¡®Parque Jur¨¢sico¡¯ | Bienvenidos al ¨¢rea infantil
En el parque todo parece muy divertido hasta que los ni?os se hacen da?o y los velociraptores en forma de padres pesados se te echan encima
No se necesitan ni islas paradis¨ªacas ni dinosaurios revividos a partir de ADN para atraerlos. A los padres primerizos nos bastan unas cercas de madera, dos columpios poco oxidados y algunos bancos sin cagadas de p¨¢jaro ni rastros de botell¨®n para considerar ese sitio el emplazamiento m¨¢s interesante sobre la tierra.
No es un lugar tan m¨ªtico como Shangri-La, la Isla de Perdidos o la finca Cantora de la Pantoja, pero el Parque nos llama.
Seg¨²n tu l¨ªnea filos¨®fica o educativa, el parque te servir¨¢ como microcosmos para que tu reto?o se socialice con otros y le toque el aire, o si eres m¨¢s pragm¨¢tico, para que se desahogue sin romper nada en casa.
Lo primero que me sorprendi¨® de este pipic¨¢n humano fue el suelo. Aunque algunos parques conservan el peligro que ten¨ªan los de nuestra infancia, donde la arena da?aba tus rodillas o serv¨ªa de alimento a ni?os locos o muy experimentadores, la mayor¨ªa tienen ahora un suelo de goma que evita lesiones y al pisarlo nos hace sentir astronautas low-cost.
Aunque no sea jur¨¢sico, el parque curte los ni?os. De hecho, exceptuando los tatuajes y un par de antecedentes, los pandilleros del Bronx y nuestras criaturas tienen mucho en com¨²n: se pasan el d¨ªa en el parque, en bandas rivales y defienden a golpes su territorio, en reyertas por un cochecito de juguete que acaban con varias v¨ªctimas llorando.
Eso les ense?a que compartir gusta m¨¢s cuando es a ti a quien te dejan los juguetes de otros. (Y a los padres nos ense?a que o le pones el nombre a los juguetes o los buenos los dejas en casa, porque desaparecer¨¢n como los amigos ante un evento aburrido de Facebook).
Tambi¨¦n descubrir¨¢n, golpe a golpe y no precisamente verso a verso, que su cuerpo no debe entrar en la trayectoria de cualquier arma de destrucci¨®n menuda, ya sea el banco del columpio o la pata del ni?o que se balancea como un Spiderman dopado de anfetamina, los laterales de madera de los toboganes o una simple pala de pl¨¢stico que te da en el ojo y te deja pirata con parche.
Por el mismo precio, a¨²n hay m¨¢s peligros invisibles en el ambiente: los virus que se contagian de chupete en chupete, que las criaturas prueban a lo loco como en una fiesta de sumillers, el padre que deja la puerta abierta porque los suyos ya han salido y le da igual si otros ni?os desconocidos se pierden, y la bestia negra m¨¢s terror¨ªfica, los grupos de WhatsApp a los que acabar¨¢n agreg¨¢ndote la gente con la que coincides varias veces.
Como con los dinosaurios de Spielberg, en el parque todo parece muy divertido hasta que los ni?os se hacen da?o y los velociraptores en forma de padres pesados se te echan encima. Pura teor¨ªa del caos.
Cuando les veas los colmillos cerca, huid.
Y recordad que aunque sea menos vistoso y menos entretenido, no hay nada como el hogar.
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