PP, sino a cualquier pacto posible, sin importar el contenido del acuerdo alcanzado. Un votante antipragm¨¢tico, adicto al todo o nada, que prefiere preservar su pureza a logros parciales. Personalmente, tengo mejor opini¨®n del elector de centroizquierda espa?ol. En segundo lugar, porque supone tambi¨¦n un liderazgo incapaz. Incapaz, a trav¨¦s de su discurso y presencia, de proponer, inspirar y finalmente resignificar un marco conceptual desfavorable, haciendo ver a sus votantes la realidad de otro modo. Y en tercer lugar, porque soslaya que ha sido el propio Partido Socialista quien ha generado ese extendido r¨¦gimen de percepci¨®n bajo el cual cualquier pacto con el PP es una herej¨ªa: la ratonera que ha cazado al PSOE es de fabricaci¨®n propia.
Los socialistas han abusado de una ret¨®rica que presenta al PP mucho m¨¢s extremo de lo que es
As¨ª es: en las ¨²ltimas d¨¦cadas, el PSOE ha abusado de una ret¨®rica que presenta al PP como un partido mucho m¨¢s extremo de lo que es en realidad. El recurso tiene su origen en aquel spot televisivo del tardofelipismo, en que se asociaba a Aznar con un rabioso rottweiler a punto de soltarse de su correa. El t¨®pico se recogi¨® en la legislatura de Zapatero, cuando hizo fortuna referirse al PP como ¡°derecha extrema¡± (un m¨ªnimo pudor imped¨ªa decir ¡°extrema derecha¡±). Pedro S¨¢nchez volvi¨® a recurrir a la hip¨¦rbole en el debate de investidura al presentar a Rajoy como ¡°el l¨ªder m¨¢s conservador de Europa¡±. El lenguaje melodram¨¢tico alcanz¨® nueva cima el s¨¢bado tumultuario cuando Patxi L¨®pez (justamente ¨¦l, que gobern¨® gracias al apoyo popular) quiso presentar a los socialistas como la alternativa a la ¡°derecha del sufrimiento¡±.
Con esta ret¨®rica tan sobreactuada, lo ¨²nico que consigue el PSOE es vedarse el recurso a un pacto con el PP, cuando este se hace necesario o inevitable. No solo para formar Gobierno, sino para abordar, por ejemplo, la cuesti¨®n territorial. No ha sido lo menos decepcionante comprobar c¨®mo la reforma de la Constituci¨®n, que el socialismo ha defendido como perentoria soluci¨®n al problema territorial, no le importa, en realidad, lo m¨¢s m¨ªnimo. Porque si tan importante es, no se entiende que se haya declinado usar la baza negociadora para forzar al PP a considerarla. Desde luego, no parece viable la deseada reforma sin un clima de entendimiento entre los grandes partidos, incompatible con la formaci¨®n de santas alianzas ¡°de progreso¡±, que solo est¨¢n de acuerdo en la necesidad imperiosa de ¡°desalojar a la derecha¡±.
Veamos ahora la confluencia de esta ret¨®rica divisiva con el problema territorial, que va m¨¢s all¨¢ de dificultar la reforma constitucional. Porque es f¨¢cil ver que para muchos catalanes el odio sobreactuado hacia el Partido Popular, de buen tono en su tierra, ha sido el pretexto para sumarse a una causa independentista para la que acaso no ten¨ªan convicciones nacionalistas suficientes. Se escucha a menudo: ¡°No soy nacionalista, pero votar¨¦ s¨ª a la independencia porque un Gobierno del PP es una amenaza¡±. De este modo, guiado por su lazarillo ciego, el PSC, el PSOE ha preparado psicol¨®gicamente a sus propios votantes para ingresar en la causa autodeterminista. Pecado de Estado que trae su penitencia electoral: los electores de centroizquierda, para quienes la Espa?a democr¨¢tica de 1978 o una educaci¨®n biling¨¹e para sus hijos son valores importantes, votan a Ciudadanos o permanecen en casa. Los que simpatizan con la autodeterminaci¨®n y asumen su relato justificador, escrito por el nacionalismo y no objetado por el PSOE, votan a la genuina izquierda nacionalista, donde mora Podemos. De ah¨ª que el sorpasso en esas comunidades ya se haya producido: El PSOE ha participado en la educaci¨®n en el nacionalismo de sus bases y cuadros pero, no siendo nacionalista, no puede recoger el fruto electoral, que se llevan otros. (Y una de las buenas razones para no celebrar un refer¨¦ndum es ahorrarnos el espect¨¢culo de ver al PSOE hacer la campa?a que querr¨ªan los nacionalistas contra ¡°la derecha centralista¡±).
El odio sobreactuado al PP ha sido el pretexto para sumar a muchos catalanes al independentismo
No olvido por un momento el variado espectro de faltas del PP. La corrupci¨®n y una incapacidad para comunicar que tiene menos que ver con la torpeza que con la soberbia le hacen acreedor de justas antipat¨ªas y reproches. Tambi¨¦n el PP nos debe su urgente regeneraci¨®n. Pero no hablo aqu¨ª de ese partido, sino del pep¨¦, animal mitol¨®gico que quiere destruir el Estado del bienestar, recortar las libertades, someter a las mujeres y reinstaurar el centralismo. El nuevo l¨ªder que salga del Congreso del PSOE, si de verdad es l¨ªder, y de verdad quiere corregir la derrota que lleva su partido a las rocas, tendr¨¢ que matar a ese monstruo imaginario. Alguien capaz de refundar un partido de centroizquierda, espa?ol, socialdem¨®crata y federalista, cr¨ªtico de populismos y nacionalismos ¡ªal precio de p¨¦rdidas electorales a corto plazo, pues esas son, en efecto, las modas dominantes¡ª y sobre la convicci¨®n de que ser de izquierdas no se reduce a sentir aversi¨®n por la derecha. Alguien ¡ªning¨²n juramentado contra S¨¢nchez lo parece¡ª capaz de explicar que los acuerdos con la derecha democr¨¢tica son posibles y leg¨ªtimos cuando zozobra la nave del Estado. Mientras no ocurra, el pa¨ªs se seguir¨¢ polarizando y el socialismo se quedar¨¢ sin sitio. No es algo de lo que alegrarse: la derrota del PSOE es tambi¨¦n la derrota de Espa?a.
Juan Claudio de Ram¨®n Jacob-Ernst es ensayista.
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