Millones salvados: c¨®mo asegurarse de que los programas de salud funcionan
Por Amanda Glassman
Cuando mi beb¨¦ de dos semanas se puso con 40 de fiebre, entr¨¦ en p¨¢nico. Mirando su carita indefensa y enrojecida, su piel ardiendo, su pelo enmara?ado por el sudor, me pregunt¨¦ ?se trata de algo serio? Recuerdo que pens¨¦ que hubiese dado cualquier cosa por que se pusiese bien. ?Cu¨¢ntos padres en todo el mundo estaban sintiendo y temiendo lo mismo que yo en ese momento?
Nuestras experiencias sobre la enfermedad y la muerte son al mismo tiempo individuales y universales. Esa es la raz¨®n por la que compartimos la preocupaci¨®n de las mujeres en riesgo de contraer Zika que temen que sus hijos nazcan con microcefalia. Estas experiencias, compartidas y personales, son parte de lo que ha impulsado la salud global a la vanguardia de la ayuda internacional desde pa¨ªses como Estados Unidos y Espa?a a los pa¨ªses m¨¢s pobres del mundo. Un tercio de la ayuda estadounidense y cerca de un 10% de la ayuda espa?ola acaba en programas de salud global. Cuando se llega a la conclusi¨®n de que podemos prevenir graves enfermedades y el dolor que causan, todos est¨¢n de acuerdo en que se trata de una s¨®lida inversi¨®n.
En t¨¦rminos generales, lo que hacemos en salud global est¨¢ bien hecho. Vacunamos a los ni?os para prevenir enfermedades como el sarampi¨®n, la meningitis y la polio. Desarrollamos y administramos medicamentos que controlan y previenen patolog¨ªas mortales como la malaria, el VIH/SIDA y la tuberculosis. Aprobamos pol¨ªticas que reducen el uso del tabaco y los accidentes de tr¨¢fico. Y apoyamos a las familias pobres que quieren mantener a sus hijas en la escuela y alejadas del peligro.
Pero la diferencia entre hacer algo bueno y mejorar la salud de la poblaci¨®n a gran escala est¨¢ en c¨®mo dise?amos y aplicamos estos programas y pol¨ªticas tan esenciales. Si queremos hacer frente de manera efectiva a la pr¨®xima epidemia o responder a los retos crecientes de las enfermedades cardiovasculares o mentales que los pa¨ªses en desarrollo est¨¢n empezando a padecer; y, sobre todo, si estamos empleando dinero p¨²blico en todo ello, necesitamos estar seguros de que lo que hacemos funciona.
Esta es la idea que ha inspirado Millones salvados, el nuevo libro que he escrito y editado junto con Miriam Temim y mis colegas del Center for Global Development: entender el modo en que los decisores pol¨ªticos y los profesionales de la salud de los pa¨ªses m¨¢s pobres del mundo dise?aron y aplicaron programas y pol¨ªticas que han tra¨ªdo cambios significativos, mensurables y positivos en la salud de la poblaci¨®n.
A partir de las recomendaciones de expertos y de un esfuerzo amplio de investigaci¨®n, seleccionamos 18 programas y pol¨ªticas que podr¨ªan mostrar, a trav¨¦s de una rigurosa evaluaci¨®n, que hab¨ªan mejorado a gran escala la salud de una poblaci¨®n objetivo a lo largo de varios a?os, desacreditando con ello a los pesimistas que dicen que el gasto en ayuda para la salud global es tirar el dinero. Los estudios de caso ilustran c¨®mo las pol¨ªticas y los programas de salud tienen un impacto positivo a un coste bajo, salvando millones de vidas y permitiendo a muchas personas vivir libres de la enfermedad y la discapacidad.
Y las historias quitan el aliento.
En 26 pa¨ªses de ?frica, la meningitis A ha sido un flagelo durante siglos, provocando una inflamaci¨®n de las membranas que rodean el cerebro y el cuello, con resultados a menudo letales. A pesar de ser cient¨ªficamente viable, la vacuna para luchar contra ella era demasiado cara para los pa¨ªses que m¨¢s la necesitaban. Sin embargo, y como explicamos en el libro, la formaci¨®n de una coalici¨®n global alrededor de este asunto encontr¨® primero una compa?¨ªa farmac¨¦utica en India dispuesta a producir la vacuna por tan solo 0,37 euros por dosis y organiz¨® despu¨¦s la producci¨®n a gran escala. En el plazo de cuatro a?os, 217 millones de personas en 15 pa¨ªses fueron vacunadas, el equivalente a un mill¨®n por semana. En todas esas ¨¢reas la meningitis A ha sido borrada del mapa.
