Geograf¨ªa sentimental
CHILE Y BOLIVIA entrecruzan demandas y contrademandas en el Tribunal Internacional de La Haya. Bolivia reclama un acceso al mar que perdi¨® en una guerra incruenta que enfrent¨® a finales del siglo XIX a Chile con Per¨² y Bolivia. Chile ha pasado a la ofensiva reclamando sus derechos sobre el r¨ªo Silala, una corriente de agua que riega el seco desierto altipl¨¢nico que los dos pa¨ªses comparten.
La anhelada soberan¨ªa mar¨ªtima y la soberbia de los chilenos que la impiden han sido parte esencial del discurso de Evo Morales desde que era s¨®lo un dirigente cocalero. Mientras tanto, el chileno de a pie se ha dado el lujo de ignorar la geograf¨ªa, la historia y la cultura bolivianas. A lo m¨¢s llega a preocuparse cuando su selecci¨®n de f¨²tbol tiene que jugar casi sin aire en las alturas de La Paz. Es casi imposible que un chileno cite otra ciudad boliviana, ni sepa el nombre de algunos de sus innumerables presidentes, sus platos favoritos, sus bailes, para qu¨¦ decir sus poetas, sus m¨²sicos, sus pintores.
Para los Gumucio, mi familia, en cambio, Bolivia es el para¨ªso perdido, el lugar donde alguna vez fuimos ricos e importantes hasta caer en Chile a tentar una suerte que desde esa ca¨ªda original nos ha sido esquiva. Hemos vivido siempre con el fantasma de unos Gumucios ricos, rubios y muy cultos que se quedaron all¨¢. M¨¢s de una vez un Gumucio chileno ha terminado durmiendo en el hotel de lujo que pagaba el Gumucio boliviano. M¨¢s de una vez, por ejemplo, en Madrid o en Londres, me he beneficiado de la m¨ªtica sombra de Juan Carlos Gumucio Quiroga, corresponsal de este diario que no conoc¨ª, pero que ha hecho por m¨ª m¨¢s que muchos de mis t¨ªos carnales.
Hemos vivido siempre con el fantasma de unos Gumucios ricos, rubios y muy cultos que se quedaron all¨¢. .
Bolivia es as¨ª para m¨ª el Eldorado que tiene como centro neur¨¢lgico La Chimba, la casa de don Gil de Gumucio en Cochabamba, donde alguna vez habr¨ªa dormido Sim¨®n Bol¨ªvar. Un caser¨®n colonial perdido entre ?carreteras que pude conocer reci¨¦n el a?o pasado. Fotografiando ese ?caser¨®n desde la otra orilla del r¨ªo Rocha, pens¨¦ que quiz¨¢ esa era la raz¨®n de la eternidad de los diferendos que nos separan con Bolivia. Nadie, aparte de unas muy pocas familias que se pueden contar con los dedos de una mano, tiene a Bolivia en su geograf¨ªa sentimental. Al rev¨¦s, Chile ocupa un lugar injustamente grande en la geograf¨ªa sentimental de los bolivianos.
No se puede en La Haya mostrar esos mapas, los de la geograf¨ªa sentimental. Aunque geograf¨ªa sentimental es quiz¨¢ otra forma de llamar a la historia. Los chilenos nos hemos empe?ado en pensar que no tenemos ninguna historia en com¨²n con Bolivia, cuando gran parte de la identidad de Bolivia nace precisamente de las consecuencias de la guerra con Chile. La ut¨®pica soluci¨®n de esta guerra que nunca se declara y nunca se aclara del todo ser¨ªa que cada chileno descubriera una casa en Cochabamba, Santa Cruz o La Paz que sea en el fondo tambi¨¦n su casa.
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