¡®La ladrona de libros¡¯ | Ni?os en la biblioteca
No tiene ni a?o y medio y no sabe leer, pero desde peque?ita coge los libros con cari?o y curiosidad
Los lectores somos como los veganos: nos gusta convencer a la gente de que nuestro estilo de vida da mucha felicidad. Y evidentemente mucha gente pone cara de estar perfectamente bien sin probarlo.
Lo mejor es predicar con el ejemplo. Yo, carn¨ªvoro total, he visto la brillantez del verdurismo delicioso gracias a Cristina Brondo y Leticia Dolera. Y recomendando buenos libros, he ganado muchos lectores para la causa (la Literatura, no el veganismo).
Y mi hija es la persona que m¨¢s feliz me hace ver rodeada de libros.
Desde muy beb¨¦ la hemos dejado cerca de muchos vol¨²menes, para que ella misma eligiera a su gusto y los acariciara cual animal ex¨®tico. A¨²n no es lectora porque no tiene ni a?o y medio y no sabe leer, pero desde peque?ita coge los libros con cari?o, curiosidad y fascinaci¨®n y pasa las p¨¢ginas con una delicadeza mayor que la de adultos que doblan la esquina de las p¨¢ginas como punto de libro.
Esta fascinaci¨®n se la hemos amplificado llev¨¢ndola a ese lugar m¨ªtico, rodeado de saber gratis y aire acondicionado en verano, que son las bibliotecas municipales. Supongo que los padres que quieran un ni?o futbolista para que les retire ya est¨¢n chut¨¢ndole pelotas para que se curta desde peque?o, y nosotros hacemos lo mismo pero con libros, metaf¨®ricamente, claro.
Cuando entramos, la ni?a lo contempla todo maravillada, y despu¨¦s hace lo mismo que yo pero con m¨¢s desorden: lanzarse a la caza.
Primero examina los libros, los tira al suelo, que es el sistema infantil de reserva, y luego, como buena prescriptora, o me los ense?a a m¨ª o a otros ni?os que ronden por all¨ª. Y despu¨¦s se lo leemos nosotros.
La literatura para peque?os no tiene una trama muy complicada (como muchos bestsellers, y a los adultos tampoco les preocupa), pero lo compensa con otros atractivos: p¨¢ginas de almohada, o con pop-ups, sonidos o texturas imitando piel de animales.
Si os atraen demasiados libros, recordad que el carnet de biblioteca le dar¨¢ est¨ªmulos y diversidad a la criatura y os ayudar¨¢ a llegar a final de mes. Pero es vital construirle en casa una biblioteca personal con sus propios tesoros, para que tenga imaginaci¨®n, distracciones tranquilas y no acabe de tronista en la tele.
Si os imagin¨¢is una peque?a Matilda, tranquilos. Adem¨¢s de los libros infinitos, la ni?a tambi¨¦n descubri¨® otra diversi¨®n que yo no pruebo por tama?o: meterse por dentro de los armarios como Bruce Willis en los tubos de ventilaci¨®n de La jungla de cristal.
Ella re¨ªa, reptaba y pasaba de un armario a otro. No encontraba Narnia sino otro armario por el que pasar. Muy r¨¢pido, otros ni?os bibliotequeros se sumaron a ella creando una hermandad instant¨¢nea de ni?os topo digna de estudio antropol¨®gico.
Tambi¨¦n la fascinan las sillas peque?as de la sala infantil, que arrastra con gusto asustando a bibliotecarias de varias plantas. A su edad, no todo iba a ser cultura, claro.
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