Otro de los casos se centra en la mort¨ªfera epidemia de VIH/SIDA que padece Kenia. Las ni?as hu¨¦rfanas de este pa¨ªs son altamente vulnerables: tienen el doble de probabilidades que los no hu¨¦rfanos de contraer el VIH o quedarse embarazadas durante la adolescencia. Un sencillo programa de ayudas econ¨®micas a las familias o tutores -equivalente a 27 euros cada dos meses- retras¨® la edad de la primera experiencia sexual de las ni?as y redujo las posibilidades de que tuvieran m¨²ltiples parejas, dos factores de alto riesgo en el contagio de VIH y en el embarazo. Retrasar la edad del primer embarazo est¨¢ vinculado a un incremento en los ingresos de las mujeres y en la esperanza de vida de los futuros beb¨¦s.
El libro toca tambi¨¦n asuntos que uno no reconocer¨ªa inmediatamente como un reto de salud global. Por ejemplo, el peligros¨ªsimo tr¨¢fico de Vietnam. Solo en 2007 unas 14.000 personas ¨Cincluyendo 2.000 ni?os- murieron en accidentes de tr¨¢fico, mientras que otras 3.000 quedaron afectadas por lesiones cerebrales serias como consecuencia de un accidente. Una nueva ley que obligaba a los motoristas a llevar casco deriv¨® en una reducci¨®n monumental en el n¨²mero de muertos y heridos.
A partir de estas historias uno podr¨ªa pensar que la creaci¨®n o distribuci¨®n de una vacuna que funciona o la aprobaci¨®n de una nueva ley es suficiente para influir los resultados de salud. Pero nunca es tan simple. Nuestro libro analiza cuatro casos en donde una evaluaci¨®n rigurosa encontr¨® que programas bien intencionados, pensados y ejecutados no trajeron los beneficios para la salud que se esperaban. En algunos casos la tecnolog¨ªa que va bien a contextos de peque?a escala no tiene ¨¦xito cuando se replica a lo grande, como vimos en un programa de lavado de manos en Per¨². Y los programas que funcionan cuando una comunidad es muy pobre puede que dejen de tener sentido cuando las cosas pintan un poco mejor. Vimos esto en Bangladesh, donde un per¨ªodo de r¨¢pido crecimiento econ¨®mico coincidi¨® con un despliegue poco exitoso de servicios de salud destinados a prevenir la mortalidad infantil por enfermedades como la diarrea o el sarampi¨®n.
Podemos aprender de lo que funciona y de lo que no funciona. De los 22 casos que hemos examinado, hemos encontrado cuatro factores comunes en todas las experiencias positivas para la salud. Primero, la elecci¨®n de las intervenciones estaban basadas en la mejor ciencia disponible. Segundo, todos los programas de ¨¦xito se basaron en la colaboraci¨®n entre gobiernos locales y organizaciones internacionales que lograron movilizar los recursos t¨¦cnicos, financieros y pol¨ªticos que fueron necesarios. Tercero, la voluntad pol¨ªtica no desapareci¨® con el tiempo a pesar de los cambios de liderazgo y de los amagos de inestabilidad. Finalmente, cada programa utiliz¨® datos, resultados y evaluaciones para ajustar el rumbo cuando las cosas no iban dando los resultados esperados y, en ¨²ltimo t¨¦rmino, para mejorar el impacto sobre la salud. Juntas, las experiencias de Millones salvados ofrecen valiosas lecciones para responsables pol¨ªticos, expertos en desarrollo y profesionales de la salud.
La pregunta con respecto a la pr¨®xima pandemia no es si, sino cu¨¢ndo. A medida que los pa¨ªses pobres se desarrollan, los estilos de vida empiezan a pesar en la carga de enfermedad, derivando en problemas como la diabetes y el c¨¢ncer. Pero las intervenciones para combatir estos asuntos a escala a¨²n no se dan en los pa¨ªses en desarrollo y muy a menudo lo que se hace no est¨¢ siendo adecuadamente evaluado. Debemos cambiar esto si queremos prevenir y tratar los nuevos retos para la salud.
Sabemos que los programas de salud global dise?ados y aplicados sobre la base de la mejor evidencia disponible pueden funcionar. Ahora tambi¨¦n sabemos porqu¨¦ funcionan. Estos programas pueden tranquilizar a las madres que, como yo, se preocupan cuando sus seres queridos enferman. Mi hija termin¨® poni¨¦ndose bien y estoy agradecida por ello cada d¨ªa. Espero que nuestro libro contribuya de alguna manera a hacer que mi experiencia sea la norma y no la excepci¨®n para muchos otros alrededor del planeta. Millones salvados significa millones capaces de sostener a sus familias y crear un futuro mejor.
Amanda Glassman es vicepresidenta del Center for Global Development y responsable de su programa de salud global. Una versi¨®n adaptada de esta pieza fue publicada en Theguardian.com. Glassman participar¨¢ esta semana en dos eventos en Barcelona: el jueves 27 de octubre, a las 17.30, en CosmoCaixa, organizado por ISGlobal, y el viernes, 28, a las 15.00, en Encuentros Barcelona.
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